Un pequeño grupo de personas con inquietudes arqueológicas decidió en 1962 comenzar unas reuniones anuales rotativas a través de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya en las que se estableciese un contacto real entre las personas que venían dedicándose a trabajar principalmente en arqueología de campo. Estas reuniones tendrían como fin primordial tratar los problemas generales que en las excavaciones se presentaban, evitar una dualidad de trabajos e impulsar estos estudios con unas directrices comunes. Desde aquella reunión celebrada en Lequeitio (Bizkaia) bajo la presidencia de don J. M. de Barandiarán se han venido celebrando las reuniones en forma rotativa.