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LACERVILLA

Situada en torno a un pequeño altozano, en el que se ubica la iglesia y una casa solariega, la de los Montoya, hoy derruida, el grueso del caserío de este pequeño pueblo se despliega en la ladera buscando el llano. Destacan importantes construcciones civiles con entradas en buenos arcos de medio punto en sillería, todos ellos fechables en el siglo XVI. Quizás más antiguo sea el dintel que en su intradós constituye un bonito arco conopial apaisado y biselado, como si se tratara de un festón, seguramente de los primeros años del 1500. Pero en esta población debemos destacar dos edificaciones, el actual centro social, situado en medio del pueblo, en el llano y que reaprovecha una parte de una excelente casa solariega. Destaca en su fachada de sillería y sillarejo, el amplio arco de medio punto y la ventana-escudo entre molduras y pilastras cajeadas, para este último, que nos invitan a datarlo en torno a 1600. La otra construcción destacada en Lacervilla ha desaparecido lamentablemente y hoy se encuentra reducida a un montón de piedras entre las que se esconden un bello arco de medio punto en sillería, un escudo con pilastras cajeadas que estaba encima del anterior y una bella ventana moldurada con alfeizar decorado con dentículos, haciendo esquina con la portada y los restos de lo que fue en origen una bella cornisa pétrea de la casa-palacio, cuyo origen asienta en la casa-torre de los Montoya ( M. Portilla, 1978: 565) (V. Palacios Mendoza, 1994: 151/167).

Como casi siempre en nuestros pueblos, las iglesias constituyen el elemento artístico de más relevancia. En Lacervilla, la de san Clemente supone un pequeño y bello conjunto, que conserva restos medievales de transición del Románico al Gótico en la cabecera recta, tales como una ventana en el muro este del presbiterio, con arco ligeramente apuntado sobre dos columnas rematadas con capiteles historiados en los que podemos apreciar figuras humanas con diferentes útiles en sus manos. En el fondo del arco encontramos una piedra con finas decoraciones de rosetas y zig-zag. En el muro oeste, a los pies de la iglesia encontramos también un interesante arco apuntado de cronología posterior y junto con la torre cuadrangular dispuesta en la cabecera, hacia el norte, constituyen los elementos medievales de esta construcción. La nave de la iglesia, vista desde el exterior constituye un cajón regular con contrafuertes laterales que refuerzan los muros. La caja se complementa con tres pequeños edificios auxiliares de menor altura que constituyen las dos capillas laterales cercanas al presbiterio y la capilla bautismal, cercana al hastial por el lado norte. Dos construcciones auxiliares y posteriores son la espadaña, que se levanta sobre el muro de la cabecera y que mantiene la decoración propia del Barroco Clasicista, con sus pirámides y bolas, como remate del cuerpo de campanas y el pórtico, de carácter popular situado hacia el sur.

El acceso al interior se hace a través de un arco marcadamente apuntado y moldurado. El espacio interior se organiza en una nave de cuatro tramos, cubierta con bóvedas de lunetos. Destaca en la cabecera el retablo mayor Barroco, de hacia 1660-1670 como corresponde a las columnas que articulan la composición, machihembradas o de fuste estriado (J.J. Vélez, 1990: 103/105), con interesante labor de talla y con imágenes de resabios romanistas, repolicromados en siglos posteriores con colores lisos. La estructura arquitectónica del retablo mayor conserva afortunadamente su policromía original, llamada de la "distensión barroca" (P. L. Echeverría Goñi, 2003: 103) o de "luces y sombras" (F. R. Bartolomé García, 2001: 193/197), que combina sabiamente el dorado bruñido con el color en la talla vegetal, especialmente rojos, azules y verdes. En las capillas laterales se conservan sendos retablos neoclásicos, policromados imitando jaspes y mármoles y dedicados en la actualidad a Cristo Crucificado y a la Inmaculada. Destacamos dentro del ajuar litúrgico de esta parroquia la pila bautismal, situada en una pequeña capilla frontera a la puerta de ingreso, por su antigüedad pese a no estar labrada y sobre todo por conservar restos de policromía. Dentro de las artes del color, debemos señalar también la existencia de un posible retablo fingido en el muro de la cabecera que hemos podido vislumbrar por detrás del retablo mayor, lo que se convierte en excepcional, si tenemos en cuenta que todos los muros de la iglesia han sido picados, revocados con cemento y encalados posteriormente.

Amaia GALLEGO SÁNCHEZ (2008)