Lexique

PAISAJE (GEOGRAFÍA)

Geomorfología general del relieve de Euskal Herria. El territorio considerado tradicionalmente como País Vasco o Euskal Herria, depende hoy administrativamente del Estado francés (insertas Laburdi, Benabarre y Zuberoa en el Departamento de Pirineos Atlánticos) y del español (integradas sus Provincias en dos Comunidades Autónomas diferentes: Alava, Vizcaya y Guipúzcoa en la de Euskadi, y Navarra en la propia; más el enclave burgalés del Condado de Treviño). En total suma todo el territorio una extensión superficial de 20.657 Km2, repartidos de esta forma entre esas provincias: 10.421 de Navarra, 7.256 de la Comunidad de Euskadi (Alava, 3.047; Vizcaya, 2.210; Guipúzcoa, 1.997) y 2.987 de Iparralde (Benabarra, 1.336; Laburdi, 857; Zuberoa, 789). Los límites naturales de Euskal Herria se sitúan en el cauce del Adour por el Norte y Nordeste y en el del Ebro por el Sur: ciñéndose a una costa de unos 200 Km. de extensión por el litoral del Cantábrico. El levantamiento de la cadena pirenaica y de sus estribaciones hacia el Oeste (las que forman los principales cordales montañosos del Sur de Guipúzcoa y Vizcaya) ha producido una divisoria de aguas cantábrico-mediterránea. Poco más de una tercera parte de la superficie del País (algo más de 7.000 Km2.) se sitúa en aquella vertiente oceánica, y más de 13.000 Km2. de su suelo en la vertiente mediterránea, confluyente al Ebro. En la definición sintética del espacio vasco se emplean diversas expresiones como «depresión vasca», «Pirineo Occidental» u «orla vasca». Cuyo sentido restringido a una parte del País, por algo que sea peculiar en su geomorfología, se aplica a todo el territorio: siendo evidente el riesgo de estas generalizaciones, por lo abusivo, se las suele aceptar por consenso «didáctico». De ellas, se acepta como más usual la de «Pirineo Occidental», como referido al suelo vasco en su conjunto: aunque, evidentemente, sólo de hecho una parte no grande de Euskal Herria se integre de modo concreto en las estribaciones occidentales de esa Cordillera. El Pirineo Occidental, como término sinónimo del País Vasco, se caracteriza por la asociación de bajas montañas y mesetas escalonadas que, en cierto modo, le sirven de envoltura. En él se suelen distinguir, como unidades geográficas, relativamente uniformes: una región litoral (subdividible en tramos: de la desembocadura del Adour hasta la del Bidasoa; de ésta a la del Deba; y desde aquí hasta la ensenada de Castrourdiales); una depresión prelitoral con unas tierras bajas al Norte (en Iparralde), y una complicada orografía en la mayor parte del País· y una vertiente mediterránea con la serie de valles que, por la izquierda, confluyen en el Ebro. Ha señalado J. M. de Barandiarán como caracteres más notables de la región lo accidentado de su relieve y los abundantes contrastes que ofrece: consecuencia de la acción combinada de su estructura original con las posteriores erosiones. Dicho en otros términos, el fuerte rebaje de unos intrincados plegamientos cuya génesis y evolución no siempre son fáciles de determinar. Con todo, este paisaje accidentado y desigual en que «montañas en todas direcciones y estrechos valles y encañadas forman un relieve laberíntico en casi toda la extensión del país» presenta unos caracteres comunes que le prestan cierta unidad y justifican el término englobador en que se les incluye. Moderadas altitudes de sus sistemas orográficos, facilidad de pasos entre los valles y vertientes, y predominio de las formaciones cretácicas a cuyas expensas se ha desarrollado una red espeleológica que ha proporcionado excelentes refugios al hombre en el Paleolítico Medio y Superior,...(J. M. de Barandiarán 1953: 1 1-12). El Pirineo en su conjunto parece poder ser hoy interpretado, desde una perspectiva morfológica, como una cordillera de plegamiento sobre dos ejes -con una zona axial y otra pre-pirenaica, de edad y naturaleza geológicas muy diferentes- que «al llegar a la depresión vasca se unen y marchan paralelos hacia occidente para formar la Cordillera Cantábrica, en donde se van extinguiendo a medida que avanzan hacia el zócalo antiguo y se reduce el espesor de los materiales plásticos» (Solé 1952,1: 112). Es decir, como un sistema montañoso que termina en «manga ciega» y va lentamente desvaneciéndose hacia el Oeste. Resulta difícil marcar la estricta divisoria entre el Sistema Pirenaico y la Cordillera Cantábrica (¿acaso en el Valle de Mena?): pues ésta aparece constituida por pliegues alpinos modelados sobre sedimentos secundarios y terciarios que representan indudablemente (en opinión de L. Solé) las avanzadillas occidentales del Pirineo. Las formaciones geológicas básicas del País Vasco datan de la Era Secundaria, especialmente del Cretácico: a cuyas expensas se produjo la red de cavernas que pudieron emplear las gentes prehistóricas. Otras formaciones de la Era Primaria (sobre todo al Este, desde el oriente de Guipúzcoa, por el centro de Navarra, a Benabarra) o de la 'Terciaria (en una amplia franja centro-meridional: buena parte de Navarra con prolongación hacia el Oeste, en Alava) completan el mapa elemental de nuestra geomorfología. Sobre ese esquema se produjeron, en la Era Cuaternaria, diversos fenómenos de modelado del suelo, por erosión y arrastres. Los provocaron, con resultados limitados, los cambios de nivel de base del Cantábrico y algunos focos glaciares (por ejemplo, en