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ILUNDÁIN - ILUNDAIN

Antiguo pueblo de labradores que en 1802 no contaba con más de cuatro casas y treinta y tres personas, lo que hace una densidad de personas por vivienda bastante grande. Su núcleo urbano es muy reducido, pero destacan en él dos construcciones: Una casa del siglo XVI, muy reformada, emplazada junto a la iglesia, con fachada en desarrollo horizontal, encalada y con dos niveles en cuyo piso superior conserva la puerta primitiva, de medio punto con arista achaflanada decorada con bolas y anagrama de Cristo en la clave, flanqueada por dos ventanas cuadrangulares. Los vanos del piso superior están muy alterados.

La segunda construcción es la casa Miguelarena, también del siglo XVI, situada frente a la iglesia y que dependió de la colegiata de Roncesvalles. Precedida por un patio cerrado por el frente por un muro de gran desarrollo horizontal perforado por un gran arco apuntado formado por grandes dovelas, con rosca de moldura y anagrama de Cristo en letras góticas en la clave y bajo cruz en clípeo. Esta puerta de acceso a un patio cuadrado muy reformado. La fachada lateral de gran desarrollo horizontal presenta dos arcos conopiales probablemente reaprovechados.

La parroquia de San Juan Bautista tiene un origen medieval, románico, que queda patente en su configuración general con una torre prismática a los pies, una sencilla puerta de medio punto y las ventanas de medio punto abocinadas. Posteriormente, quizás en el siglo XVIII, se rehace la cubierta que anteriormente debió ser de madera, a juzgar por la falta de contrafuertes, sustituyendo ésta por una bóveda de aristas. El pórtico que corre paralelo a la nave por el lado de la Epístola, desde los pies a la sacristía es totalmente moderno. Está dotada de planta rectangular, de nave única con cabecera plana completada por el lado de la Epístola por el espacio rectangular destinado a sacristía que puede datarse también en esta fecha del siglo XVIII o quizás algo posterior, ya que su cubierta plana la hace algo más moderna.

El coro, a los pies de la iglesia, es de madera.

Al exterior se presenta como un cuerpo de base rectangular, coronado a los pies por la torre prismática y con un saliente que alberga la sacristía y el moderno pórtico. Todo ello de sillar irregular y excepcionalmente, en la zona posterior de la torre se empleó ladrillo. Dos elementos resaltan: uno es la puerta románica situada en el lado de la Epístola. Se trata de una puerta sencilla, con arco de medio punto, suavizado en la arista por un baquetoncillo y protegido por un guardapolvo reforzado en la parte interior por otro baquetón. Dos impostas abiseladas marcan la unión del arco con las jambas lisas que la soportan. Protege esta puerta un pórtico muy sencillo y moderno. El segundo, es la torre situada a los pies del último tramo de la iglesia. Construcción de poco fondo, se eleva bastante por encima de la nave y está provista de dos vanos de campanas de medio punto en la parte superior y perforada por una saetera que hace de ventana hacia el coro. Hasta aquí la descripción se adapta a los modelos normales de este tipo de construcción, pero son menos comunes sus tres columnas a modo de contrafuertes suspendidos de la parte superior, emplazados respectivamente entre los dos vanos y a ambos extremos, y sostenidos por modillones de rollo, que le dan un aire original y grandioso al conjunto.

Entre las piezas conservadas en la iglesia se encuentran una pila bautismal, situada en el sotocoro y de la que solo queda la taza de forma semiesférica con la superficie externa organizada a base de múltiples facetas unidas a arista viva y algo achatada en su parte inferior. Puede fecharse en el siglo XVI.

El retablo del Padre Eterno está situado en el presbiterio y adosado al muro del Evangelio. Datado en el barroco de principios del siglo XVIIII no posee ningún tipo de policromía. El actual titular no corresponde a la época del retablo sino que es una talla romanista y que pudo estar primero colocada en el retablo mayor de la iglesia que está dentro de este estilo del romanismo y que pudo ser reemplazada por la imagen actual de San Juan Bautista, barroca y que pudo estar en este retablo barroco del Padre Eterno. Esta pieza del Padre Eterno toma de modelo el Moisés de Miguel Ángel resultando ser una obra de gran calidad y belleza. Esta vestido con amplia túnica y tocado con una corona y levanta el brazo derecho para bendecir y sujeta con el izquierdo un globo terráqueo que apoya en la pierna flexionada. La talla está dispuesta sobre un bloque cúbico a modo de pedestal. Conserva su policromía original dorada, decorada en los bordes con orlas de grutescos.

