Religiosos

MANTEROLA PÉREZ, Vícente

Célebre orador sagrado y político nació en Donostia-San Sebastián el 22 de enero de 1833 y murió en Alba de Tormes el 24 de octubre de 1891. Estudió (1846) la carrera sacerdotal en el seminario de Pamplona / Iruña. Terminada la misma, se dedicó a la enseñanza del latín, griego y retórica en diversos seminarios, así como en el instituto de Donostia-San Sebastián. Pronto se destacó como orador, lo que le llevó a recorrer gran parte de la península. En sus discursos combatió el modernismo, la filosofía alemana (hegelianismo, krausismo, marxismo). Acérrimo defensor de la confesionalidad católica del estado y enemigo furibundo de las demás religiones, en 1869 fue elegido diputado a Cortes por Gipuzkoa por la candidatura de «Unión Católica». Sus intervenciones en la cámara fueron muy comentadas, en especial su discurso del 12 de abril de 1869. Francisco Cañamaque escribirá que, cuando Manterola habló «la Cámara comprendió, desde luego, que el adversario era temible y que Castelar tendría que hacer un esfuerzo» (Los oradores de 1869, Madrid, 1879, p. 110). Al acabar su serie de discursos en defensa de los derechos de la Iglesia, se retiró de las Cortes y no volvió a intervenir en ellas hasta el 31 de enero de 1870, para impugnar el arreglo parroquial. Aurrerá de Donostia-San Sebastián (periódico liberal) dijo comentando esta conducta: «Le cuadraría mejor el nombre de diputado del clero que el de diputado de la provincia de Guipúzcoa». Sus actividades conspiratorias a favor de la causa carlista le obligaron a vivir algún tiempo en Donibane Lohitzune donde siguió trabajando al mando de la Junta Foral carlista vasconavarra. En el verano de 1872 fue detenido por la policía gubernamental francesa y conducido a la prisión parisina de Cherche Midi de donde sale, vía Bélgica, por la intercesión del embajador de París, Salustiano de Olózaga. Vuelto a Donibane Lohitzune constituyó un comité europeo de ayuda al carlismo en armas. Sin ahorrar esfuerzos, marcha también a Inglaterra en julio de 1872 a entrevistarse con el obispo Manning. Luego pasa a Bélgica para hablar con el obispo de Malinas, resultando al parecer ambos poco afectados por los argumentos del canónigo. En 1874 va al Vaticano a protestar contra la presentación de obispos hecha por la I República. Sus relaciones con el pretendiente D. Carlos no siempre fueron buenas. El príncipe se siente importunado por el excesivo ultramontanismo de Manterola, por su candidez y por su falta de sentido común del mismo («No sé si tiene la cabeza firme» escribirá D. Carlos en sus Memorias y Diario de Carlos VII, Madrid, 1957, p. 314). También molesta en el donostiarra su enorme iniciativa que le lleva a entrometerse donde no debe (ej. el «affaire» Santa Cruz). Al final de la guerra, cuando la Restauración canovista barre las posibilidades de D. Carlos, Manterola reside en Bergara, al servicio del seminario y de los heridos de guerra. Allí predicó, asimismo en las Cortes de Estella y Durango. Al acabar la guerra se expatria, volviendo al cabo acogiéndose al indulto alfonsino. Entre los cargos eclesiales que ocupó, merecen señalarse los siguientes: canónigo magistral en Pamplona / Iruña y Vitoria-Gasteiz antes de la guerra, auditor general del vicariato castrense carlista y vicario general interino a guerra, durante la contienda. Después de volver del exilio fue canónigo de Toledo y Sevilla. Entre sus escritos figuran: Ensayo sobre la tolerancia religiosa en la segunda mitad del s. XIX, 1862; Sermón a su patrono San Prudencio..., Vitoria, 1865; El apostolado de Roma, su influencia benéfica desde el punto de vista político y social, o sea, Vindicación del poder extraordinario de los Papas de la Edad Media, Vitoria, 1869; Discursos pronunciados en las Cortes Constituyentes..., Vitoria, 1869; La Virgen Madre. Folleto de actualidad, Vitoria, 1869; Don Carlos es la Civilización, El espíritu carlista y Don Carlos o el petróleo, Madrid, 1871; El satanismo, Barcelona, 1879; Afirmaciones católicas, Madrid, 1884. En 1866 Manterola había fundado el importante Semanario Católico Vasco-Navarro que apareció desde esta fecha hasta 1873 en que su cariz partidista y la guerra hicieron imposible que continuara la publicación. Su prosa de marcado sabor barroco-eclesiástico aparece también en El Cuartel Real. En sus proclamas aparecen ya los términos «glorioso alzamiento nacional», «cruzada», lucha contra «la impiedad y el comunismo», etc., de larga vigencia en el nacional-catolicismo. Posee una estatua en los jardines del Buen Pastor de Donostia-San Sebastián ante la cual se congregaron después de la guerra de 1936-39 conspicuos carlistas y personales del régimen de Franco para rendirle homenaje.

Idoia ESTORNÉS ZUBIZARRETA