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OTAZU

Urbanismo y construcciones civiles

El señorío de Otazu se encuentra en medio de una amplia zona llana, que va flanqueada por estribaciones montañosas, de las cuales la más definida es la Peña de Etxauri, que cierra el circo por los lados norte y este. El lugar se encuentra a orillas del río Arga, cuyo cauce y el camino que lo flanquea vigilaba. En la actualidad Otazu es propiedad de una empresa vitivinícola, que explota los viñedos más septentrionales de Navarra, sitos en el propio Otazu y en las tierras del anejo señorío de Eriete. El caserío, escaso y disperso, está compuesto por el edificio de la antigua bodega, construido hacia 1840 siguiendo patrones de bodegas francesas, la iglesia de San Esteban, una antigua torre de planta rectangular, hoy empleada como palomar, algunos edificios bajos de origen medieval, entre los cuales hubo, según nos han informado, una antigua hospedería del Camino de Santiago, y el palacio nuevo, construido después de la Edad Media, pero en el que al parecer se conservan los restos de otro torreón medieval.

Se ha dicho que la torre de planta rectangular que se levanta exenta en medio del conjunto es un simple palomar del siglo XVI, idea con la que no podemos estar de acuerdo. El edificio muestra planta rectangular alargada, muros de mampostería, cuatro alturas con concentración de saeteras en la tercera de ellas, y tejado a doble vertiente. El acceso se practica mediante un arco apuntado de nueve dovelas. En lo que a su función se refiere, estamos persuadidos de que fue una torre de linaje, y en cuanto a la fecha, creemos que es del XIV. Su posición ventajosa, cerca de la iglesia pero no tan próxima como para que pudiera ser aprovechada como "padrastro" en un ataque contra la propia torre, es una disposición mil veces repetida en lugares de implantación señorial, como vemos en Góngora, Oriz, Ayanz, Equísoain o Arce, y por supuesto que se corresponde con la ubicación de una residencia nobiliaria. Por otro lado, es bien sabido que el uso residencial e incluso la función defensiva de una torre era bien compatible con la existencia de palomares, que constituían un importante recurso económico, a la par que una fuente de proteínas nada desdeñable en la Edad Media. Pero pensar en la erección de un edificio de estas características con el único fin de servir para la cría de palomas está fuera de los parámetros del medievo señorial navarro.

La torre palomar de Otazu pertenece a un modelo de edificio defensivo muy extendido en una amplia zona de la Navarra media occidental, con epicentro en Etxauri, en cuyo casco urbano encontramos cuatro torres similares. Otras del mismo modelo son las de Elío, Artázcoz, Ibero, Munárriz, Aizpún o Arteta, con las que comparte planta, morfología cerrada y tratamiento de muros y vanos. En cuanto a la datación, se encuentran lejos de los edificios propios del XVI, donde precisamente una de las características más destacadas es la de la apertura de amplios vanos, como correspondía a un nuevo concepto de la habitabilidad y del confort, derivado además de las nuevas condiciones de seguridad, tras el fin del ciclo banderizo y la subsiguiente conquista de Navarra. Consideramos, en suma, que se trata de un modelo de torre perteneciente a una generación anterior a las de Yárnoz, Liberri o Ayanz, que se plantearon con plantas cuadradas pero con mayor desarrollo en superficie, y dotadas de adarve amatacanado, surgidas hacia el cambio de siglo.

Los señores de Otazu se documentan para el siglo XII, lo que cuadra bien con la erección de la iglesia, como luego veremos, hacia el año 1200. En el siglo XIV el señorío fue adquirido por el linaje bajonavarro de los Yániz, que dieron los señores más brillantes en la segunda mitad de siglo, momento en el que pudo edificarse la torre palomar, que estimamos fue la primitiva torre de linaje de los señores de Otazu.

Como hemos adelantado más arriba, junto a la torre hay una serie de edificios de función claramente residencial, entre los que se ve algún arco apuntado de raigambre medieval. Según la tradición, hubo aquí una hospedería jacobea. En cuanto al palacio nuevo, se sitúa en medio de una amplia zona ajardinada, lo cual le da un aire distinguido y elegante. La fotografías antiguas reflejan un edificio de piedra rematado con una galería de arquillos de medio punto en ladrillo, y dos garitones en uno de sus extremos. La restauración resaltó el extremo derecho, individualizando una suerte de torreón con cuatro garitones, dos de ellos nuevos. También se intervinieron los vanos, como vemos en el propio acceso, donde se sustituyó el arco ojival por uno de medio punto nuevo.

Ermitas

Pérez Ollo cita la ermita de El Salvador, de la que dice que era capilla del palacio.

