Importante familia de religión musulmana afincada en el Alto Valle del Ebro entre los siglos VIII y X.
Tradicionalmente la historiografía ha establecido los siguientes hechos. Un conde cristiano, Casio, de la cuenca media del valle del Ebro, asiste a la llegada de las tropas musulmanas de Musa y Tariq, probablemente a finales del año 713 principios del 714. Durante este año o el siguiente, Qasi o Casio entra en contacto con Musa y hace el viaje a Damasco para su conversión a la religión musulmana.
Casio es el epónimo de los Banu Qasi. Debido a la parquedad de las fuentes, apenas sabemos nada de él y lo poco que sabemos ni siquiera se refiere exactamente a él, sino a noticias relacionadas con sus descendientes, que en la segunda mitad del siglo IX alcanzaron un destacado protagonismo en la región del valle del Ebro. Este silencio ha servido a la historiografía para construir una imagen del personaje que no se reconoce exactamente en las fuentes escritas. Esta construcción se apoya en dos pilares: primero, la atribución a este Casio por parte de Ibn Hazm del título de "conde en época de los godos" y, segundo, el estatus de los descendientes del conde, los Banu Qasi, durante la segunda mitad del siglo IX, que la historiografía ha retrotraído al momento de la conquista.
Su descendencia de conversos o muladíes, los Banu Qasi, iba a desempeñar durante dos siglos un papel político muy notable al servicio del régimen sarraceno de Córdoba en la zona media y occidental del valle del Ebro. Además en casi ninguna de las ocho o diez generaciones de esta estirpe de muladíes faltará el nombre de Muza, sin duda en memoria del jerarca árabe que había patrocinado a Casio. Pero también se reiterarán indicadores personales que, como Fortún o Lope, sugieren un precedente entronque genealógico con el linaje posiblemente dominante en la contigua demarcación pamplonesa.
Podemos distinguir tres épocas dentro de la historia de este linaje. La primera llegaría hasta el año 839, periodo del que debido al exiguo conjunto de noticias que aportan las fuentes no se dispone de un desarrollo completo de la familia. El segundo periodo comenzaría en 839 con la aparición de Musa ibn Musa como líder indiscutible del linaje y terminaría en el 907, muerte de Lub ibn Muhammad, biznieto del anterior, que marca el inicio del declive del linaje. Por último entre 907 y 924 con la desaparición política y militar de los Banu Qasi.
Durante el siglo VIII se mostraron fieles a los lazos de clientela que les unían al omeya Abd al-Rahman I y lo mismo a su hijo Hisham I (788-796), y no se sumaron a los movimientos levantiscos de Zaragoza. En este siglo no serían más que una familia poderosa, bien heredada y aposentada en lugares de la cuenca media del Ebro.
Después no volvemos a saber nada de los Banu Qasi hasta el año 788. Únicamente nos permite rastrear algo su pista la genealogía que proporciona Ibn Hazm. Por ella sabemos que los hijos de Qasi fueron Fortún, Abu Tawr, Abu Salama, Yunus y Yahya. De estos descendientes, llama la atención el hecho de que entre tanto nombre musulmán, uno de los hijos, probablemente el mayor, lo ostente cristiano y por añadidura pirenaico y no de origen godo. Ello hace sospechar que no se habían borrado los lazos culturales y de parentesco que les unían a las gentes del país.
En junio de 788, Musa ibn Fortún expulsa de Zaragoza al rebelde Said ibn al-Husayn Yahya Ansarí, quien se había alzado contra Hisman I y apoderado de la mencionada ciudad aumentando su prestigio entre la corte cordobesa. Durante el siguiente siglo los descendientes muladíes de Casio, enraizados patrimonial y políticamente en las riberas navarras del Ebro y custodios del flanco noroccidental de la "Frontera Superior" andalusí, iban a representar en paz o en guerra el poder interpuesto entre el soberano omeya de Córdoba y los Banu Enneco la estirpe de señores de Pamplona.
Durante estos años se produce una entente entre los Banu Qasi y la familia Iñigo, que se traduce en hechos como el nombramiento de gobernador de Pamplona (798-799) de un miembro de esta familia, Mutarrif ibn Musa ibn Fortun o la breve toma de Tudela (803). Mientras que los Iñigo se hallaban enfrentados con los pamploneses que se mostraban complacientes con la política expansionista de los francos, los Banu Qasi se hallaban fuertemente enemistados con el gobernador de la frontera, Amrus ibn Yusuf. Unos y otros estaban, pues, unidos por los intereses y resentimientos.
