Villes

BERRIOPLANO

Urbanismo y construcciones civiles

Berrioplano consta en síntesis de una calle en ascenso, que termina en una plaza amplia, donde se ubican la iglesia y la Casa Consistorial. A la iglesia se adosa un edificio muy remozado, de planta cuadrada y tres alturas, rematado en tejado a cuatro vertientes con vistoso alero. Los muros van al presente sin enlucir, con mampostería muy picada y cadenas de sillar en enmarques y vanos. Todos los huecos son rectos, incluida la puerta. Enfrente se levanta la Casa Consistorial, edificio moderno y sin demasiado interés, que choca además un tanto con la arquitectura que lo rodea. En un flanco de esta plaza encontramos además un recio caserón dieciochesco, con planta rectangular, tres alturas y tejado en pabellón. Se accede por un portalón de medio punto, flanqueado de dos ventanitas, mientras que la primera planta lleva tres ventanas rectas con antepechos labrados, y el ático se ilumina con tres tragaluces. Desde este punto arranca una calle, con casas de dos alturas y aspecto tradicional. Destaca entre ellas el antiguo palacio de cabo de armería de Berrioplano. Se trata de un volumen de desarrollo longitudinal, adaptado al trazado del camino, con dos alturas y tejado a doble vertiente. En planta baja se abre mediante un portalón apuntado de quince dovelas muy largas y estrechas. Nos remite a modelos cercanos a la escuela de Urroz, y podemos datarlo como propio de los últimos años del siglo XV o primeras dos décadas del siglo siguiente. Sobre él hay dos escudos, simétricamente dispuestos, en uno de los cuales, el de la derecha, vemos recogidas las armas que el Libro de Armería del Reino de Navarra da para el palacio del lugar. Por encima vemos una serie de vanos modernos, así como una ventana geminada compuesta por dos arcos de perfil conopial, separados por un pilar central de sección cuadrada. Frente al palacio hay un hermoso pozo cubierto, en el que una placa nos informa que fue restaurado en el año 2000.

Más adelante encontramos un caserón que nos remite a modelos noroccidentales de Navarra. Se trata de un inmueble exento, de planta rectangular y gran desarrollo en superficie. Tiene tres alturas más ático, y remata con gran tejado a doble vertiente. Los muros van enlucidos, salvando esquinas, enmarques y un paño en el entorno del acceso. Los vanos son rectos, aunque la puerta es un portalón de medio punto. Encima hay una ventana con antepecho moldurado y dintel en el que una inscripción dice: ESTA CASA SE/ HIZO EN EL/ AÑO DE 1787. En alto preside un escudo barroco. Junto a este inmueble hay otro caserón de parecido empaque, aunque con algunas diferencias formales reseñables. Se trata en este caso de un edificio de planta ligeramente rectangular, con desarrollo vertical que se plasma en tres alturas y tejado a cuatro vertientes sobre poderoso alero. No lleva enlucido, mostrando sus muros mampostería picada con cadenas de sillar en esquinas, enmarques y paño inmediato a la puerta. Los vanos son rectos, tres por planta, a excepción del medio punto del acceso, y el eje central va remarcado por la presencia de dos balcones superpuestos.

Ermitas

Pérez Ollo cita la ermita de Nuestra Señora del Camino, que al presente se encuentra desaparecida.

Parroquia de la Purificación de Nuestra Señora

Se trata de un edificio medieval en origen, de hacia el año 1200, y edificado en un románico muy avanzado, que se ha definido también incluso como protogótico. Como suele ser habitual en este tipo de templos, ha sufrido diversas modificaciones en los siglos posteriores. Compone un claro caso de templo perteneciente a la tipología medieval del ámbito rural navarro. La planta es de cruz latina, con una única nave dividida en dos tramos, transepto marcado en planta, fruto de la adición de dos capillas en época posterior, y cabecera absidial. El acceso se ubica en el lado de la Epístola, y va cobijado por un pórtico. La sacristía se adosa a la cabecera por el lado del Evangelio, y es una estancia de planta mixtilínea, adaptada a la curvatura del ábside. Una escalera de caracol intramural, practicada en el tramo de los pies, conduce al coro y a la torre.

Los muros son de sillería, y van enlucidos. Se perforan por varias ventanas que dan iluminación al interior, dos en la cabecera, una de ellas en el eje de la nave y la otra hacia el lado de la Epístola, otra en el muro de los pies y una cuarta que se abre en el brazo sur del transepto. A los pies de la nave se levanta un coro alto moderno.

