Festivals-Événements

Fiesta del tratado de Amiens

Los preliminares del tratado se firmaron el 1 de octubre de 1801 para concertar la paz entre Napoleón, Inglaterra, España y Holanda. La firma de los preliminares del tratado de Amiens fue recibida como un beneficio.

El 12 de Brumario del año X (1801), se tomaron disposiciones para celebrar este día con regocijos que tuvieron lugar el 18 y el 19 del mismo mes, según había sido ordenado por un acuerdo de los cónsules. Se hicieron todos los preparativos para dar a esta fiesta una extrema brillantez. El 17 de Brumario, a la caída de la tarde, con una salva general de toda la artillería de los fuertes, castillos y ciudadelas de Baiona, así como de los navíos comerciales y de guerra que se encontraban en el puerto, empezó la fiesta, a la que habían sido invitadas todas las autoridades militares. El primer día iba a ser consagrado a la proclamación de la paz, a los regocijos y a las iluminaciones. El segundo día a los homenajes y al reconocimiento que debemos a los héroes de Francia, a los defensores de la Patria, con espectáculos públicos, bailes, etc. Las puertas del templo de Jano serían cerradas, etc.

La Casa de la Bolsa, situada en la plaza de la Libertad, sirvió de Templo de Jano; había sido decorada con trofeos militares y guirnaldas de laureles. La estatua de Jano fue colocada en medio del templo y se la rodeó por un grupo de músicos. Fuera del templo se había elevado un peristilo, cuyo entablamento soportaban las figuras de la Libertad, de la Igualdad, de la Nación, de la Razón, de la Sabiduría y de la Probidad, "para demostrar al pueblo que una República recibe la fuerza de semejantes virtudes". En la plaza de la Libertad se había formado una avenida de armas y de banderas que conducía al Templo. "La horrible Discordia", bajo la forma de una fea mujer furiosa de rabia, con los cabellos erizados, sujetando en una mano una antorcha apagada y en la otra un haz de rayos, con una serpiente de cinturón, da testimonio del horror que inspira esta furia. Esta figura fue colocada no lejos del templo, sobre un poste situado al lado del río, contra la banqueta del grupo de guardia de la plaza. Un amplio altar de la Patria, de forma circular, trabajado artísticamente, sobre gradas de piedra, con un pedestal encima, se encontraba en el óvalo de las Alamedas Marinas; estaba decorado soberbiamente y sobre él se quemaban perfumes. En los Glacis se había levantado un arco de triunfo que debía representar al templo de la Paz. Después, la Corporación de la ciudad acabó con una llamada a la caridad pública.

Ocupémonos ante todo del primer día de estas fiestas que hicieron época. A la salida del sol, sonó la gran campana de la catedral, mientras una salva de la artillería anunciaba el comienzo de los regocijos. Las casas estaban adornadas con laurel y las calles cubiertas con verde. El Subprefecto, el alcalde y sus adjuntos, asistidos por las autoridades, proclamaron la Paz durante la mañana. El cortejo estaba precedido por el carro de la Victoria, que había sido preparado por los defensores de la Patria que se consideraban dignos para recibir coronas. Los de más edad tomaron lugar en el carro; los otros lo rodeaban, acompañados de un grupo de músicos y de diferentes destacamentos de armas de la guardia nacional y de la guarnición.

El cortejo, después de haber dado la vuelta a la ciudad, se trasladó al altar de la Patria, donde se ejecutaron conciertos de "harmonía", y "se pronunció un discurso sobre los beneficios de la paz". A la puesta del sol, nuevas salvas de artillería anunciaron una iluminación general. El interior del templo de Jano había sido adornado con farolillos de cristal en colores, que la multitud fue a visitar. Desde las seis de la tarde hasta las ocho, los aficionados a la música ofrecieron un concierto alrededor de la estatua de Jano, y la fiesta terminó con la Pamperruque, "para recordar la antigua usanza de los bayoneses de celebrar sus fiestas con este baile". Tuvo lugar de las ocho a las diez de la noche. Durante el día, el Ayuntamiento distribuyó pan y carne cocida a los pobres. La marina había armado 24 chalupas, de las que 12 llevaban nombres franceses y 12 ingleses, cada una enarbolaba sus pabellones nacionales, sin contar los pabellones de los almirantes, las cornetas de las divisiones, los estandartes, las banderas, etc.

El relato de la época no nos ahorra explicaciones sobre las evoluciones hechas, y las maniobras de uno y otro de los ejércitos navales, desde las Alamedas-Marinas hasta la colina de Blancpignon. Hubo un intento de bajada por parte de los ingleses sobre la orilla izquierda del Adour. Dos destacamentos de la guardia nacional y de la tropa de línea los rechazaron valientemente, entonces tuvo lugar el simulacro de una batalla naval, que fue interrumpida por parlamentarios anunciando la firma de los preliminares de la paz. El espectáculo duró de 2 a 5 de la tarde. Un aeróstato con los colores nacionales fue lanzado en medio de la rada. A la puesta del sol la artillería de los fuertes atronó los aires nuevamente. El templo de Jano había sido iluminado con cristales de color.

El segundo día la fiesta debía ser aún más animada y recordó, en algunos aspectos, a las ceremonias simbólicas de la Revolución. La misma mañana, la plaza de la Libertad había sido decorada con pabellones de armas y banderas que conducían a la entrada del templo de Jano. Una gran multitud se dirigió enseguida a visitarlo y "a rendirle sus homenajes". La música de la guarnición ejecutó piezas de "harmonía" desde las diez hasta el mediodía. A las tres, la gran campana sonó a todo voleo, y una salva de artillería anunció el coronamiento de los militares que habían recibido heridas de honor o que se habían destacado por alguna hazaña.

Después los defensores de la Patria quitaron los pabellones de armas y las banderas para colocarlas alrededor del Altar. Las autoridades se reunieron "en la Casa Comunal y se trasladaron junto al Altar de la Patria, donde el subprefecto colocó la corona de roble sobre la cabeza de los designados por el Estado Mayor". Se recordó al pueblo "su bizarría y los gestos de valor destacados". Enseguida una salva de artillería sirvió como señal para gritar tres veces: ¡Vive la Nation Française! Este grito fue repetido por todo el mundo "con la majestuosidad que corresponde a un gran pueblo". Después el cortejo volvió a la plaza de la Libertad; las puertas del templo de Jano se cerraron. Las llaves fueron devueltas al pueblo que fue a depositarlas al Ayuntamiento.

A las cinco de la tarde, el Altar de la Patria se iluminó; los faroles de la ciudad que habían sido colocados entre árboles, en el óvalo, se encendieron. Estos árboles habían sido adornados con guirnaldas y lamparillas que lanzaban una viva claridad; fanales o farolillos se habían colocado en el muelle, a lo largo del río, así como en el camino que conducía a los Glacis, a 50 pasos de distancia. A las ocho se quemaron fuegos artificiales y a las ocho y media hubo un baile general en el lugar del óvalo, alrededor del Altar de la Patria. Los fondistas, los dueños de los cafés, los pasteleros, aprovechándose de la autorización municipal, habían expuesto comestibles, "vino, licores y otros reconfortantes que fueron muy apreciados". Los modistos y los comerciantes pudieron convertir igualmente este lugar en un nuevo Tívoli.

Ref. Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915.