Monarkia eta noblezia

Berwick, Jacobo Fitz James

Duque de Berwick.

Mariscal de Francia. Nacido en Moulíns (Bourbonnais), en 1670, hijo de Jacobo II de Inglaterra y de Arabelle Churchill. Murió en la guerra de sucesión de Polonia, en 1734, a los 66 años de edad.

Participó en la guerra de sucesión española como general en jefe de las tropas francesas que ayudaron a Felipe V a afianzarse en el trono español (febrero de 1704 y 1706). A su cargo estuvieron las ofensivas militares que habían de acabar con la resistencia de Cataluña y Levante que perdieron desde entonces sus fueros. Debido a la victoria de Almansa (5 de abril de 1707), Felipe V le otorgó los ducados de Liria y Jérica y el título de grande de España, el 16 de octubre de dicho año. Posteriormente, sus descendientes fueron acumulando diversos títulos de nobleza, incluso en el País Vasco, donde se les suscitó innumerables pleitos (veáse Berwick y Veragua, Duques de).

Al acabar esta guerra fue nombrado gobernador de la Guyena, cargo que desempeñaba al estallar nuevamente la guerra con España (1719); esta vez, por imperativos de la Cuádruple Alianza, Berwick atacaba al soberano que antes había ayudado. El 12 de mayo de 1719 entraba en Baiona, cuyos ediles le recibieron vestidos solemnemente de rojo, a la entrada del puente de Saint-Esprit. Fue en esta ciudad vasca donde quedó acantonado el ejército que había de tomar parte en la acción por parte francesa. Este se componía de los siguientes cuerpos: Infantería: el 1.º y 2.º batallón de la Gervaisi, el 2.º batallón de Poitou, el regimiento de Bigone, el 3.º batallón del regimiento de la Marina, los regimientos de Dauphiné y de Blaisois, los regimientos de Bassigny de Olonne, el regimiento de Touraine, el 1.º batallón de Limousin, los regimientos de Périgord y de Languedoc, dos batallones del regimiento de Conty, dos batallones del regimiento suizo de Herry, dos compañías de fusileros, dos batallones de Chartres, un destacamento de Conty, los arcabuceros de Liret y una compañía de cañoneros.

La caballería se componía de los regimientos de Maurevel, caballería; Dauphiné, dragones; Cayeux, caballería; una compañía de Beaumont, dragones; el regimiento de Chartres, caballería; Carabineros, caballería; Lautrec, dragones; Epinay, dragones; Conty, caballería; Muillac, caballería y Arbou, caballería. Mientras tanto, en las provincias continentales, el descontento por las medidas centralistas de Felipe V había llegado a un clímax de franca revuelta; hay que tener en cuenta que, dos años antes -el 31-VIII-I7I7- el monarca borbónico había ordenado el traslado de las aduanas del Ebro a la frontera y que Vizcaya, cuya rebelión había sido ahogada en sangre en 1718, se hallaba todavía ocupada militarmente por las tropas reales. Felipe V, sorprendido por la invasión de Berwick, ordenó la retirada de sus tropas de territorio vizcaíno. Álava-Araba, Gipuzkoa, Bizkaia y Navarra, se aprestan sin demasiado entusiasmo a la defensa. Hondarribia se rinde el 16 de junio de 1719. Gipuzkoa lo hizo el 7 de agosto con la condición de que en caso de que quedase sancionada la invasión francesa, fuera garantizado el respeto de los fueros (Documento del Archivo Provincial de Tolosa). En el acta de rendición, los diputados hacen una lucida síntesis de la doctrina foral guipuzcoana (Col. Vargas Ponce, t. 49).

El 18 de agosto Donostia-San Sebastián abría sus puertas a Berwick, que envía un despacho a Bizkaia, instándola a negociar. Los vizcaínos, convencidos de que la guerra no había de durar y de que no convenía exponerse a represalias peores, enviaron el despacho al rey, sin comentario, como un reproche irónico. Álava, sin embargo, envió a sus dignatarios, que firmaron la incorporación a Francia de la provincia mediante la salvaguardia de los fueros (29 de agosto de 1719). Felipe V solicitó la paz en 1720, aunque ésta se firmó sólo al año siguiente. Consciente del peligro que suponía tener descontentos a los vascos, por duros y por fronterizos, ordenó la devolución de las aduanas a su lugar tradicional por Real Orden del 16 de octubre de 1722. Berwick, que mantuvo una actitud correcta con sus aliados circunstanciales, pasó a desempeñar importantes cargos en la política francesa. Su intervención en el País Vasco prefiguró, sin lugar a dudas, la actitud futura del mismo cara a la guerra de la Convención.