Pintoreak

Alvira Palacios, Fermín

Pintor y restaurador. Nacido en Pamplona en 1972.

Licenciado en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco en las especialidades de pintura y restauración, ha trabajado en múltiples proyectos como restaurador en Navarra, Guipúzcoa, Perú o México. Asimismo cuenta con una gran experiencia como comisario y coordinador de exposiciones sobre todo a través de la empresa Área Cultural en la que trabaja. Ha realizado varias exposiciones individuales y colectivas principalmente en el País Vasco y Navarra y ha sido seleccionado y premiado en numerosos certámenes como el del Ayuntamiento de Abanto-Zierbana en Vizcaya, el Jóvenes Artistas de Pamplona, el Premio Navarra de Pintura del Gobierno de Navarra, el certamen Encuentros de Pintura del Instituto Navarro de Deporte y Juventud o el concurso de Pintura al Aire libre que convoca la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, entre otros.

En cuanto a su pintura, se caracteriza por su simplicidad y fuerza pictórica al mismo tiempo. Simplicidad porque trata de crear con el mínimo de elementos y fuerza porque sus obras consiguen transmitir belleza, lirismo y una cierta poesía. Muchos de los cuadros que pinta Fermín Alvira son cuadrados, una forma plástica que le permite la búsqueda del equilibrio, una de las constantes de su trabajo. Esa armonía que persigue a veces viene dada por el color, otras por la composición y en muchos casos por la postura que adoptan sus personajes. Fermín Alvira domina el dibujo, pero también dibuja con el color y sobre todo con el no color, con la eliminación de lo superfluo y con la utilización del blanco del lienzo como un color más del fondo. Le interesa la realidad para partir y llegar a ella pero no para retratarla, por eso a veces la quiebra y la fragmenta y la pone en relación con otra realidad diferente. La Naturaleza y el ser humano son dos de los elementos principales de su trabajo. En esa relación, las figuras que pinta Fermín Alvira, casi siempre femeninas, humanizan la naturaleza. Frecuentemente aparecen retratadas de espaldas, en un gesto que es un guiño al espectador, ya que la mirada del personaje de los cuadros nunca coincide con la del espectador.