Lexikoa

RITMO

El artificio rítmico de la literatura oral, está integrado por el ritmo reversivo, la rima, la música y la danza. Ritmo en general, es ars bene movendi o medida u orden en el movimiento. En literatura es la ordenada sucesión de sílabas largas y breves, acentuadas y átonas, tiempos fuertes y débiles en el discurso. Hay dos clases de ritmo: ritmo libre o suelto y ritmo reversivo. El ritmo reversivo es propio del verso, y en él se repite sucesivamente una misma fórmula rítmica, distribuyendo el discurso en fragmentos del mismo número de sílabas e idéntica distribución de acentos. V. gr.

Sacris solemniis
juncta sint gaudia
et ex precordiis
sonent proeconia...
Dies irae, dies illa.
Solvet saeclum in favilla,
teste David cum Sybilla

Helo, helo, por do viene
el Infante vengador,
caballero a la gineta
en caballo corredor

En el ritmo libre, que es propio de la prosa, la disposición de los acentos y demás elementos rítmicos, no está sometida a tales repeticiones. En el artificio rítmico de la literatura oral, a la repetición de la misma fórmula rítmica característica del ritmo reversivo, suele ir aneja la rima o sea la mutua consonancia o asonancia de ciertas sílabas (ordinariamente las finales) de las fórmulas repetidas, de igual modo que en el verso castellano (Cfr. el ejemplo anterior). Para completar el efecto artístico de estos dos elementos -ritmo reversivo y rima- suele incorporar la literatura oral a su obra, la melodía y la danza. El poeta neto del estilo oral, no "dice" simplemente sus producciones, sino que las canta y aun las danza, bien entendido siempre, que el canto y la danza a que nos referimos, frecuentemente no serán más que un canturreo o recitado monótono, y un simple balanceo del cuerpo. María la hermana de Moisés y las mujeres de Israel, cantaron y danzaron un himno de acción de gracias y después del paso del Mar Rojo. Sófocles mismo bailaba en la representación de sus tragedias. Una buena parte de la nomenclatura poética (scandicus, salicus, choreus, etc.), está inspirada en la danza. El artificio rítmico está íntimamente relacionado con el problema de la perpetuación o conservación en la literatura. En cuanto nace una obra de arte, nace juntamente con ella la tendencia a su perpetuación. En cuanto experimentamos la emoción estética en la contemplación de un objeto, surge en nosotros el deseo de poder repetir aquella experiencia siempre que queramos; y la idea de no poder quizás volver a repetirla, produce en nosotros inevitable sensación de pena y lástima. De ahí el problema de la perpetuación. En lo que atañe a las artes plásticas, este problema apenas existe. La pintura, la escultura y la arquitectura, hacen obras por su naturaleza estables y perpetuas. Y por lo que a la literatura se refiere, esta perpetuación hoy se considera también plenamente asegurada por la escritura. Pero la escritura no existe para el hombre primitivo. El hombre primitivo no puede encomendar a la letra escrita su inspiración. El no conoce ni la escritura ni el papel. Para la conservación de sus inspiraciones, él no cuenta con más archivo que el de su retentiva. A falta de papel, él tiene que grabar sus discursos en la tabla rasa de su memoria. En este plan, se comprende fácilmente que el desarrollo del arte literario en el nombre primitivo esté íntimamente ligado con el perfeccionamiento de los medios de grabar la palabra en la memoria. En efecto, se observa que la literatura oral del hombre de la prehistoria y de la cultura primitiva, viene a estar enriquecida y aún constituida en parte por un complejo de estos procedimientos memorísticos, que no son otra cosa los cuatro elementos que integran lo que hemos llamado artificio rítmico de la literatura oral. Efectivamente, estos cuatro elementos integrantes del artificio rítmico -ritmo, rima, canto, gesto- son de una eficacia mnemotécnica universalmente reconocida. La Psicología Experimental nos ofrece experiencias espléndidamente