Parroquia de San Esteban

Como hemos adelantado más arriba, se trata de una fábrica medieval, típica del ámbito rural de Navarra, y datable como de hacia el año 1200. La planta, muy simple, consta de una única nave, dividida en tres tramos de longitud desigual y con terminación en ábside semicircular. El acceso se sitúa en el lado de la Epístola, frente por el que se adosa también la sacristía, que es una estancia de planta rectangular construida en el siglo XVII, uno de cuyos lados es curvo para adaptarse a la forma del ábside.

Los muros van en sillarejo de factura un tanto irregular, que conservaron su enlucido original hasta la última intervención. Dos ventanas afrontadas dan luz al interior, una situada en el eje del ábside y la otra en el muro de los pies. Ambas rematan con arcos de medio punto. A los pies de la nave se levanta un coro alto de madera, atravesado por una escalera de caracol que sube a la torre. La nave se cubre con una bóveda de cañón apuntado muy típica del momento de transición en el que se erigió el templo, y se articula mediante arcos fajones del mismo perfil, que apean sus empujes en ménsulas encastradas en el muro, por encima de las que corre una imposta que rodea todo el perímetro interior del templo. La cabecera recibe una bóveda de horno de directriz apuntada, mientras que la sacristía se cubre con un simple cielo raso.

El exterior es sobrio y ciego, con muros donde predomina el macizo sobre los vanos. Una imposta señala un cambio de material, correspondiente a un recrecimiento. La torre se levanta sobre el tramo de los pies, como es habitual en este tipo de templos. Lleva un fuste corto y macizo, rematado en alto por un sencillo tejado en pabellón, bajo el que hay dos medios puntos para alojar las campanas. El acceso se sitúa en el segundo tramo de la nave, por el lado meridional, y consta de un arco de ligero apuntamiento, cuyo derrame se salva por tres arquivoltas más guardalluvias. Apean en columnitas con basa, fustes lisos originales y capiteles de decoración vegetal, dotados de cimacios decorados con entrelazos también vegetales. El tímpano lleva un crismón trinitario por toda decoración, y va reforzado por sendas ménsulas, una de las cuales figura un bóvido, mientras que la otra lleva la labra más inquietante de dos figuras humanas en el momento de ser engullidas por un monstruo.

El interior va presidido por un hermoso retablo renacentista, propio del segundo tercio del siglo XVI. Su estructura consta de banco, dos cuerpos de tres calles más dos entrecalles, y ático que sigue la traza de los cuerpos, coronado por frontón triangular flanqueado de otros dos curvos. Un guardapolvos exterior protege la obra, a excepción del ático. En cuanto a la iconografía, el banco alberga, entre otras, las tallas de Santa Bárbara, San Mateo, San Lucas y Santa Catalina de Alejandría, así como imágenes de apóstoles. En el primer piso se ven los relieves de Santa Margarita y Santa Lucía, en los extremos, además de los bultos de San Marcos, San Agustín San Esteban ataviado de diácono (titular, sedente), San Gregorio, San Juan Evangelista y varios apóstoles. En el segundo piso figura Santa Águeda, San Juan Bautista, Santa Apolonia y varios santos más. Por último, en el ático encontramos el Calvario, San Sebastián, San Cristóbal y, presidiendo desde el frontón, la figura del Padre Eterno. El sagrario es moderno.

Delante de este retablo encontramos una Virgen con el Niño procedente del vecino señorío de Eriete, gótica del siglo XIV, que según Clara Fernández-Ladreda pertenece al foco vasco-navarro-riojano, con la característica manera de sujetar al Niño por parte de María, agarrándolo desde abajo. Los rasgos de María son finos y alargados, mientras que Jesús aparece con la cara más rechoncha y llena. Los plegados son naturales, combinando líneas onduladas y bruscos quiebros.

En el lado del Evangelio hay un lienzo que representa a San Gregorio Magno, ataviado como pontífice, propio del XVII y realizado en estilo barroco temprano, por mano de un hábil artista. Se representa al santo anciano, pero con potente y vigorosa anatomía, con ropajes ampulosos, en cuya dalmática figuran imágenes de santos. Corona con la paloma del Espíritu Santo, y se ve un marco arquitectónico donde, de manera un tanto infantil, se representan las almas del purgatorio. En el muro opuesto, un lienzo contemporáneo del anterior representa la Coronación de la Virgen, que ha sido identificada como Nuestra Señora de Montserrat. María aparece entronizada, con el Niño en su regazo y rodeada por la Corte Celestial.

Bajo el coro hay una pila de bautismos del XVI, labrada ya en estilo renaciente. Consta de pedestal prismático, fuste acanalado, capitel y taza semiesférica con gallones. Cerca cuelga una talla del Crucificado barroco algo tosco. En la sacristía se custodian varias tallas, algunas de ellas procedentes del señorío de Eriete, y alguna pieza de orfebrería.

Joseba ASIRON SAEZ (2008)