Se cubre mediante una bóveda de cañón apuntado, cuyos tramos van separados por arcos fajones que apean en pilastras encastradas en el muro. La cabecera recibe una bóveda de horno, ligeramente apuntada, mientras que la capilla situada en el brazo meridional del transepto lleva un tramo de bóveda de lunetos. La sacristía se cubre mediante un cielo raso, aunque en sus muros pueden aún verse los arranques para una bóveda de piedra.

Al exterior el templo presenta hoy un aspecto cuidado y bien conservado. Va edificado en sillar de buena estereotomía, y destaca el volumen de la torre, que se levanta sobre el primer tramo de la nave. Su planta es cuadrangular y el fuste es un prisma de escasa altura, con medios puntos para alojar las campanas y tejado simple a cuatro aguas. La ventana situada en el eje de la cabecera sigue un patrón todavía románico, con arco de medio punto dotado de guardalluvias, derrame salvado por una arquivolta moldurada que apea en columnitas, y hueco poco mayor que una saetera. Como se ha dicho más arriba, un pórtico de piedra con estructura de madera alberga el acceso al templo. Tiene dos arcadas apuntadas que apean sobre un pilar de sección cuadrangular, erigido entre ambas. La puerta propiamente dicha es gótica, y consta de un arco apuntado cuyo derrame va salvado por tres arquivoltas molduradas, que apean en columnitas. En lo alto corona un crismón trinitario. Los capiteles llevan decoración figurada, entre la que distinguimos centauros enfrentados dos a dos, que sujetan una flor mientras se cogen las colas, una representación de San Miguel de Aralar, que sin duda constituye una de las más antiguas conservadas en el país y que atestigua el arraigo del culto al Arcángel ya en aquella época, y dos hombres en lucha. Este programa va acompañado de decoración vegetal que se prolonga en los cimacios, que van corridos. Por encima del arco se aprecia un tejaroz, inutilizado cuando se edificó el pórtico.

En el interior, el presbiterio va ocupado por un retablo romanista de la primera mitad del siglo XVIII, obra de Domingo de Lussa y Martín de Echeverría, artistas de la escuela pamplonesa. La arquitectura del retablo, clara y ordenada como corresponde al estilo, es ochavada para adaptarse a la curvatura del ábside, y presenta banco, dos pisos de tres calles y ático rematado por un frontón curvilíneo partido y avolutado, entre aletones. Se articula mediante dobles columnas, con los fustes decorados y que son de orden jónico en el primer cuerpo, y orden compuesto para el resto de los casos. Los pisos se separan mediante un entablamento ricamente decorado, en el que no faltan personajes recostados al estilo miguelangelesco. El banco, las calles centrales y los entablamentos van en relieve, mientras que la calle central se jerarquiza mediante la disposición de varias tallas en bulto. Presenta además un sagrario barroco, del siglo XVIII. En cuanto a la iconografía del retablo, en el banco figuran los relieves de los Padres de la Iglesia, alternados con los Evangelistas, igualmente sedentes, y flanqueados por San Pedro y San Pablo. Siguen en el siguiente orden: San Pablo, San Gregorio Magno, San Jerónimo, San Mateo, San Juan, San Agustín, San Ambrosio de Milán, San Marcos y San Pedro. En el primer piso Cristo con la Cruz a Cuestas y Oración en el Huerto, así como un friso con las Virtudes Teologales. En el segundo piso se representan los relieves de la Anunciación y la Visitación, que flanquean a la talla de la Virgen con el Niño titular, y un friso con figuras alegóricas. En el ático encontramos el Calvario, entre las tallas de Moisés y David. En general se trata de figuras propias del romanismo, con anatomías muy potentes y ropajes ampulosos, muy bien ejecutados como corresponde a los artistas del romanismo navarro.

Cerca encontramos una pila bautismal medieval, datable como de la primera mitad del siglo XIII, formada por fuste cilíndrico sin basa pero que sí consta de capitel de decoración vegetal, pedestal decorado con bolas y taza semiesférica con labra gallonada. Hay igualmente una escultura contemporánea de San Francisco Javier, obra del escultor Joxe Ulibarrena.

Joseba ASIRON SAEZ (2008)