Matemáticos

Mas, Gerónimo

Matemático y profesor del Real Seminario de Bergara. ¿?- Málaga, 1804.

"Persona de clara inteligencia, constante y tenaz en el esfuerzo; su formación científica estuvo muy por encima de lo usual y corriente en aquellos tiempos"; así define Leandro Silván al profesor quizá más dinámico y avanzado, en lo que a la enseñanza de las ciencias hace referencia, del Real Seminario Patriótico Vascongado de Vergara.

Pero no es por su dinamismo y personalidad que se le biografía aquí, sino por la forma como llegó a algunas de sus contribuciones; porque ilustra de manera sobresaliente un estilo de entender la modernización científico-técnica que tiene que ver con uno de los objetivos que se han perseguido a lo largo de los siglos en el País Vasco: el de la europeización de la ciencia y la técnica vascas.

Poco de sabe de los comienzos de Mas. De origen valenciano, en septiembre de 1776 fue nombrado, a partir de ciertos informes reservados, cuya autoría se desconoce, Maestro de Matemáticas, en principio provisionalmente, aunque a la postre se mantendría durante 18 años, hasta la dispersión del Seminario, en 1794, enseñando también física y química.

Por entonces Louis Proust (1754-1836) y François Chabaneau (1754-1842) ya habían introducido sus avanzados programas de física y química en las aulas de Bergara. Chabaneau expuso en su Introducción al curso de Física algunas ideas que fueron luego muy criticadas, por destilar 'pedantería' y 'materialismo', como el que "las matemáticas sin las aplicaciones físicas son simples especulaciones". A superar ese programa de enseñanza aspiró Mas.

No es posible apreciar la naturaleza de sus aportaciones sin tener en cuenta su Plan y método para la enseñanza de las Matemáticas, presentado en 1779, pero que, con algunas modificaciones, no vio la luz en los Extractos hasta 1785. Mas denunciaba el atraso español en la enseñanza de las disciplinas físico-matemáticas y para remediarlo recurría a los "mejores autores y métodos que tratan de la matemática", de manera que se "tenga presente lo mejor que ha salido en la Europa, para que...sirva de modelo a toda la nación, con aplauso de las extrajeras" -se constata, por tanto, que la apertura hacia Europa no es algo exclusivo del presente-.

Cuando Mas redactó su programa, muchos matemáticos consideraban que su ciencia había que entenderla como disciplinas o compartimentos estancos, y en sus manuales se observaba ese enfoque. Importante en este sentido fue la integración por Mas de disciplinas tan variadas como la aritmética, la geometría, la mecánica, la hidráulica, la óptica, la astronomía, la fortificación, la arquitectura civil, etc., en un único programa, que logró demostrar que fundamentos básicos de cálculo y geometría tenían aplicación en disciplinas -matemáticamente- interrelacionadas entre sí. Entre las fuentes en que se inspiró, figuran el Examen Marítimo de Jorge Juan y las obras de Benito Bails, Bernouilli y D'Alembert.

Da idea de la amplitud de miras de Mas el que, en respuesta a las críticas vertidas por algunos socios de la Bascongada, que le tildaban de ser demasiado proclive a "la abstracción y el cálculo", les convidó a que se pusiesen en contacto con, ni más ni menos, D'Alembert, el coautor, junto a Diderot, de la prestigiosa Enciclopedia, el único que, según decía, podía juzgar su sistema de enseñanza. Al parecer, ese contacto existió; sea como fuere -D'Alembert murió en 1883-, la anécdota pone de manifiesto el convencimiento de Mas de que su plan se adecuaba 'a lo último' de la ciencia en Europa, aunque, también, que la formación de los alumnos antes de ingresar en el Seminario no era la idónea.

A mediados de 1787 Chabaneau abandonó Bergara, quedando vacante la cátedra de química que éste desempeñaba. Mas se ofreció para ocuparla, si bien a condición de que se le sufragara una estancia en París, para ampliar sus conocimientos.

En junio de 1787, partió para Francia, iniciando la estancia que le permitiría conocer la nueva teoría química de Lavoisier. Regresó en abril de 1789, habiendo adquirido entre tanto el nuevo instrumental para el Laboratorio de Química y el Gabinete de Física, en particular -decía- aquellos aparatos "concernientes a los gases o fluidos elásticos, sin los cuales no se puede dar un paso en la Chimica moderna". En seguida inició sus clases tal y como había advertido en París, impartiendo la "nueva química" y comenzando a utilizar nuevamente el laboratorio, lo que hizo que aumentase considerablemente las matriculaciones en ciencias experimentales. En 1790 preparó sus lecciones a partir de los Elementos de química de Fourcroy -de la 4ª ed., de 1789-, el libro de texto que significaba lo más avanzado publicado hasta la fecha en Francia. Se podía hablar de cierta difusión de la nomenclatura moderna en España, es cierto, pero Mas supuso uno de los primeros, si no el primero, en enseñarla.

A pesar de su inexperiencia en las ciencias físico-químicas, los planes de Mas por mejorar su enseñanza contaron con un apoyo casi unánime. Una amplia mayoría de la Junta de Amigos optó por la nueva química de Lavoisier y aprobó el Plan General de Física y Química presentado por Mas en 1791. Detrás de este hecho se encuentra el éxito de Mas en convencer a los Socios de que la adopción de las leyes y conceptos de la nueva química era el camino adecuado para adentrarse en el proceso de europeización. Y es que Mas presentó su Plan con el apoyo explícito de las tres máximas autoridades que entonces existían en la materia: Lavoisier, Bertholet y Fourcroy, los tres, miembros de la Academia de Ciencias de París, con quienes estuvo en contacto (también estuvo con Lalande, Morveau y Arcet); es decir, disponía de un respaldo sin igual. El escrito de aprobación que redactaron los tres ilustres contenía afirmaciones como la de que "no dudamos que este plan producirá grandes ventajas para los mayores adelantamientos de la Mineralogía y de todas las Artes que dependen de la Chimia".

La dispersión del Seminario, en 1794, puso fin a la experiencia científica más brillante jamás habida en el País Vasco. Mas se trasladó al Instituto de Gijón que Jovellanos acababa de fundar, y, de aquí, al Colegio San Telmo de Málaga, lugar en el que fallecería, en 1804, por una epidemia de fiebre amarilla.