la alta Zuberoa y al Nordeste de Navarra) y, con mayor amplitud, las corrientes fluviales tanto del Adour en toda su cuenca, como del Ebro y sus afluentes (el Bajo Zadorra, el Ega, el Aragón,...). La historia de la estructura de la Cadena Pirenaica es bastante compleja. Sobre los restos de la erosión de un territorio que fue modelado por los movimientos llamados hercinianos, a fines de la Era Primaria (son las potentes capas de pudingas permotriásicas de algunas zonas del País), se formaron fuertes acumulaciones de calizas en el Secundario que se plegaron entre el Eoceno Inferior (Luteciense) y el Oligoceno Final; por fin una poderosísima actividad cárstica ha formado, remodelándolo, un relieve accidentado y desigual. El relieve del Pirineo parece que se debe «más a una erosión reciente por las aguas corrientes de una penillanura antigua, levantada por una posterior elevación de conjunto, que nacido directamente de plegamientos» (Lamare 1956). Salvo en el lado oriental del Pirineo navarro, en que las cumbres sobrepasan altitudes de 2.000 metros sobre el nivel del mar, la orografía vasca está formada por elevaciones montañosas de escasa altura (las mayores cotas se sitúan entre los 1.300 y los 1.500 metros), organizadas en una orientación dominante Noroeste-Sudeste (bastante clara en las Encartaciones vizcaínas). Se alinean en forma de arco (es el llamado «arco vasco» y «orla vasca») cuyos hitos sucesivos de Oeste a Este serían las sierras de Salvada, Arlaban, Elgea, San Adrián, Urbia y Aralar, surgiendo luego un hiatus en el Valle de la Ulzama hasta el Pirineo navarro y el macizo de Arbailla. Ante ese arco calizo fundamental y hasta la costa (a unos 40 Km. de distancia) se escalonan otros núcleos montañosos de menor altitud: los macizos de Izarraitz y del Ernio son ejemplos típicos. En tanto que al sur del «arco vasco» otras sierras -orientadas en general de Oeste a Este- (Montes de Vitoria, Urbasa, Andia,...) se alzan sobre el valle del Ebro y vierten a él sus aguas. En Iparralde la Zona de costa (más amplia, baja y uniforme, acantilada al Sur; de transición a las Landas a partir de Biarritz-Bayona) da paso a una compleja estructura orográfica cuyo jalón más occidental sería el pico de La Rhune y que ocupa la mitad Sur de Laburdi, Benabarra, Zuberoa y el Norte de Navarra. La activa erosión sobre los montes vascos aparece especialmente condicionada por la proximidad del nivel de base y por la abundancia de las precipitaciones. Parece observarse, desde un punto de vista geológico, un predominio de las formaciones del Cretácico Inferior-incluso del Triásico- en los anticlinales: en tanto que en los sinclinales es el Cretácico Superior y el Paleógeno quienes dominan (así al Este de San Sebastián o en el Macizo de la Cinco Villas) (Solé 1952:302). El notable descenso de las altitudes de estos sistemas orográficos de la parte nodal del «Pirineo vasco», bastante inferiores a las de la Cordillera Cantábrica o del Pirineo Central, había comenzado a sentirse ya en el valle del lejano Besaya. Ello en parte justificaría la denominación «depresión vasca» que ni morfológica ni estructuralmente es definible. Las mayores altitudes del «Pirineo» vasco son las de los picos de Gorbea (1.538 m.), Amboto (1.358 m.), Aitzgorri (l.544) o Irumugarrieta (1.427 m.). Morfológicamente destacan en la parte septentrional del País los valles transversales en orientaciones perpendiculares a la costa. En tanto que al Sur de la divisoria de aguas que señala al arco montuoso hay un notable corredor, como entalladura estrecha de unos 80 km. de longitud, que pone en comunicación la cuenca de Pamplona con la depresión de Vitoria, drenando las aguas de la región que acaban confluyendo al Ebro. Tras ese pasillo (Barranca, pasillo de Salvatierra, Llanada alavesa) una serie de formaciones calizas eocenas (Urbasa-Entzia, Montes de Vitoria) marcan la línea de límite último hacia la cuenca propia del Ebro. La vertiente mediterránea del País desciende en suaves pendientes escalonadas, hasta los 300 ó 400 m. de altitud del cauce del Ebro: con formaciones importantes de terrazas en su propio curso o en el de sus afluentes. Las costas del País Vasco se presentan en su tramo septentrional, hasta los alrededores de Biarritz, bajas y arenosas: están dominadas en su extremo norte por el cordón de dunas de las Landas, ocupando las formaciones arenosas próximas a la desembocadura del Adour una extensión de franja costera próxima a los 4 km. de fondo. Entre Biarritz y Hondarribia la costa se eleva, haciéndose rocosa y recortada en acantilado de no demasiada altura: es el reborde de la llamada meseta de Laburdi, con hasta 30 m. de altura sobre el nivel actual del Cantábrico. A partir de Hondarribia y hasta Castro Urdiales el perfil litoral es más sinuoso y su sección más escabrosa y acantilada: con salientes importantes como el cabo de Higuer, punta de Mompás, punta de Izustarri, cabos de Santa Catalina, Ogoño, Matxitxako y Villano, o puntas de Galea y Lucero. Este tramo de costa ofrece una estructura joven, de perfil irregular, con abundantes bahías ramificadas o valles sumergidos (las de Hendaya-Hondarribia, Pasajes, San Sebastián, Orio, Zumaia, Deba, Bermeo-Mundaka, Plentzia, Bilbao), con penínsulas que parecen proyectarse sobre el mar, con islotes dispersos y con hasta una veintena de excelentes puertos naturales: según la descripción de Aranegui (1936: 15-16).