Villes

VILLAMAYOR DE MONJARDÍN

Con una silueta inconfundible, combinada con el cerro y el castillo, no se desarrolló de una forma planificada visible, aunque se dan una serie de calles principales. Las casas más notables son rectangulares, con la fachada en uno de los lados más largos, con tres plantas y tres huecos en cada una. Muchas son de piedra y argamasa, con piedra de cuenta en marcos de puertas y ventanas. [Ref. Caro Baroja "La C. en N.", III CAN, 1982]. En la c/ San Andrés nº 8 se emplaza una casa barroca de sillarejo de dos cuerpos y áticos adintelados. En la fachada se exhibe un blasón barroco de piedra, del s. XVII, sobre sirena, entre niños y leones y con yelmo por timbre. El nº 14 es un edificio semejante al anterior, con blasón de piedra rococó de la segunda mitad del s. XVIII, bordura de rocalla y yelmo por timbre. En las cercanías se localiza otra casa con escudo de piedra del s. XVII con cartelas de cueros retorcidos y yelmo. En las afueras de la población se sitúan los restos de un aljibe medieval de hacia 1200 con gruesos muros de cantería conocido como "Fuente vieja" o "Fuente de los moros", fue reconstruido en 1991. Junto a él, frontis de una fuente de sillar del s. XIX. En la roca de Monjardín se conservan algunos restos de la antigua fortaleza de los Banu Kasi. Respecto al arte religioso, destaca la Parroquia de San Andrés Data de la segunda mitad del s. XII y su planta románica deriva estilísticamente de San Adrián de Vadoluengo. Consta de gran nave con dos tramos y un tercero menor que se antepone al semicírculo del ábside, cubierto con bóveda de horno. El resto lleva bóveda de cañón de sección apuntada. Alzados sobrios con imposta como único sistema decorativo. Primitivo y reducido sistema de iluminación, conservándose la ventana axial y dos simétricas en los muros. A principios del s. XVIII, Francisco de Ibarra realiza la sacristía rectangular con bóveda de aristas de nervios planos que arrancan de una moldurada cornisa. El exterior, es un bello juego de volúmenes en el que alternan el semicilindro del ábside, de gran altura y articulado por cuatro esbeltas columnas que apoyan en basas circulares sobre plintos cuadrados, con la horizontalidad de la nave. Una imposta de tacos recorre todo el perímetro. A los pies, se abre la portada románica de arco de medio punto con cuatro arquivoltas que recaen en baquetones y columnas alternativamente. Estas tienen capiteles historiados. Sobre ellos, una imposta con ornamentación vegetal. La puerta conserva herrajes medievales. A los pies, por el lado de la Epístola, se levanta la esbelta torre barroca del s. XVIII. Se estructura en tres cuerpos; el primero macizo, el segundo con soportes circulares en las esquinas, pilastras cajeadas sobre basamento y vanos rectangulares con marcos mixtilíneos; el campanario de traza octogonal con pilastras cajeadas y vanos de medio punto culminados en óculos, da movilidad al conjunto. En la sacristía, se guarda una talla renacentista de comienzos del XVII de San Andrés, titular del antiguo retablo mayor. De esta misma época hay más tallas y una pequeña cajonería manierista;algunos ornamentos del s. XVIII y XIX; tres cálices y unas crismeras barrocas de plata sin decorar sobre patas de garra, y la gran Cruz procesional, de plata, forman el capítulo de orfebrería. Esta última pieza es una de las escasas e importantes muestras de la orfebrería medieval navarra, pues data del s. XII, si bien en su tratamiento se anticipan ya caracte res del gótico; se aprecian claramente en la figura del Crucificado, de rostro expresivista y con tres clavos, que ocupa el crucero de la cruz. En su reverso, el relieve del Cordero Místico con nimbo crucífero. En los brazos planos y rectos que rematan en triples lóbulos, dominan los temas vegetales de roleos y las fosetas laterales de cuatro pétalos así como las parejas de santos en los extremos de los brazos bajo arquillos de medio punto. En el coro alto, se conserva íntegra la mazonería desmembrada del retablo mayor. Obra de hacia 1600 de Pedro de Troas, dorada en 1625 por Bartolomé Díaz de Uterga. Tres cuerpos de 5 calles albergaban una extensa iconografía en la que se intercalaban bultos y relieves de temática diversa: temas de los milagros de Jesús en el basamento, e historias del Evangelio y diversos santos de particular devoción en la zona, en las calles. Ermita de San Esteban de Deyo o de Santa Cruz de Monjardín; antigua iglesia del castillo, muy modificada en época barroca. (Ref. C. M. N., M. de Estella).