Largometraje de la productora Almasirio realizado en 1954 por Aselo Plaza y Alfredo Hurtado sobre ambientes y temas del País Vasco.
Para huir del documental estricto se ideó la siguiente trama: un antiguo pelotari hace fortuna en América y de regreso a su país natal encuentra ya casada a su antigua novia. Quiere ayudar al hijo de ésta, que es también pelotari, lo que provoca las pocas complicaciones que se han hurdido en la trama, pero como era de esperar todo, al final, se resuelve satisfactoriamente. Todo en la cinta está captado bajo un ángulo de falsedad y folklorismo barato, a lo que contribuye, además, una pronunciación falseada, de pretendido aire vasco, de los desgraciados diálogos escritos por Pedro Masó, Pedro Chamorro y los directores. Los intérpretes: Maruja Asquerino, Jaime Avellán, Ángel Picazo, Vicente Parra y Ángel Ter, no dan en ningún momento ni la figura ni el acento vasco. Sólo pueden salvarse los auténticos paisajes vascos captados aquí y allá por Eloy Mella y algunas intervenciones de verdaderos artistas del País que intervienen de relleno en el argumento, como el Coro Maitea, de San Sebastián, el Ochote de Bilbao, el Coro de Elanchove y algunos txistularis y dantzaris vizcaínos.