Villes

CORRES

La villa de Corres, con una fortaleza de bastante importancia, fronteriza con Castilla, fue teatro de constantes luchas entre vascos y castellanos. Los castellanos se apoderaron varias veces de ella, hasta que Alfonso el Sabio la incorporó definitivamente a Castilla en el s. XIII. Se hace mención de este villa en una cédula firmada por el rey Fernando el Santo, en 1239, y dirigida a su prestamero mayor. Existe un real privilegio fechado en Arlanzón en 1256, por el que se le otorga el mismo fuero que a Santa Cruz de Campezo, firmado por Alfonso el Sabio. La antigua fortaleza, cuyos restos, ya descritos aún subsisten, se halla situada cerca del límite con Antoñana, junto al río Izkiz, sobre una gran roca vertical. En 1312 se la cita en un documento de Fernando el Emplazado, denominándosela Portiella de Corres para distinguirla de Portiella de Ibda. Esta ejecutoria fue dictada para mediar en una disputa sobre la jurisdicción de la dehesa, entre Corres y San Román de Campezo. El rey manda que la orden sea cumplida por «el alcaiet que por my estuviese en my castillo de la Portiella dé Corres». Perteneció esta villa luego al marquesado de Valmediano, que tenía derecho a nombrar el alcalde mayor. Durante los trágicos acontecimientos que se desarrollaron en el país a comienzos del s. XVII que culminaron con el Auto de Fe de Logroño de 1610, también fueron acusadas de brujería varias mujeres del lugar. Una tal Margarita de Jauri, reconciliada en Logroño, se arrojó a las aguas del río después de ser recibida por la Inquisición para retractarse.