Esta alianza se fortaleció con lazos de parentesco. Parece que Oneca, madre de Iñigo Arista o Aritza, una vez viuda, casó con Musa ibn Fortun, de cuyo matrimonio nacería Musa ibn Musa, que años adelante sería el principal caudillo de esta familia muladí. Los diferentes acontecimientos posibilitan que durante los primeros decenios del siglo IX la frontera del Alto Ebro (Pirineo Aragonés, Pamplona y La Rioja) quedase repartida entre Aristas y Banu Qasi, que obraban en estrecha alianza con el emir.
Las primeras noticias acerca de Musa ibn Musa en el año 839 reflejan un importante relevo en el gobierno de la Frontera Superior de al-Andalus, confiriendo al linaje de los Banu Qasi un protagonismo en la región del que hasta ese momento las fuentes no se había hecho eco y que se prolongará hasta la primera década del siglo X.
La estrecha alianza entre Aristas y Banu Qasi, si bien protege a aquellos de cualquier ataque musulmán, les somete a los vaivenes de la política de sus inquietos aliados que se notará a partir de 840 con el distanciamiento de Musa con el emir, como consecuencia de las desavenencias en los nombramientos de gobernadores de Zaragoza y Tudela.
Este distanciamiento se agravó cuando en el año 841 Musa fue desalojado de Borja y tuvo que entregar Tudela, trasladándose a Arnedo. Acosado por el walí de Zaragoza, Harit, solicitó la ayuda de su cuñado García Iñiguez, hijo de Iñigo Arista, y ambos prepararon emboscadas logrando capturar a Harit. Para vengar la derrota y castigar la colaboración de los pamploneses, salió Abd al-Rahman II en campaña en el 842 contra Pamplona. Probablemente fue entonces cuando se concertó el amán de Musa con la condición de ser nombrado walí de Arnedo. Musa puso en libertad a Harit. Entonces se concertaría también el amán de Iñigo Arista.
La ruptura del pacto al año siguiente por parte de Musa provocó la más violenta campaña de Abd al-Rahman II, siendo derrotados y heridos el propio Musa e Iñigo Arista. En el 844 se produce una tercera campaña contra Musa y sus aliados vascones de Pamplona. En Tudela se somete Musa ibn Musa y de ahí se dirigió a Pamplona.
En años sucesivos se repetirá varias veces la misma historia: alzamiento de Musa y rápida sumisión tras una campaña de intimidación por parte del emir, y como derivación de la misma, una expedición de las tropas cordobesas para saquear el territorio pamplonés. Parece que la enemistad de Musa se dirigía más contra los delegados del emir que contra el propio emir. Éste a su vez, trataba de separar a Musa de sus parientes y aliados de Pamplona.
Tras la muerte de Iñigo Arista (851), los pamploneses estrechan relaciones el reino asturiano, cuya política secundan en ocasiones, apartándose un tanto de la amistad de los Banu Qasi. Mientras, Musa ibn Musa fue nombrado walí de Tudela y luego de Zaragoza y gobernador de toda la Marca, extremó su lealtad al emir. Cuando en 854 el rey asturiano Ordoño envió tropas para socorrer a los toledanos sublevados, el emir contó con el apoyo de Musa, en tanto que el asturiano se veía apoyado por el "rey de los vascones". Para castigar esta colaboración, el emir envió al año siguiente un ejército al mando de Musa, que saqueó las tierras de Álava.
El año 862 falleció Musa ibn Musa en lucha con su yerno. Con él desaparece una de las figuras más representativas de la época. Sus éxitos, dice la crónica de Alfonso III, hicieron que se le conociera como "el tercer rey de Hispania". A su muerte, su hijo Fortún se apresuró a reconocer la obediencia del emir, pero falto de las condiciones de su padre, ya no tuvo el destacado papel político y militar de aquél.
En 872 se producen nuevos levantamientos en el valle del Ebro protagonizados por los hijos de Musa ibn Musa. En ocho días los cuatro hijos de Musa (Fortún, Lubb, Mutarrif e Ismail) se apoderan de Tudela, Zaragoza, Huesca y Monzón. A pesar de lo espectacular de la acción, la ocupación de las ciudades resultó efímera. En el año 875 todos los hijos de Musa han fallecido, excepto Ismail, que se encuentra cautivo, y todas las ciudades han vuelto a manos del emir, donde de inmediato reinstala a sus gobernadores. El apoyo que el rey García Íñiguez y otras familias vascas habían prestado a la revuelta de los Banu Qasi, atrajo las iras del emir que se tradujo en nuevas campañas contra Pamplona y Álava.
