Arquitectura

Palacio Miramar

Residencia de la Familia Real española en San Sebastián (Gipuzkoa).

Las obras dieron comienzo en junio de 1889 y se dieron por terminadas en junio de 1894. Para disponer de terreno hubo de adquirirse multitud de trozos pequeños y hacer una desviación de la carretera que hoy pasa bajo la finca en túnel de 100 metros de longitud por 14 de anchura. El autor de los planos fue Selden Wornum y el arquitecto municipal José Goicoa, que fue director de las obras, y el contratista, Benito Olasagasti.

El carácter adoptado para la contratación fue el tipo inglés de cottage de la época de la reina Ana, combinado con el estilo gótico. En la planta baja se situaron las piezas de recepción, la antesala, hall, sala de espera, vestíbulo, billar, gabinete de lectura y comedor, todas ellas muy bien decoradas, aunque sobrias, sin lujo. El piso principal se destinaba a las habitaciones de la familia real y de las damas. En el piso segundo se situaron los cuartos de servicio. Otro edificio, separado del palacio por una galería, se destinó a las cocinas, dependencias y habitaciones de la servidumbre. Las cocheras y caballerizas, capaces para cincuenta caballos, se construyeron también dentro de la finca que además contiene cuartel de miqueletes, portería, casa de jardineros y vaquería.

Al morir la reina María Cristina (1929) y, sobre todo, con la llegada de la República fue abandonado. Fue abierto al público hasta 1935 en que una moción presentada al Pleno Municipal acordó devolverlo a Alfonso XIII. Posteriormente, con la muerte del rey, llegó la repartición de la finca. Durante cinco años fue utilizado como colegio para el príncipe Juan Carlos y su hermano Alfonso. Gestiones iniciadas el año 1965 entre el Instituto Francisco de Ibero, asociación nacida al cobijo de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, y el conde de Barcelona, culminaron con la compra de la finca por el Ayuntamiento de San Sebastián, en 1971, por la cantidad de cien millones de pesetas, quedando abierto al público.