Es una constante, a lo largo de la historia, la ambivalencia "ente protector-ente diabólico" de la cueva. En este otro relato del libro de Burgui se narra cómo Juan de Astiz, de 71 años, de la casa Moslonecoa de Irañeta, hallándose enfermo, se tira a una sima de Aralar, el 28 de marzo de 1765. "No paró hasta llegar a un espantoso paraje entre peñas, llamado Hudelfagoa, donde hay una horrible profundísima sima, cuya boca tiene cinco palmos de anchura, y cuya profundidad no se sabe hasta donde llega..." Al cabo de ocho días es rescatado sano y salvo tras varios intentos. "Se ofreció Jorje de Landa a bajar al profundo de la sima, asegurado con maromas, y efectivamente bien atado, y sostenido de sus compañeros por arriba, comenzó a bajar a ella; pero a brebe trecho, cuando ya le faltó la comunicación de luz, muy angustiado empezó a gritar que no se atrevía a proseguir en su descenso, por hallarse ya muy oprimido del susto...". Al ser preguntado por su alimento..