Arquitectos

Zabalo Ballarin, Pablo

Arquitecto. San Sebastián, 8 de junio de 1893; San Sebastián, 9 de junio de 1961. Arquitecto, pintor y dibujante, y uno de los profesionales locales más activos de su época.

Hijo mayor de Diego Zabalo, comerciante marítimo, y Josefa Ballarin, tuvo otros once hermanos: Luis, María, Antonio, José, el dibujante John o Juan, conocido como Txiki, Felipe, Santos, Ricardo, Carmen, Mercedes e Ignacia, también dibujante. Pablo obtuvo el grado de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Madrid el 5 de diciembre de 1918, tras iniciar sus estudios en el curso 1909/ 1910. Seguidamente se estableció en su ciudad natal, donde contrajo matrimonio con Dora Aguirre, y tuvo seis hijos: Teresa, Xabier, Lore, Mikel, Amaia (Religiosa de las Almas del Purgatorio) y Belén. Entre el 1 de abril de 1922 y 1 de octubre de 1923 fue el octavo teniente de alcalde nacionalista de San Sebastián, y formó parte de la comisión permanente de obras del consistorio. No aceptó la invitación para formar parte del pleno constituido el 26 de febrero de 1930. Al menos en 1934 fue arquitecto municipal de Alza, localidad todavía no anexionado a la capital guipuzcoana. En 1937, con motivo de la Guerra Civil, se exilió al País Vasco francés, y allí permaneció en las localidades de Ziburu, San Juan de Luz y Ustaritz. En 1938 embarcó en el barco Oropesa desde el puerto francés de La Rochelle hacia Chile, donde en 1939 convalidó su título de arquitecto, gracias a las facilidades ofrecidas por el gobierno de aquel país. En 1942 el régimen dictatorial establecido en España le suspendió en el ejercicio de su profesión de manera similar a como lo hizo con otros profesionales contrarios al nuevo gobierno. En 1948 regresó a San Sebastián donde fijó su estudio y residencia hasta su muerte.

Zabalo construyó, principalmente, viviendas: reformas y ampliaciones de pisos, casas de vecindad y villas, que se encuentran en Santiago de Chile, San Sebastián, en las localidades cercanas de Alza y Pasaia y, en menor medida, en Hernani, Errenteria, Eibar, Irun y Tolosa, así como en Leza (Álava). En ellas siguió el eclecticismo de la época que utilizaba un repertorio de estilos y de elementos ornamentales en virtud del edificio a construir.

Entre 1918 y 1937, antes de su exilio, realizó un gran número de proyectos, especialmente durante la década de los treinta. Entre sus primeras obras cabría destacar la casa de vecindad que en 1926 erigió entre las calles Paseo de Colón 2 y Miracruz de San Sebastián para Emiliano Eizaguirre, uno de sus principales clientes. El comitente quería una casa destacada para lo que eligió una ubicación igualmente significativa según una arquitectura decorativa, especialmente en el coronamiento de la fachada. El encargo se extendió a los números 4 y 6 de la misma calle, donde siguió un conjunto regular y uniforme de similares características, al que se sumó otro encargo en el número 10, también en chaflán. Por lo que Zabalo definió el arranque de una de las calles más significativas de la capital guipuzcoana.

En junio de 1928 el arquitecto quiso ensayar el acercamiento hacia una arquitectura nueva en el proyecto de una casa de vecindad en la calle de Secundino Esnaola 7 de San Sebastián que, de haberse llevado a cabo, habría sido el primer edificio racionalista de la ciudad. Aunque finalmente se desechó a favor de un lenguaje menos depurado. El arquitecto se hizo eco así del racionalismo que estaban defendiendo José Manuel Aizpúrua, y su colaborador Joaquín Labayen, en obras y proyectos, algunos de las cuales se mostraron en la Exposición de la Asociación de Artistas Vascos que se celebró en la capital guipuzcoana en julio de 1928, y en la que también participó Zabalo.

Uno de los edificios más característicos de toda su trayectoria profesional, y de la arquitectura racionalista en el País Vasco, fue el Sanatorio antituberculoso de Leza erigido entre mayo de 1934 y agosto de 1935. El inmueble fue un encargo de la diputación de Álava, con la colaboración económica de la Caja de Ahorros provincial y el Instituto Nacional de Previsión, y durante su construcción estuvo acompañado de polémicas en torno a su contratación y lugar de edificación. El sanatorio inspirado en el pabellón antituberculoso que José Manuel Aizpúrua, Eduardo Lagarde y Manuel Sánchez Arcas presentaron al concurso de hospital para San Sebastián en 1933, se concibió como un solo bloque de gran desarrollo rectangular en altura. En la planta baja acogió los servicios comunes, y en el resto de pisos habitaciones individuales y dobles, que en lado sur se abrían a terrazas salientes independientes que conferían al proyecto una imagen muy característica. El edificio se coronaba con una terraza, en origen practicable, que a los lados estaba flanqueada por dos cuerpos que albergaban una sala de máquinas, un pararrayos y un reloj solar.

