Investigadores

Dodgson, Edward Spencer

Vascófilo inglés, nacido el 19 de noviembre de 1857 y muerto el 9 de octubre de 1922.

Por lo que él mismo cuenta, sabemos que fue a principios de 1886 cuando empezó a interesarse por los estudios relativos a la lengua vasca, afición que no le había de abandonar por el resto de sus días. En este orden de cosas, nada descuidó de cuanto pudiera serle útil para alimentar su trabajo: largas y reiteradas estancias en las provincias vascas, asidua lectura de los viejos textos euskéricos, trato constante -de viva voz, y, sobre todo, por carta- con todo vascófilo o vascólogo que pudiera ayudarlo, gestiones continuas ante las personas más diversas que pudieran servirlo en sus investigaciones, visitas a numerosas bibliotecas, etc. A todo esto, era de un carácter por demás original y estrambótico, que lo empujaba a toda suerte de excentricidades. Víctima de su exaltación y de su manía persecutoria, solía decir que "la vascología era un martirio, y los vascos, los atormentadores de sus amigos". Azkue (pero no por su gran obra lexicográfica, sino por algunos otros pecadillos de su juventud) constituía una de sus principales obsesiones, recurriendo a expresiones como "¡Muera el Askuense!", o a versos como los que escribió al margen de un libro: ""Heuskararen / askena / izango da / Askuena."

Pero, al margen de las malas pasadas que le jugaba su genio excéntrico, Dogdson desarrolló una tarea inmensa, de notable utilidad para los estudios euskerológicos. Sus publicaciones relativas al tema son numerosísimas, comprendiendo folletos, traducciones, reimpresiones y un aluvión de artículos y notas, aparecidos en inglés, francés, español y euskera (cuando no en las cuatro lenguas mezcladas), en un sinfín de periódicos y revistas, de más o menos difícil localización. Empecemos por decir que Dodgson reimprimió viejos textos, como Eusqueraren Berri Onac, de Cardaberaz; Jesusen Bihotzaren Debozioa, de Mendiburu; y otros de Kapanaga, Mikoleta, Ochoa de Arin y Bartolomé de Santa Teresa. Reimprimió, asimismo, la obra de Leizarraga: Jesus Christi gure launaren Testamentu Berria (Londres, dos ediciones: en 1903 y 1908); pero su edición quedó bastante por bajo de la de Linschmann-Schuchardt. Falta por decir que sus reimpresiones de viejos textos van ilustradas de numerosas notas, eruditas y oportunas unas, de todo punto incoherentes otras.

Llevado de su pasión por el misterio de la milenaria lengua, Dodgson buscó y rebuscó libros y textos en vascuence por todos los rincones del país, llegando a ser uno de los hombres más versados de su tiempo en bibliografía vasca, como lo prueba su Supplément à la Bibliographie Basque (de Vinson) (1892) y los innumerables artículos que acerca de esta materia publicó en revistas y periódicos de diversas naciones. En este mismo orden de cosas recogió inscripciones no sólo en el País, sino también en otras regiones de la Península Ibérica, ofreciendo el fruto de sus búsquedas en diversos opúsculos, tales como Inscriptions Basques. Heuskarazko Scributoak. Aci da mea Iakin eta Boaz (Madrid 1896) y Epigrafía de Villafranca del Penadés (Vilafranca 1903). Pero con haber sido abundante y de no escaso mérito la labor de Dodgson como reimpresor, bibliógrafo y erudito en asuntos relativos a la lengua vasca, la obra fundamental de su vida, "trabajo de benedictino", que le valió el título de Master of Arts de la Universidad de Oxford, fue su concordancia de las formas verbales del Testamentu Berria de Leizarraga (La Rochelle, 1571). Es de lamentar que esta obra enorme se halle dispersa en una veintena de artículos, folletos y libros independientes, los que, al no haber extendido el autor un índice de todos ellos, resultan difíciles de identificar y localizar, incluso para bibliófilos consumados (cfr. un intento de enumeración de los mismos en J. de Urquijo: Vascófilos ingleses. A propósito de "Un libro de los vascos", de Rodney Gallop, en RIEV 25 (1934), pp. 611-615).

Dogson quiso también figurar como escritor y, sobre todo, como poeta euskérico. "Cada vez que se sentía en vena de lirismo -escribe G. Lacombe- tomaba la pluma para escribir versos en euskera. Los dedicó a las personalidades más diversas, al Papa Benedicto XV, a los monarcas españoles y a tantos otros. No olvidaba ni a los animales, habiendo dedicado un poema al perro del iberólogo Emile Hübner". Julio de Urquijo, en la referencia que reseñaremos más abajo, transcribe la traducción que en 1907 le remitió Dodgson de un poema de John Byron de hacia 1737, y alude, asimismo, a unas rimas euskéricas que dedicó al busto de la Dama de Elche. Su euskera, sin embargo, no era de una corrección perfecta, según el citado Lacombe, aunque, por otra parte, Julio de Urquijo le reconoce conocimientos del euskera superiores a cualquier otro euskerólogo inglés, que lo hacían capaz de imitar con rara habilidad el vascuence del siglo XVI. Al término de estas líneas -podemos concluir haciendo nuestras las palabras de Lacombe en 1923- es indudable:

"que la obra de Dodgson no puede ser utilizada sin una seria crítica. Pero quien tuviera el coraje de leerla de un extremo al otro, anotando cuidadosamente todo lo que en ella encontrara de ingenioso y, a las tantas, incluso de profundo, no perdería en absoluto su tiempo. Y es que, después de todo, es sólo lo bueno lo que cuenta. En fin, cabría preguntarse si no habría hoy mismo una laguna enorme en el instrumental de trabajo, del que disponen los vascólogos, caso de no haber existido un Dodgson. Y por todas estas razones, su nombre pasará a la posteridad".