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El casco urbano, escaso y disgregado, se distribuye en cuesta, con dos grupos de edificaciones en los extremos y la iglesia, junto con la casa abacial, ocupando el centro de un terreno despejado. Abre el conjunto la llamada casa Azpikoetxea, conocida más recientemente como casa Moral, por el apellido de los que, a principios del siglo XXI, son sus propietarios, que la adquirieron en los años 50 del siglo XX. Se trata de un volumen prismático muy bien conservado, y que se levanta en solitario a la entrada del pueblo. Su planta es rectangular y se distribuye en tres alturas, bajo tejado a dos aguas, que se proyecta con un alero prominente. Los muros van enlucidos, con cadenas de sillar en los enmarques de los vanos y en las intersecciones de los paños, y la totalidad de los huecos son rectos, incluyendo el portalón de acceso. Una balconada moderna, o al menos rehecha en época reciente, cruza la fachada en alto.

Junto a la iglesia, pero dispuesta de manera exenta respecto a ella, nos encontramos la casa abacial, en la actualidad abandonada y en precario estado de conservación. Se trata de un edificio de cierto empaque, que forma ángulo con el templo abriendo una placita bien orientada. Los muros van enlucidos, con las sabidas excepciones, y la fachada se abre en uno de los lados largos de la planta. En planta baja se abre con un arco de acceso de medio punto, con quince dovelas largas que llevan la rosca sin moldurar. Va flanqueada por un único tragaluz. La planta principal se ilumina con tres ventanas rectas, y culmina un ático abierto por un ventanuco. Culmina un tejado a doble vertiente, en el que destaca el cilindro voluminoso de una chimenea del tipo pirenaico. En la fachada trasera, los muros laterales se prolongan conformando sendos contrafuertes, que dan apoyo a una doble balconada con estructura de madera y tejadillo propio, que por desgracia se halla en muy mal estado de conservación.

Ya en la parte alta del pueblo, una serie de casas se alinean conformando una embrionaria calle. En el lado izquierdo se encuentra una casa de cierto empaque, que sigue los parámetros de la arquitectura tradicional de la zona. Los muros repiten el tratamiento ya descrito, y la fachada se sitúa en uno de los lados cortos. Los vanos son rectos y de tamaño reducido, lo cual denota que no han sido modificados en época reciente, y la puerta es un arco de medio punto conformado por quince dovelas cortas y sin moldurar. Las ventanas de la planta noble llevan alféizar moldurado, y bajo el vano central hay una placa de piedra con cruz central e inscripción en la que puede leerse: "VIVA JESUS/ AÑO 1758". La fachada se corona con una balconada que la cruza de parte a parte, apeando sobre sendos contrafuertes que flanquean la fachada, prolongando los muros laterales y protegiendo el acceso del azote de los elementos. A uno de los lados, además, se ha construido un cuerpo bajo rematado con una pequeña terraza. Frente a esta casa se levanta un edificio de menor empaque, que en los últimos años ha sido empleado como almacén de aperos o cuadra, y que se abre con arco de medio punto.

En la acera contraria se alinean varios edificios. El primero de ellos es un bloque sin demasiadas pretensiones, que repite formatos ya descritos, aunque ha perdido el enlucido tradicional de sus muros. Sigue la casa Galañenea, que presenta la fachada en uno de los lados cortos de la planta. El tratamiento mural es el habitual, con la totalidad de los vanos rectos, incluyendo un acceso rematado con dintel adovelado, y rematando con un tejado a doble vertiente, con el caballete dispuesto de modo paralelo a la propia fachada, y que se proyecta con airoso alero. La fachada va cruzada en alto por una elegante balconada. A continuación se levanta la casa Beltrarena, que es un imponente edificio moderno, edificado a principios del siglo XX en un estilo ecléctico no exento de personalidad y porte. Tiene planta rectangular muy desarrollada, y los muros van enlucidos en un color ocre claro, con cadenas de sillar y molduras resaltadas a la altura de los forjados. Los vanos son amplios y van enmarcados por cintas de sillar, rematando con arcos rebajados. Los lados largos lucen además tres mansardas de buen tamaño. La fachada principal, situada en uno de los frentes cortos, está flanqueada por dos contrafuertes, entre los que corre una balconada en alto, demostrando el trabajo de un arquitecto que no era impermeable a las enseñanzas de la arquitectura tradicional del entorno. La puerta principal es un medio punto, a buen seguro reutilizado, con once dovelas cortas y sin moldurar, y clave en la que figura una crucecita y la fecha de 1725.

