Historiadores

Azcona Díaz de Rada, José María

Escritor, bibliófilo e investigador navarro. Nació en Tafalla el 17 de Febrero de 1882, murió en la misma localidad el 1 de Junio de 1951.

Estudió filosofía y Letras. Fue miembro de la Institución Príncipe de Viana y Correspondiente de la Real Academia de la Historia. Ejerció los cargos oficiales de alcalde y diputado a Cortes. Vivió y murió en Tafalla el 1 de Junio de 1951. El 20 de enero de 1956 se le dedica un homenaje al que asisten representantes de las diversas sociedades científicas del País. Cuenta en su haber de historiador y literato varias obras como Clara-Rosa, masón y vizcaíno (1935), interesantísima biografía del fraile Juan Antonio Olabarrieta; Zumalacárregui (1946), con un estudio crítico de las fuentes históricas, y Bibliografía de San Francisco Javier (1952), además de varias inéditas como una biografía del guerrillero Renovales. Este especialista de nuestro siglo XIX ha prologado y anotado varias obras, entre ellas los Recuerdos de la Guerra Carlista del príncipe Félix Lichnowsky. Artículos suyos aparecieron principalmente en el "Boletín de la Comisión de Monumentos de Navarra", "BSVAP", en la RIEV, Rev. "Príncipe de Viana", etcétera.

Tras haber sido alcalde de su localidad, Azcona, jefe natural de los liberales tafalleses, derrotó a los carlistas en 1914 como diputado electo a Cortes.

José María Iribarren, que lo conoció bien, le dedicó estas interesantes líneas (Revoltijo, Col. Diario de Navarra nº 16, Pamplona, 1980):

Fue un erudito de la mejor estirpe. Porque su erudición era la erudición viva y fluyente del buen conversador. La erudición amable y sugestiva salpicada de citas y anécdotas, profundamente humanas. Y fue un bibliófilo -de los mejores que haya habido en España- que a fuerza de constancia y afición consiguió reunir en su casa solar de Tafalla la mejor biblioteca particular de Navarra y una de las más completas e interesantes de España, sobre todo en lo referente a la historia de nuestro atormentado siglo XIX, que él llegó a conocer mejor que nadie.

Tan buen bibliófilo era, que llegó a convertirse en bibliómano. Y su cariño apasionado por los libros le llevó a dedicarse al arte noble de la encuadernación, en el que hizo primores de maestro.

Pero José María Azcona, además de erudito y coleccionista, fue un escritor originalísimo y un admirable investigador. Escribía con gracia y soltura, y, a pesar de su vasta erudición, su prosa era la prosa sencilla y pintoresca del que, conociendo el valor categórico de la anécdota, la utiliza a menudo para darnos el perfil de una época o rasgo decisivo de un personaje.

Pera un tafallés de corazón que sentía la nostalgia de su pueblo y que la reflejó más de una vez en sus artículos del "Diario Vasco" (con el seudónimo de "Fray Gerundio" y en los de "La Voz de la Merindad").

A comienzos del siglo XXI, su valiosa Biblioteca, adquirida por el Gobierno de Navarra, permanece aún en Tafalla sin acceso público.