Léxico

UNIÓN EUROPEA. Regiones fronterizas

Desde hace mucho tiempo, las regiones fronterizas han sido el campo de pruebas de la integración europea e incluso la han anticipado, ya que las primeras formas reconocidas de cooperación transfronteriza se remontan a varios siglos atrás, Véase TRATADOS DE BUENA CORRESPONDENCIA Véase FACERÍA. Las situaciones fronterizas siguen siendo muy variadas en el interior de la Unión Europea. La geografía física y política, la historia, las lenguas, las culturas y las tradiciones intervienen como factores de integración o desintegración en función de complejas combinaciones.

El comienzo de la integración europea, con la firma del tratado de Roma por el que se creó la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957, proyectó en los espacios fronterizos nuevas dinámicas y la necesidad de afrontar nuevos retos y de superar progresivamente los efectos de las fronteras. El resultado fue una generalización de la cooperación transfronteriza con la voluntad tanto de resolver las disfunciones microeconómicas, sociales, espaciales y medioambienteales, como de aprovechar las oportunidades ofrecidas por la liberalización de los procesos macroeconómicos.

El fenómeno más característico de la evolución de las regiones fronterizas es la interacción constante entre factores de distinta escala (macroscópica y microscópica). Las lógicas económicas imperantes repercuten de un modo particular en el espacio fronterizo y obligan a los agentes económicos locales a adaptarse y transformarse permanentemente. En el ámbito institucional y reglamentario, las cooperaciones transfronterizas, locales y regionales, dependen mucho de la voluntad de los Estados y, en consecuencia, adolecen aún de numerosas insuficiencias.

Las regiones fronterizas se convierten, de hecho, en el laboratorio de la construcción y de la integración europeas. El territorio de la Unión Europea incluye alrededor de 10.000 km. de fronteras, de las cuales el 60% son fronteras intracomunitarias y el 40% fronteras externas. En consecuencia, alrededor del 15% de la superficie del territorio de la Unión puede considerarse perteneciente a regiones fronterizas, y en él vive el 10% de la población total.

Donde el nuevo contexto de la Unión Europea introduce una mayor diversidad es en las regiones fronterizas externas; entre ellas cabe distinguir:
a.- Las regiones comunitarias que tienen fronteras con países integrados en el Espacio Económico Europeo y que han presentado su candidatura ante la Unión, fundamentalmente las regiones fronterizas con Noruega.
b.- Las regiones comunitarias que tienen frontera con Estado de la Asociación Europea de Libre Comercio ( A.E.L.C.) no miembro del Espacio Económico Europeo ni candidato a la Unión Europea. Se trata de las regiones de Alemania, Italia y Francia vecinas de Suiza.
c.- Las regiones comunitarias de Alemania, Italia Dinamarca y Grecia cercanas a los países del Este, comprometidas desde hace poco en un proceso de liberalización política y económica, o vecinas de otros terceros países.
d.- Las regiones comunitarias del espacio mediterráneo (España, Italia y Grecia) que tienen fronteras marítimas próximas a países del antiguo bloque comunista y a países del Sur y el Este del Mediterráneo.

La cooperación transfronteriza, que se inició en un principio en las fronteras más pobladas de la Unión Europea se enfrenta a tres retos: llevar a cabo la integración y la armonización a lo largo de las fronteras interiores, reducir los retrasos de desarrollo de las regiones más periféricas y contribuir a mantener unas buenas relaciones con los terceros países fronterizos de la Unión.

En la actualidad, se observa además una intensificación de las actividades transfronterizas de ordenación del espacio y de protección del medio ambiente. Las experiencias más antiguas se desarrollaron en el marco de convenios bilaterales, frecuentemente interestatales, que permitieron constituir Comisiones transfronterizas de ordenación del territorio (Alemania/Países Bajos, Alemania/Bélgica, Alemania/Austria, Benelux). Los procesos de descentralización administrativa desarrollados en numerosos países europeos durante las dos últimas décadas favorecieron una participación cada vez mayor de las entidades territoriales de escala regional y local en este proceso de ordenación concertada del espacio fronterizo, que en algunas zonas adoptó formas muy ambiciosas (esbozo de una ordenación territorial para el Benelux, plan de ordenación del espacio para la totalidad de la frontera germano-holandesa). Este tipo de ordenación concertada a lo largo de las fronteras prefigura procesos que deberían desarrollarse en los grandes espacios geográficos interregionales y transnacionales en los que tiene lugar un proceso activo de integración y cooperación.