Lo que estas acciones parecen demostrar es que no existe un único territorio ligado al conjunto de la familia, sino que existen miembros del linaje que disponen de un patrimonio propio. Las noticias de los autores árabes permiten conocer que algunos miembros del linaje consiguieron destacar y adquirir suficiente autonomía para gobernar sus propios territorios.
En los últimos años del siglo IX vuelven a producirse cambios importantes en la zona. Reina en Pamplona Fortún Garcés, en al-Andalus comienza un periodo de graves enfrentamientos internos y hacia el 880 un miembro de los Banu Qasi, Muhammad ibn Lubb, asume el liderazgo del linaje.
En una fecha cercana al 880 Ismail, último superviviente de los hijos de Musa se había lanzado a la ocupación de las principales ciudades de la zona, sublevándose contra el emir Muhammad, adueñándose de la ciudad de Zaragoza. Al fin de combatirle, el emir envía un ejército entre los que se encuentra Muhammad ibn Lubb, sobrino del rebelde, que había quedado relegado tras la muerte de su padre Lubb ibn Musa. En un encuentro en Calahorra en el 882, logró capturar a su tío Ismail y a sus primos, hijos de Fortún. De esta manera Muhammad ibn Lubb se hace con el liderazgo absoluto del linaje y acapara todo el patrimonio familiar (Zaragoza, Tudela, Arnedo, Valtierra y el castillo de San Esteban), con lo que amplió su territorio. Como contrapartida al apoyo del emir, el muladí entrega, no sin cierta resistencia, Zaragoza.
El hecho de que Muhammad ibn Lubb llegue al 885 con su liderazgo sobre el linaje perfectamente consolidado y contando con un importante patrimonio tiene una enorme trascendencia, habida cuenta del inicio de los graves conflictos en Córdoba. La completa ausencia del poder emiral en la Frontera Superior, propiciará el enfrentamiento global en la región de todos los poderes locales, en una fuerte competencia por apropiarse de la mayor cantidad de territorio. El Banu Qasi no reparará en el credo religioso de los atacados, haciendo víctima de sus agresiones tanto a musulmanes como a cristianos, en particular los de Pamplona.
Muhammad inicia una importante actividad en materia de construcción de fortificaciones en la frontera y luchará contra el reino de Pamplona con resultados catastróficos para sus gentes y las de Álava. Dominaba Tudela por conquista y el emir le había nombrado gobernador de Arnedo y Tarazona. Se apoderó de Monzón y Lérida, reconstruyó los castillos de Nájera y Viguera, construyó los de Falces y Caparroso. La fama y poder que iba consiguiendo fue, seguramente, motivo de su muerte a traición (898) y su cabeza enviada a Córdoba.
Sin embargo la muerte de Muhammad ibn Lubb no devolvió la paz a los territorios vascones, ya que su hijo y sucesor al frente del linaje, Lubb ibn Muhammad, mantuvo las hostilidades. Lubb se presentaba como digno continuador de la dinastía, siguiendo en todo los pasos de su padre. Derrotó (900) a los ejércitos pamplonés y asturiano en Borja. Los toledanos solicitaron su apoyo y le ofrecieron el mando de la ciudad, enviando él a su hermano Mutarrif, que fue proclamado señor de la misma (903). Poco después conquistó un castillo alavés, identificado con el de Bayas (903).
Es entonces cuando se produce en Pamplona un cambio de dinastía (905): a la familia Iñigo sucede la familia Jimena. En 907 Lubb estableció puntos de defensa para tener a raya al nuevo rey pamplonés Sancho Garcés I, pero éste le tendió varias emboscadas y en una de ellas fue muerto con muchos de los suyos. Con la muerte de Lubb se inicia el declive de los Banu Qasi, que desde entonces van perdiendo uno tras otro todos sus territorios. La jefatura del linaje no recae sobre su hijo sino sobre su hermano Abd Allah, lo que no evita perder parte de su patrimonio territorial a favor del rey Sancho García I. En 915 Sancho apresó a Abd Allah, que gobernaba en Tudela. Éste pudo ser rescatado a cambio de entregar Falces y Caparroso Esta dinámica de conquistas se verá frenada con la llegada en el 920 de Abd el-Rahman III.
Tras el éxito de esta campaña, Muhammad ibn Abd Allah con jurisdicción en Tudela, Nájera y Viguera, organizó una ofensiva pero el rey pamplonés atacó y conquisto Viguera (922), apresando a Muhammad que moría poco después. Tras dos décadas de derrotas, con su poder completamente debilitado y la práctica totalidad de su base territorial perdida, ya no despiertan ningún interés en Abd el-Rahman III, que en el 924 los traslada a Córdoba donde caen en el olvido.