En 1989 se inició un proceso de fusión de las dos Cajas guipuzcoanas, siguiendo la línea trazada por el resto de Cajas de Ahorro de la Comunidad Autónoma del País Vasco. El 23 de junio de 1990 las Asambleas Extraordinarias de la Caja de Ahorros provincial de Guipúzcoa (CAP) y de la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián (CAM) aprobaron dicha fusión, que quedó confirmada con la correspondiente Escritura el 1 de diciembre de ese mismo año. A partir de ese momento el nombre oficial de la nueva entidad es Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Gipuzkoa y San Sebastián-Gipuzkoa eta Donostiako Aurrezki Kutxa (Kutxa).
Se recorrió un camino que ya se había intentado transitar sin éxito anteriormente. En 1896, cuando se daban los primeros pasos de la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, en el proyecto inicial presentado por Wenceslao Orbea, se sugirió la posibilidad de unificar ambas Cajas y utilizarlas como si fuesen un Banco guipuzcoano que sirviera para apoyar las iniciativas provinciales en agricultura, industria y comercio. Durante años estas dos Cajas convivieron en buena armonía. Estaba establecido que cada una de ellas tenía un territorio propio, como así lo indicaba la normativa legal, coincidente con su propia denominación, San Sebastián, Guipúzcoa, aunque la Provincial tuviera su oficina principal en la capital. En 1936 ésta última intentó abrir una sucursal en el barrio del Antiguo, por lo que la CAM protestó. La guerra y las consecuencias de la misma dejaron las cosas como estaban, pero en 1944 volvieron a surgir problemas por las sucursales. La CAP, alegando que había que competir con los Bancos, que llevaban sus agencias a todos los lugares buscando la cercanía de comercios, empresas y particulares, abrió una en Gros (1944) y otra en el Antiguo (1945). Por su parte, la C.A.M. extendió su red de sucursales por la capital e inició su expansión por la provincia, con oposición esta vez de la Provincial. Una Resolución Ministerial (15-2-1947) dio la razón a la CAM, a la que concedió autorización para poder abrir en cualquier punto de la provincia. Con el propósito de evitar esa situación, en 1943, José Beñarán, director de la CAP, había propuesto la fusión de las dos Cajas, que hasta entonces habían intentado no hacerse la competencia pero que, por esa misma razón, veían limitadas algunas de sus iniciativas. Unos años más tarde, los órganos directivos de ambas Cajas mantuvieron conversaciones con el objetivo de alcanzar ese fin, pero el proyecto no prosperó. La fusión no llegaría hasta 1990, en un entorno totalmente diferente pero en el que la competitividad era la nota predominante, cuando no había una esquina de una plaza o un cruce de calles sin una sucursal de un Banco y/o una Caja en cualquiera punto de la capital y la provincia.