concluyentes de la mayor facilidad con que se aprende un recitado cuando su lenguaje es rimado (los refranes), y artificiosamente ritmado (el verso), y cantado (el catecismo y las tablas aritméticas canturreados), y accionado (el movimiento de labios tan característico de los memoristas de palabras cuando estudian la lección, y el balanceo del cuerpo tan espontáneo en los niños cuando recitan las lecciones de memoria). De esta eficacia mnemotécnica del artificio rítmico, es de donde precisamente procede todo ese cúmulo de procedimientos literarios en que entra alguno de dichos elementos rítmicos; procedimientos tan apreciados de los pueblos de carácter primitivo; tales son la oda cantada y danzada de los griegos, y el coro cantado y accionado de su teatro; el juglar de oficio, y las instituciones teatrales, y el "retablo" y los misterios de la Edad Media; y la "doctrina" canturreada, y el refrán rimado y las leyes en verso, y el romance semitonado de todos los tiempos; y la misma poesía épica, tan en boga en las pasadas edades, que no era más que la historia nacional rimada y cantada para su mejor retención en la memoria de las gentes. Con todo, estamos lejos de creer que la mnemotecnia sea la única razón de ser del artificio rítmico en la literatura oral. El ritmo, la rima, el canto y la danza, además de su reconocido valor mnemotécnico, encierran en sí, indudable valor estético. El orden en el movimiento, no puede menos de producir agrado en el elemento racional del hombre. Nada se diga de la melodía. El primero de los dos y el que más íntimamente afecta a la esencia de la misma obra literaria, es la sorprendente y desconcertante ligereza con que se mueve la fantasía de los poetas del estilo oral en la presentación de sus pensamientos, en contraste con la lentitud en este punto de los poetas del estilo escrito. La calma y seguridad y el consiguiente esmero con que trabaja sus imágenes el poeta "que escribe", parece que le hacen lento y perezoso de imaginación para el movimiento de que son capaces aquéllas en la obra de arte. Diríase que el poeta escritor se enfrasca cual mosca en tarro de miel en la golosina de sus concepciones. Por el contrario el poeta "que canta" es como las abejas que vuelan y se agitan sin cesar sobre la flor que liban, y pasan de una en otra sin morosidades de engolosinado... El poeta "que escribe", posa y hace posar sus imágenes. El poeta "que canta", hace sus instantáneas en marcha. Ni podía ser de otro modo aun atendido el destino de las respectivas obras literarias. El poeta de hoy, escribe para que se le lea. Por eso es detallista y prolijo. El poeta primitivo, canta para que se le escuche un momento. Por eso tiene su cantar la levedad de la palabra que lleva el viento. Por otra parte el poeta de la prehistoria concibe cantando y para el canto. Y es elemental en la Preceptiva literaria, que el himno y los coros y todo lo que ha de ser cantado, sea de tono vivo, breve, rápido, selecto, conciso, a grandes rasgos. La mayor parte de la poesía hebrea pertenece al estadio del estilo oral; y en efecto es clásico entre los comentaristas señalar en ella en medio del paralelismo repetidor de la misma idea dentro del verso -manifestación evidente de lentitud en la contextura interna del mismo- un a modo de vértigo de la fantasía en los saltos de estrofa a estrofa en el conjunto del poema, y aun de verso a verso dentro del cuerpo de cada estrofa. Por la que atañe a la literatura clásica, también a ella es aplicable esta observación. La Eneida de Virgilio adolece de una relativa lentitud desconocida en absoluto de la Odisea y de la Ilíada de Homero. Y es que Homero trabajó su obra sobre materiales y temas populares de estilo oral; y la labor de Virgilio en su Eneida, por el contrario, fue más bien labor de calculada imitación, labor de oficina y laboratorio. Virgilio es más meditado y reposado; Homero, más vivo, más espontáneo, más popular.

Manuel LECUONA ECHABEGUREN