El retablo mayor está realizado en el tercio final del siglo XVI. De traza plana, consta de banco, dos cuerpos y ático, divididos los dos primeros en tres calles. El primer cuerpo presenta una estructura de tres calles, separados por pilastras, cubiertas de ornamentación "a candelieri", pareadas en la calle central y simples en los laterales están decoradas con triglifos, elemento empleado por primera vez en el retablo de Astorga realizado por Manuel Becerra y frecuente en los retablos romanistas, en concreto los realizados por Ancheta en Tafalla y Cáseda. En cuanto a la iconografía del retablo, destacan los relieves en el banco de las Tentaciones de San Antonio con unos diablos muy expresivos y la cabeza del santo también de inspiración miguelangelesca y el del milagro de San Blas que parecen de otro autor por su tosca factura distinta a las otras piezas. Además, en el primer cuerpo se encuentra la figura de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, Santa Bárbara y una talla de la Virgen con el Niño sedente. Ambos relieves son piezas dignas del mejor romanismo navarro, con un sabio manejo de los paños, extendidos al máximo y con un gran sabor clásico, sobre todo en las imágenes de Santa Ana y de la Virgen.

En el segundo cuerpo se encuentra la talla del titular, San Juan Bautista y a ambos lados dos pinturas de lienzo sobre tabla que representan la Huida a Egipto y la Adoración de los Magos, que están en la línea del pintor Juan de Landa, activo en Pamplona y comarca en las últimas décadas del siglo XVI y primeros años del XVII. Sus figuras son de una gran elegancia como la de la Virgen de la Epifanía y figuras en actitudes heroicas en la masculina figura del rey Melchor y con abundantes escorzos.

Culmina todo el conjunto un relieve del Calvario, que ocupa el ático, con figuras clásicas de la Virgen y San Juan y con una figura del Crucificado dotado de un buen tratamiento de la anatomía del torso.

Completa el retablo un sagrario de planta trapezoidal. Además de un exterior decorado con relieves, en el interior se conservan unas pinturas en excelente estado con temas de la Pasión, la Oración en el Huerto, la Piedad y las Lágrimas de San Pedro, con vivos colores y algunas figuras siguen modelos y tornasoles manieristas.

La policromía del retablo está fechada en una cartela: 1586 y fue realizada por Pedro de Alzo y Oscáriz perteneciente a una célebre dinastía de pintores pamploneses. Los elementos arquitectónicos están decorados por motivos a "candelieri" dorados sobre fondo rojo o azul, y los relieves ofrecen bellos fondos como el paisaje con arbolado de San Blas o celajes en el resto, destacando también el dorado de las vestiduras enriquecidas con orlas de grutescos esgrafiados o a punta de pincel.

El retablo de Santa Catalina, que se encuentra adosado al muro de la Epístola del presbiterio, de la misma época cronológica de principios del siglo XVIII que el colateral simétrico, de idéntica estructura y, como él, sin policromía. La talla de la titular sigue modelos del siglo XVII y representa a la santa en pie con la rueda y la cabeza de su verdugo.

Por último, merece reseñarse un Crucificado (78 x 68) romanista, dentro de una hornacina, emplazado en el tramo del muro comprendido entre la puerta y el coro. Representa a Cristo muerto con la cabeza caída y una postura forzada. La anatomía, aunque correcta en el tronco, falla en las extremidades debido a la desproporción entre los brazos, demasiado delgados, y las piernas, excesivamente musculosas.

Fuera ya del pueblo, camino de Laquidain, se encuentran las ruinas de un antiguo castillo medieval, del que quedan sótanos, aspilleras, almenas y algunos matacanes.

Carmina RIUS SALETA