Médecins

Ruiz de Luzuriaga, José Santiago

Eminente médico "ilustrado", nacido en Zurbano (Álava). Debió de morir por el año de 1792, año en que desaparece su nombre en el Catálogo de individuos de la Real Sociedad Bascongada.

Después de terminar los estudios de Medicina, practicó con el médico Martín de Elgueta, su maestro, desde 1754 hasta 1758. Ejerció luego como médico titular en diversas localidades, sobre todo del País Vasco.

Así, lo vemos de cesante como titular de Villaro en diciembre de 1763, como médico titular en Lekeitio por el año de 1770 y en Logroño por el de 1771 . De esta ciudad pasó a Bilbao, donde ejerció de 1774 a 1783.

No contentándose con el ejercicio de su actividad profesional, Luzuriaga colaboró activamente en los desvelos de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País por elevar el nivel cultural de la sociedad vasca de su tiempo. Figuró ininterrumpidamente en los Catálogos generales alfabéticos de los individuos de la sociedad, que se incluyen en los tomos de Extractos de 1770 a 1791 y sobre eso enviaba comunicaciones e intervenía en sus trabajos. Así, cuando en las Juntas Generales de la Sociedad de 1777 Casimiro Ortega propuso crear un herbario o flora vascongada, Luzuriaga pudo intervenir alegando que tenía ya recogidas hasta 500 plantas con arreglo a las instrucciones enviadas, y a las Juntas de 1780 presentó una comunicación sobre dos asfixias o muertes aparentes ocurridas a un vecino de Bilbao, combatiendo de paso el abuso de enterrar a los accidentados antes de un riguroso examen. Por lo demás, podemos decir que Luzuriaga se interesó por todos los grandes problemas médicos de su época, figurando entre éstos, junto a los ya mencionados, los relativos a las epidemias, la reforma de la farmacopea, las aguas minerales, el uso del antinomio y, en fin, la variolización.

En la Biblioteca de la Real Academia de Medicina de Madrid, obran en efecto como suyos un Discurso sobre las epidemias y sobre algunos abusos en Medicina, otro sobre El uso del agua mineral ferruginosa de Aulestia, otro sobre Reforma de la Farmacopea y otro sobre La inoculación para prevenir las viruelas, todos ellos manuscritos. A las Juntas Generales de la Real Sociedad Bascongada de 1775, presentó además una comunicación sobre el Arte Obstétrico, en la que se traducía su preocupación por elevar el nivel de la asistencia que se prestaba a las mujeres en trance de parto, preconizando la sustitución de las comadronas por médicos titulados o, en todo caso, encareciendo la necesidad de elevar el nivel de formación de aquéllas.

Hemos de destacar el papel que desempeñó Luzuriaga en la generalización en el País Vasco de las prácticas inoculatorias. No sólo se constituyó en un apasionado defensor por escrito de la práctica de la variolización (que no dejaba por entonces de entrañar sus riesgos), sino que él mismo personalmente inoculó en gran medida. Comenzó practicándola sobre un hijo del conde de Peñaflorida en mayo de 1770 y sobre dos hijos suyos, uno de los cuales murió de resultas de las viruelas contraídas. No se amilanó por ello Luzuriaga, quien a las Juntas de la Real Sociedad Bascongada de 1772 presentaba una memoria titulada Colección de reflexiones y observaciones prácticas hechas en el País sobre la inoculación (no se incluye el texto en el vol. de Extractos correspondiente), continuando en practicarla masivamente en los años sucesivos, hasta el punto de que inoculó a 1.284 individuos, si hemos de creerle a Timoteo O'Scanlan, en el término de un año, poco más o menos.

Los manuscritos de Luzuriaga y sus comunicaciones en los Extractos de Juntas Generales de la Real Sociedad Bascongada vienen a ser un índice estupendo para asomarnos a la recia personalidad de este gran médico alavés, y sobre eso encierran un gran interés histórico porque nos dan a conocer la medicina que se practicaba entonces en el País Vasco. Diremos, ante todo, que Luzuriaga aparece en ellos como un hombre poseído por un altísimo concepto de la misión que le incumbía al médico en la sociedad, y que, sobre eso, se hallaba asistido por una elevada formación científica. Conocedor de los clásicos (Hipócrates, Galeno, Dioscórides, Celso, Plinio, Averroes, etc.) y de sus comentadores españoles (Valles y Santa Cruz), tenía además "un perfecto conocimiento de los clínicos de más autoridad de su época, de los cuales cita a Van Helmont, Sydenham, Hoffmann, Geoffrey, Freud, Baglivio, Boerhave, Van Swieten, De Häen, Haller, Störk, Le Sage, Clerk, Morton James, Schwenk, Tissot, Baume, etc., algunas de cuyas obras conoce inmediatamente después de su publicación". Buen indicio de su cultura, según Manuel Usandizaga Soraluce, venía a ser asimismo el hecho de que subrayase la utilidad del barómetro y del termómetro para conocer las mutaciones de la atmósfera como causa de la enfermedad.

Tenemos, en definitiva, que Luzuriaga, "a pesar de no ser durante mucho tiempo más que un médico rural sin contacto con ambientes científicos", no se resignó en ningún momento con ese sino, entregándose a un trabajo rutinario en su práctica, sino que acertó a trascender con su inquietud el estrecho marco local, manteniéndose en estrecho contacto con los hombres de ciencia de su tiempo y beneficiándose de sus progresos.

Referencia. Manuel Usandizaga Soraluce: Los Ruiz de Luzuriaga, eminentes vascos "ilustrados".Salamanca 1964, pp. 15-46.