Literary Figures

Etxepare, Jean

Mirikua. Mar Chiquita, Argentina, 1877 - Kanbo, Lapurdi, 1935.

Jean Etxepare Bidegorri "Mirikua" nació en Mar Chiquita (Argentina) el 30 de octubre de 1877. En 1883 viajó a Ipar Euskal Herria, y seis años después inició estudios religiosos en Larresoro. En 1893 comenzó a estudiar Filosofía, y parece ser que ya en aquella época la religión no le servía para saciar el deseo de conocimiento que vivía, hecho por el que comenzó a alejarse de la senda religiosa. Así lo explicó Luis Villasante:

"Se apodera de él una verdadera ansia por despejar todas las incógnitas. Sobre todo le atormenta el problema religioso (...) Larralde, uno de sus profesores, le dice que deseche esas tentaciones y siga fielmente a la Iglesia. Este consejo le hirió aún más" (1960: 300).

En 1894 viajó a Burdeos para estudiar Medicina y en aquella época leyó a algunos autores y filósofos del romanticismo tardío (Haeckel y Nietzsche, principalmente), textos que lo alejaron definitivamente del mundo religioso. Finalizó los estudios de medicina con la tesis doctoral Quelques remarques sur le jouer de pelota [=Algunas observaciones sobre el juego de pelota], trabajo en el que analizó las enfermedades relacionadas con la pelota vasca y los pelotaris. Una vez finalizados los estudios, fue nombrado médico de Aldude (Baja Navarra). Poco tiempo después, realizó el servicio militar y, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, tuvo que participar en ella como soldado. Parece ser que las duras experiencias vividas entre trincheras marcaron definitivamente su punto de vista sobre el mundo.

Al regresar de la guerra, viajó a Kanbo como médico y se casó. Fue nombrado miembro de número de Euskaltzaindia tras su creación en 1919, y también fue presidente de Euskaltzaleen Biltzarra durante algunos años. Falleció repentinamente el 9 de enero de 1935, cuando se dirigía a la casa de un enfermo en Kanbo.

A pesar de que su obra es breve (no publicó más que dos libros en vida), es un prosista fundamental de comienzos del siglo XX, especialmente por lo que respecta a Ipar Euskal Herria. Y es que se trata de uno de los pocos (y el más importantes) autores laicos de la época.

A comienzos del siglo XX comenzó a escribir en publicaciones como Eskualduna y Gure Herria de la mano de otros autores como Jean Hiriart-Urruty. Escribió sobre los temas que le interesaban y / o preocupaban. Como señala Villasante,

"Le gustaban temas poco tratados: relaciones internacionales, política francesa, finanzas, hipótesis o teorías científicas, la salud, etc." (1961: 301). Por otro lado, fundó el almanaque Eskualdun laborarien almanaka [=El almanaque de los campesinos vascos] junto a su hermano Piarres Etxepare, y en 1910 apareció el primer libro del médico de Aldude: Buruchkak [=Minucias].

Buruchkak recoge veinticuatro artículos que habían sido ya publicados en Eskualduna junto a dos nuevos textos. Son veintiséis textos, por lo tanto. Si bien Etxepare trató algunos temas correspondientes a la realidad en la que vivía desde un punto de vista tradicional, su búsqueda de conocimiento e innovación llevó al autor a realizar nuevas propuestas que asustaron a más de uno. Se trata de propuestas como la necesidad de mejorar la educación de las mujeres o de reflexiones sobre el mundo rural. En Buruchkak, concretamente, destacan dos textos (los dos textos que no habían sido publicados anteriormente en Eskualduna): "Nor eskola-emaile" [=Quién es profesor] y "Amodioa" [=El amor]. Son dos textos fundamentales de la literatura vasca del siglo XX, ya que, a pesar de haber pasado desapercibidos (además de haber sido censurados) hasta, prácticamente, nuestros días, constituyen un hito en cuanto a la temática. La publicación de dichos textos condicionó tanto el destino del libro como el del autor.

En ambos artículos Etxepare se mostró provocador, exprimiendo al máximo su progresismo, laicismo e ironía. Además, arremetió directamente contra el pensamiento general, oficial, conservador y políticamente correcto de la época. En "Nor eskola-emaile", por ejemplo, denunció la excesiva influencia y presencia que tenía la iglesia católica en la enseñanza, y reivindicó la necesidad de una escuela laica. Para percatarse de la importancia de la reivindicación, es imprescindible recordar la fuerza que la iglesia católica tenía en aquel entonces en los ámbitos socioculturales de Ipar Euskal Herria.

En "Amodioa", por otra parte, Etxepare rompió el tabú de la sexualidad empleando el humor. El médico de Aldude describió una reunión de amigos tras una comida en Biarritz, momento en el que hablan sobre el sexo y, concretamente, sobre algunas conductas sexuales (la homosexualidad, la zoofilia, etcétera). La mayoría de los investigadores modernos que se han ocupado de analizar la obra de Etxepare han destacado ambos textos, pero ha sido Ur Apalategi el primero en calificarlos como los primeros textos modernos de la literatura vasca.

El contenido de ambos textos fue visto como un gran exceso por las autoridades morales, religiosas, políticas y culturales del momento, quienes propusieron a Etxepare que retirara y no repartiera la publicación. Parece ser que la presión ejercida sobre Etxepare surtió efecto, ya que el médico, siguiendo los consejos (casi órdenes y amenazas), se limitó a regalar los libros a los más allegados que se acercaban hasta su casa. Su futura esposa recibió una copia del libro antes de comenzar a distribuirlo, y las consecuencias de dicho envío fueron desastrosas: la mujer rompió el libro y optó por hacer otro tanto con su relación.

Sin duda alguna, los acontecido con Buruchkak influyó notablemente en las actitudes de Etxepare durante los siguientes años. Vivió apenado y se mostró mucho más cauto. No publicó ninguna otra obra hasta la década de 1930. En 1941, ya muerto el autor, Piarres Lafitte preparó la reedición de Buruchkak, ya sin los dos textos que tanta polémica habían suscitado. La obra completa, es decir, la que incluye los dos textos censurados, no se volvió a publicar hasta los años 80, todavía con el prólogo que Lafitte había escrito cuarenta años atrás.

En 1934 se publicó Biribilez, obra que había ido apareciendo por capítulos en Gure Herria. En esta segunda obra, el autor hace de cronista en un viaje a través de Navarra y Gipuzkoa. Villasante, sin embargo, no llegó a ver "totalmente limpio" el libro:

"Aunque de apariencia inocente, si se repara un poco, también tiene su veneno. Una de las escalas de los viajeros fue la visita al Santuario de Loyola. Aquí introduce el autor a un jesuita que les habla contra los santos y contra San Ignacio" (1961: 301).