Fabricante de órganos guipuzcoano nacido en Azpeitia en 1847, falleció en 1912.
Tuvo talleres en Valencia, Barcelona, Azpeitia y Hernani. Autor, entre otros, de los órganos de las catedrales de Sevilla (1903) y Oviedo (1906). Asimismo construyó piezas para varias iglesias de Barcelona, para el Palacio Güell (1892) y para el monasterio de Montserrat (1896).
Entre 1882 y 1912 construyó los órganos de numerosas iglesias vascas. Así los de Santa Ana de Durango, Santa María de los Reyes de Laguardia, San Cernin de Pamplona, San Vicente de Barakaldo, San Sebastián de Soreasu de Azpeitia, Santa Maria de la Asunción de Errenteria, San Miguel de Vitoria, San Vicente Mártir de Abando de Bilbao, la catedral del Buen Pastor de Donostia, Santa María la Real de Zarautz y de las parroquias de Arizkun, Hernani, Zumarraga, Markina, Zegama, Mutriku, Ituren, Hondarribia, Albistur, Legazpi, Orduña, Mendaro o el de la basílica de Nuestra Señora de Arantzazu.
Amezua fue el maestro de toda una generación de organeros que continuaron su labor a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Entre ellos podemos citar a Pau Xuclá, Lope Alberdi, Gaitá Estadella, Francesco Aragonés, Leocadio Galdós, Luciano Cauqual, Fermín Olaciregui, Carmelo Loinaz, Julián Elizburu, Rafael Puignau, Pere Pagés, Martí, Blas Beracoechea y Remigio Urrutia.