Olerkariak

Irastorza Garmendia, Teresa

Tere

Poeta en euskera, nacida en Zaldibia (Gipuzkoa) en 1961.

Licenciada en Filología Vasca. Trabajó en el Departamento de Euskera de la UNED de Bergara (Gipuzkoa) entre 1983 y 1996. Profesora de txistu en Zaldibia durante 18 años. A mediados de la década de los 90 del siglo XX comenzó a trabajar como directora de la ikastola Andramendi de Beasain (Gipuzkoa). Entre los años 2002 y 2006 ocupó la presidencia de la Agrupación de Escritores Vascos EIE. Durante cinco años ha sido guionista en el programa de radio Musika Klasikoen Giltzak y colaboradora del titulado Sormenari Leiho de Euskadi Irratia.

Ha publicado artículos y poemas en revistas como Argia, Hegats, Administrazioa Euskaraz, Mugalari o Egan, y ha participado en la creación de publicaciones como Susa, Kandela o Kalegats.

Ha escrito estos poemarios: Gabeziak (1980); Hostoak. Gaia eta gau aldaketak (1983); Derrotaren fabulak (1986); Osinberdeko khantoreak (1986); Manual devotio gabekoa edo ibilgailuetara erabiltzeco escu-liburua (1994); Gabeziaren khantoreak (antología, 1995); Izen gabe, direnak. Haurdunaldi beteko kanthoriak (2001). Con Gabeziak ganó el Premio Nacional de la Crítica 1980, lo que originó una agria polémica, a raíz de la protesta de un escritor veterano. Ajena al problema, Irastorza siguió trabajando, y al año siguiente, en 1981, ganó un accésit en el Premio Resurrección María Azkue con Hostoak. Gaia eta gau aldaketak, y un año más tarde se hizo con el premio, instituido por la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao.

En 2002 publica XX. mendeko poesia kaierak, y en 2003 Glosak. Esana zetorrenaz, que obtiene el Premio Nacional de la Crítica 2004 y es finalista en el Nacional de Poesía.

En 2011 publica su poemario Eta orain badakit.

Además de poesía, ha publicado el ensayo titulado Izendaezinaz (2008).

Ha traducido al euskera poemarios como Basa-akaziak, de Marià Manent; Itaunen liburua, de Edmond Jabès; y Nere anaia andrazkoa, de Marina Tsvietaeva.

Por otro lado, algunos de sus poemas han sido traducidos al castellano, catalán, inglés y al francés.

Dice la también poeta Amaia Iturbide que Gabeziak es un libro "raro, porque rompe con los moldes de la tradición lírica tan arraigada en la poesía vasca, empleando términos cotidianos y hasta entonces poco frecuentes en el ámbito poético". En aquel primer libro eran abundantes las referencias a objetos cotidianos del hogar. Según Iturbide, otra característica de Irastorza es que recoge la tradición de la poesía decorativa "de una manera personal, libre, distrayéndose con numerosos juegos de palabras creados a partir de la rima y el ritmo". Los temas que más toca esta autora son la ausencia y la desesperanza, además de las referencias al paso del tiempo.

En la obra Luma eta lurra (Labayru Ikastegia-BBK, 1997), Jon Kortazar ha escrito lo siguiente sobre el poemario Gaia eta gau aldaketak:

"Las novedades que se aprecian en Gaia eta gau aldaketak residen en la nueva utilización de la imaginación. Ya no se utiliza un lenguaje directo, sino que el juego fónico y la imagen surrealista ocupan el lugar de los objetos cotidianos".

Kortazar describe así el poemario Hostoak:

"Las hojas se convierten en símbolo de la vida que ya sólo es un círculo continuo, un volver a vivir lo ya vivido. Representan lo pequeño, pero eso es algo que adquiere importancia (tal como ha declarado la poeta): 'Lo cotidiano es a veces ilusionante, y a veces aburrido. En eso consiste la grandeza de lo pequeño'".

En Osinberdeko khantoriak, en cambio, el leit-motiv es el amor, tratado varias veces mediante la imagen del agua. De todas formas, el tema de la muerte, la muerte inaplazable está también muy presente. Según confesó la autora, escribió estos poemas breves porque "no es capaz de escribir poemas largos", y tras leer un clásico japonés del siglo X, Los Cantares de Ise.

En su libro Manual devotio gabecoa edo ibilgailuetara erabiltzeco escu-liburua, "Tere Irastorza sigue obsesionada con el tema de si la escritura y la poesía servirán para detener la angustia ante el tiempo", dice Kortazar. Concluye así el estudioso de Mundaka:

"En Tere Irastorza siempre ha habido una especial atención al detalle y a lo mínimo, una expresión que desde la prespectiva particular y existencialista convergía en la intensidad de la expresión poética, y en un acercamiento a la filosofía. Es una poesía de la fragmentación, como si el instante fuera su terreno de creación preferido, el instante y la aproximación llena de intensidad".