Ablitas conserva su casco urbano, presidido por las ruinas de su castillo, con casas de pequeño tamaño de una sola planta en su mayoría. Sus estrechas calles han sufrido los efectos de la modernización, pero todavía se mantienen viviendas de ladrillo de aspecto típicamente señorial, todas ellas con balconadas de hierro en su piso principal. Su apretado caserío, tiene como centro la Plaza de los Fueros. En el número 10 de esta plaza, se encuentra lo que fue la antigua Casa Condal. Tiene tres pisos de ladrillo, dotados de un balcón y un escudo del siglo XVIII, en la parte central. En el número 1 de esta misma plaza, se halla otra casa blasonada que en la actualidad hace las funciones de ayuntamiento. El Castillo de Ablitas domina el conjunto de la población y en la actualidad se conserva en ruinas, manteniéndose únicamente en pie la Torre del Homenaje; se trata de una obra en piedra de sillería erigida sobre la roca, con una sala circular de casquete esférico cubierto de cerámica esmaltada (siglo XII). El origen de esta fortaleza se remonta a finales del siglo XIII. Otro de los elementos civiles más significativos, es el actual Despoblado de Pédriz, perteneciente al término municipal de Ablitas y que fue una antigua villa conquistada por Alfonso el Batallador. En él, se mantienen los restos de un antiguo castillo defensivo, así como elementos estructurales de la Iglesia de San Juan Bautista, fechada en el siglo XVI. En lo referente a la arquitectura religiosa, destaca la Parroquia de Santa María Magdalena ; de diversas fases constructivas, el resultado es el del un templo de estilo gótico-renacentista, aunque se continuaron realizando ampliaciones en los siglos XVII y XVIII. Posee tres naves sobre bóveda estrellada de nervios mixtilíneos. La cabecera, está cubierta con un cascarón, ornamentado con motivos geométricos propios del siglo XVII. En el siglo XVIII, se completa la remodelación anterior cubriendo la nave del Evangelio con una bóveda de arista. En cuanto al exterior del templo, sus características son de un orden muy simple, con muros de piedra en la parte medieval y de ladrillo completando el resto. La fachada principal culmina con un frontón triangular, como único elemento ornamental. El conjunto cuenta también con una torre de cinco cuerpos adornados con matacanes medievales de piedra, y de ladrillo los añadidos en el siglo XVIII. El resultado es el de una torre fortaleza de carácter defensivo, cualidad que seguramente cumpliría dentro del recinto amurallado. En su interior se aloja como elemento ornamental, el retablo mayor de mediados del siglo XVII, realizado por Francisco de Gurrea. De traza manierista, está compuesto por un doble banco de un único cuerpo, formado por columnas con capitel compuesto.