Lexikoa

ÁNGELUS

Etnología. Al toque del Ángelus, sobre todo del mediodía, la gente se descubría y rezaba las Ave Marías de rigor, permaneciendo los hombres, durante la oración, con la cabeza descubierta. Si acontecía el toque durante el partido de pelota celebrado en la plaza pública, imprescindible durante las grandes solemnidades y fiestas patronales, el partido se interrumpía a la primera campanada. Los pelotaris se descubrían, a una con el público, y se rezaba durante unos segundos de impresionante silencio. Pío Baroja captó bien el hecho en su bella narración titulada Ángelus: "El sol iba poniéndose... Arriba, rojos de llama, rojos cobrizos, colores cenicientos, nubes de plomo, enormes ballenas; abajo, la piel verde del mar, con tonos rojizos, escarlata y morados. De cuando en cuando el estremecimiento rítmico de las olas... La trainera se encontraba frente a Itziar. El viento era de tierra, lleno de olores de monte; la costa se dibujaba con todos sus riscos y sus peñas. De repente, en la agonía de la tarde, sonaron las horas en el reloj de la iglesia de Itziar, y luego las campanadas del Ángelus se extendieron por el mar como voces lentas, majestuosas y sublimes. El patrón se quitó la boina y los demás hicieron lo mismo. La mujer abandonó su trabajo, y todos rezaron, graves, sombríos, mirando al mar tranquilo y de redondas olas. Cuando empezó a hacerse de noche el viento sopló ya con fuerza, la vela se redondeó con las ráfagas de aire, y la trainera se hundió en la sombra, dejando una estela de plata sobre la negruzca superficie del agua... Eran trece los hombres, trece valientes, curtidos en el peligro y avezados a las luchas del mar". Al toque del atardecer, el baile público cesaba y todos los menores se retiraban a sus casas. Los padres vigilaban estrictamente la llegada. En San Sebastián se encendían los faroles públicos de gas.

Bernardo ANAUT