Sailkatu gabe

MILICIA (PROVINCIA DE ALAVA)

Alava estuvo obligada, al igual que Vizcaya y Guipúzcoa, desde la incorporación a Castilla en 1200 al servicio militar en tiempos de guerra, pero no en tiempos de paz. Según la crónica de Alfonso XI, en la batalla de El Salado estuvieron presentes los alaveses. En una Real Cédula del 5 de abril de 1344 se expresa que auxiliaron a aquel monarca en el sitio de Algeciras, 400 alaveses al mando de Ladrón de Guevara. Son muchísimos los datos que se conservan en los que constan los servicios militares prestados por los alaveses a la corona de Castilla. Marichalar y Manrique nos relacionan exhaustivamente estos servicios prestados por Alava. La Junta general era la que llamaba a las armas y la que nombraba a los jefes y oficiales, tanto locales como del ejército de operaciones. En una concordia celebrada entre Vitoria y la provincia, y aprobada por el monarca el 23 de noviembre de 1602, se estableció que en lo sucesivo el diputado general sería el jefe de todas las fuerzas que se levantaren en Alava para servir al rey en época bélica. El mismo diputado general era el encargado de señalar las veredas, etapas y alojamiento de las tropas que transitasen por la provincia de Alava. Por Real Cédula de 5 de octubre de 1621 se reafirmó este privilegio. En alguna ocasión Alava prestó servicios marítimos a pesar de no tener puertos costeros. Así, por ejemplo, en 1663 se alistaron cien hombres con destino a los galeones del almirante Oquendo. En Alava, al contrario que en Vizcaya y en Guipúzcoa, no hay fuero escrito en el que se consigne la obligación de los alaveses al servicio militar. En este asunto se aplicó el fuero consuetudinario por el que la provincia se obligaba al servicio militar en época de guerra, pero estaba exenta en tiempo de paz. Si los alaveses salían de sus hogares a causa del servicio militar se les pagaba un sueldo. Su servicio era de infantería. Sin embargo, los hidalgos prestaban el servicio a caballo. No podían, los alaveses, alegar ninguna excusa para eximirse del servicio cuando les llamase el rey, siempre que les pagara un sueldo. Finalmente decir que la contribución de quintas no se conoció nunca en Alava; y que si alguna vez se intentó establecer, la impugnó la provincia por ser contraria al fuero.