Culmina el casco urbano con una casita de menor tamaño y pretensiones, llamada Etxeberria, con la fachada en uno de los lados largos y que por lo demás repite características ya reseñadas.

Parroquia de la Asunción. La actual fábrica es barroca, resultado de las reformas efectuadas en los siglos XVII y XVIII, aunque quedan vestigios claros de que hubo un templo anterior muy probablemente románico, de hacia el año 1200. La planta es de una única nave, dividida en tres tramos de igual longitud, más una cabecera cuadrada de menor anchura y terminada en testero recto, y que parece haberse llevado a cabo al romper la parte central de un ábside medieval semicircular, cuyos arranques curvos se conservan, a ambos lados, en un corto tramo de transición. La sacristía se adosa a la cabecera por el lado de la Epístola, y es una estancia rectangular, con parte de uno de sus muros adaptado a la curvatura del arranque del antiguo ábside. Por el mismo lado, a la altura del primer tramo, se adosa la torre, que lleva planta cuadrada, y entre ambos cuerpos corre un pórtico ligero sobre pilar central.

Los muros son de mampostería, con cadenas de sillar en esquinas y enmarques, y van enlucidos al interior. Se perforan con tres ventanas rectas abiertas en el muro meridional, buscando la orientación más favorable, más otro vano en el muro hastial. A los pies de la nave hay un coro de obra.

La nave se cubre con cuatro tramos de bóveda de lunetos barroca, más una corta bóveda de cañón para salvar el tramo de transición. Los tramos se separan mediante arcos fajones de medio punto, que apean en ménsulas encastradas en el muro y que llevan decoración de raigambre geométrica. La sacristía recibe un simple cielo raso.

Al exterior, la torre se adosa al primer tramo de la nave por el lado de la Epístola. Su fuste es corto y perforado únicamente por dos ventanitas rectas, además de los medios puntos para alojamiento de las campanas. Un pórtico ligero sobre estructura de madera cobija el acceso, de filiación barroca y coetáneo de la fábrica actual. Está concebido en lenguaje clasicista, con un arco de medio punto con la rosca resaltada y decorada con cajeamientos, que apea en sendas molduras a modo de capitel. Va flanqueado por dos pilastras de orden toscano, más un entablamento liso.

El presbiterio va ocupado por un retablo barroco, seguramente contemporáneo de la gran reforma del templo, y datable en la segunda mitad del siglo XVII. Su traza consta de banco con decoración vegetal, un único cuerpo con hornacina central, y ático semicircular entre machones y con abundante decoración vegetal. Se articula con columnas salomónicas pareadas, que llevan decoración de pámpanos y racimos. La iconografía consta de una imagen de bulto de la Asunción de María, titular del templo y ejecutada en un estilo popular. Parece ser demasiado pequeña para el tamaño de la hornacina en la que se cobija, y puede proceder del desaparecido retablo del lugar, ejecutado por Miguel de Espinal en la segunda mitad del siglo XVI, y que hoy está desaparecido. En el ático hay una talla moderna de San Isidro Labrador.

En el sotocoro figura una pila bautismal medieval, testigo de la existencia de un templo primitivo de esa época. Tiene fuste cilíndrico corto y macizo, decorado con una crucecita, y copa semiesférica sin decoración.

  • CARO BAROJA, J. La casa en Navarra, Pamplona. Vol. II, C.A.N. 1982, p. 294.
  • GARCÍA GAÍNZA, M.C. La escultura romanista en Navarra. Pamplona: Gobierno de Navarra, 1986, pp. 77-78.
  • GARCÍA GAÍNZA, M.C. (et. al.). Catálogo Monumental de Navarra, vol. V*, Merindad de Pamplona, Adiós-Huarte Araquil, Pamplona: Gobierno de Navarra, Arzobispado de Pamplona, Universidad de Navarra, 1994, pp. 81-83.
  • LACARRA DUCAY, Mª Carmen (et. al.). Navarra, guía y mapa. Estella: C.A.N. 1983, pp. 138-139.

JAS 2011.