El racionalismo siguió presente en proyectos posteriores como el desaparecido frontón que realizó en el Paseo de Colón de San Sebastián entre 1935 y 1941. También en 1935 Zabalo inició el proyecto de la casa de vecindad de la Plaza Lasala 3 de la capital guipuzcoana que prosiguió José Manuel Aizpúrua y finalmente se finalizó en 1938 según una propuesta alejada de la modernidad. Asimismo cabría destacar la casa de vecindad del Paseo de Ramón María Lili 8 y 9, proyectada en 1935 y reanudada por el propio Zabalo a su regreso del exilio en 1949, según una estética racionalista mucho más depurada que en el edificio sanatorial.

Durante su exilio iniciado en el País Vasco francés la pintura cobró un lugar relevante en su actividad artística, aunque previamente ya había participado en alguna exposición. Una vez en Chile tuvo un papel destacado dentro de la comunidad vasca allí desplazada, realizando folletos, decorados, escenografías y vestuarios de representaciones folklóricas, como los del Festival Folklórico Vasco celebrado en el Teatro Municipal de Santiago de Chile en 1945. Asimismo trabajó con constructores de origen vasco erigiendo viviendas unifamiliares, la mayoría de ellas ubicadas en la periferia residencial de Santiago. Participó en las obras de reforma de la plaza "Eusko Enparanza" de la capital, y construyó tras su derribo la Iglesia Nuestra Señora del Pilar del Colegio Hispanoamericano de Santiago, el colegio de los Padres Escolapios donde estudiaban sus hijos junto con los de otros exiliados e inmigrantes. En ella destacan elementos ornamentales vinculados con la tradición vasca, aunque las obras se terminaron cuando Zabalo ya se encontraba de regreso en San Sebastián.

La tradición vasca estuvo igualmente presente en su libro Arquitectura popular del País Vasco, que se publicó en 1947 junto con Grafía y ornamentación de la rotulación vasca de su hermano John Zabalo, en la Editorial Ekin de Buenos Aires. La aportación de Pablo está firmada en Santiago de Chile el 15 de junio de 1945, y consta de dos partes. En la primera trata sobre diferentes tipologías arquitectónicas tradicionales (viviendas, prestando especial atención al caserío, iglesias y enterramientos), y la segunda consta de 76 ilustraciones que acompañan al texto. La colaboración editorial entre los dos hermanos prosiguió en el libro religioso Urte guziko meza-bezperak encargado a Nicolás Ormaetxea (Orixe). La obra fue impresa en 1950 y en años sucesivos en la localidad francesa de Tours. En ella Pablo y John se encargaron de las ilustraciones y los motivos decorativos de filiación tradicional que jalonan la publicación.

A su regreso del exilio americano Pablo Zabalo fijó su estudio y residencia en una casa unifamiliar construida por él en Ategorrieta, en San Sebastián, a la que puso el nombre de Villa Copihue, una flor autóctona chilena que recordaba los años vividos en aquel país. Fue una época en la que Zabalo tuvo dificultades para reanudar su actividad profesional que fue menos prolija que durante los años republicanos. De ahí quizás que la pintura tuviera una importancia destacada. Algunas de sus obras se exhibieron en 1953 en las Salas Aranaz- Darras de la capital guipuzcoana en la muestra que llevó por título "Pablo Zabalo- José Antonio Zumalabe". Asimismo Zabalo trabajó con algunas órdenes religiosas con las que había tenido relación antes de la guerra, y en varios encargos contó con la colaboración de su hijo Xabier Zabalo como aparejador.

Entre las obras de esta época destacan reformas y ampliaciones de edificios religiosos y viviendas, así como la construcción de casas vecindad y residencias unifamiliares. En sus proyectos mantiene una manera similar de entender la arquitectura a la desarrollada en años anteriores, en ocasiones adaptada a la nueva estética clasicista propugnada por la cultura arquitectónica oficial del régimen, y en otras, en los años finales de la década de los cincuenta, aproximándose a la modernidad que se estaba desarrollando. Algunas de las obras de estos años son la Iglesia rural de Endoia que se publicó en la revista Cortijos y Rascacielos en 1953. En el artículo firmado por él, y que bien podría resumir el eclecticismo de su arquitectura, Zabalo destacó las referencias a la arquitectura y decoración tradicionales vascas. También cabría citar el monumento a Ignacio Zuloaga, que realizó en 1950 en colaboración con el escultor Carlos Elguezua en Eibar, para quien entre 1953 y 1960 erigió su casa-estudio en Astigarraga. Una de sus últimas obras, ya cercana a la modernidad del momento, fue la residencia en Camino Elkano 13 de San Sebastián iniciada en 1959, y finalizada por Andrés Basterrechea Arzadun en 1964.