Quartiers

SAN MARTIN

Antiguo arrabal de San Sebastián, hoy barrio de este nombre en pleno centro de la ciudad. Fue, hasta el derribo de las murallas en 1863, un lugar de edificaciones precarias ubicadas a la preceptiva distancia militar de las mismas. Poseyó un hospital de leprosos y de peregrinos jacobeos fundado por el señor de la casa solar de Urdinzo y dedicado a San Martín y además un cementerio y una fonda, la de Berdejo, de cieno renombre. Debido a su situación extramuros fue derruido en diversas ocasiones por las guerras: 1517, 1521, 1636, 1794, 1813 y guerra carlista. En este barrio se alojaban aquellas personas que llegaban a la ciudad después de la hora de cierre de las murallas, siendo sus pobladores habituales diversos artesanos como los curtidores, cordeleros, podavines, escabecheros, astilleros, tejeros, fabricantes de txakoli, aunque también los maleantes hacían escala en sus tabernas. Vicente Laffitte describe el barrio en la segunda mitad del siglo así: «Tenía un camino que formaba una calle angosta con cincuenta o sesenta casas, algunas bastante regulares; el hospital, una fábrica de curtidos, varios tejedores de cuerdas de cáñamo y otros oficios. No había iglesia y parece que por un San Martín que se adosaba en la capilla del hospital, se le dio ese nombre al poblado». En el arrabal residió el célebre espía Eugenio de Aviraneta, con su mujer Ana de Esperamons. Solía acudir a las tertulias de Goñi, Alzate o Errazu donde departía con personas como Serafín Baroja, Arizaga, Nazario Eguía y el general Van Halen. Posteriormente la cercanía del casco urbano, las necesidades comerciales e industriales (fábricas de velas, jabón, carruajes), la moda de los baños, hicieron pensar en el arrabal como un ensanche más de la ciudad. Habiéndose acercado en 1880 el ensanche Cortázar, a comienzo del siglo comenzó la edificación del nuevo barrio. Para efectuarlo, el contratista Juan Montilla instaló en 1888 el llamado «ferrocarril chiquito» para acarrear arena para los rellenos. De las viejas tabernas sobrevivió la posada llamada «Sebastopol». Una calle, la que abarca desde el Paseo de los Fueros hasta la Plaza Zubieta, recuerda, por acuerdo del 12 de septiembre de 1866, el nombre del viejo arrabal.

Ainhoa AROZAMENA AYALA