Kontzejuak

IGOA

Celebra fiestas el 8 de setiembre. Los carnavales (o ioti egune) comienzan el domingo de Carnaval. Garmendia Larrañaga describe así la celebración en los años treinta: "A las nueve de la mañana de este día, los jóvenes o "mutillek" y un acordeonista salían de la taberna del pueblo o "erriko ostatutik" y se dirigían al templo parroquial. Después de la misa regresaban a la mentada posada y chicos y chicas se entretenían en animado baile. A continuación se retiraban todos a sus respectivas casas. A la función religiosa de las vísperas o "Bezperak" vespertinas seguía el baile en la plaza o en una casa, que en los tiempos mozos de mi informante, hace 63 años, solía ser la de "Arralde". Con música de acordeón o "kordeona", los "mutillek" y las "neskatxek" bailaban hasta el toque de oración o "illun ezkille". Después, las chicas se retiraban a sus domicilios; pero no solas, sino con la grata compañía del correspondiente joven. Digamos que el "Iot Egune" o Domingo de Carnaval, la mayoría de los jóvenes cenaba también en familia. A las diez de la mañana comenzaba la fiesta del "Ioti Bigarrena" o Lunes de Carnaval. A esa hora los jóvenes partían a postular, acompañados de un acordeonista. En cada casa bailaban dos piezas o "bi dantzaldi" y les ofrecían un trago de vino. En el grupo de estos "mutillek" no faltaban la cesta para los huevos, el saco blanco para el pan, y el hierro o "gerrena" para el tocino o "urdaie" y la longaniza o "txistorra", que cuidaban colocarlos de la manera más vistosa posible. Terminada la "erronda", comían en sus casas. Por la tarde repetían la fiesta del "Ioti Egune" o Domingo de Carnaval. La cuestación o "puska biltzea" del "Ioti Irugarrena" o Martes de Carnaval arrancaba también a las diez de la mañana y se sujetaba a lo que conocemos del día anterior. El recorrido terminaba en la posada del pueblo, donde a los "mutillek" les servían "banaarrak" -alubias-, huevos cocidos o, "arrautz egosik", longaniza o "txistorra" y tocino o "urdaie" café, copas y cigarro puro. Por la tarde se enmascaraban y salían disfrazados -"txatxutu egiten ziren"-. Estos "txatxuk" junto con otros jóvenes sin disfraz y las chicas del pueblo animaban el baile vespertino. Pero, antes, los "mutil nagusiek" o mayordomos mandaban a cada joven a buscar a la chica correspondiente, a la casa de ésta. El "mutille" era invitado a café y copa, y le entregaban una "piparopille" o rosquilla, que la guardaba para comerla con sus compañeros, en la plaza. El primer baile del "mutille" solía ser con la joven a la cual había acompañado al escenario festivo. Las chicas, sentadas en un banco de la plaza, aguardaban a que los jóvenes las sacasen a bailar. El "Ioti Irugarrena" los jóvenes cenaban en la taberna y bailaban con las "neskatxek" de la casa. El Miércoles de Ceniza o "Auster Eguna" por la mañana, hacia las ocho, postulaban en silencio, sin música. En esta cuestación figuraban sólo cuatro jóvenes: dos visitaban los caseríos o "bordak" y otros dos recorrían el centro de la aldea. Todos los jóvenes de la cuadrilla comían y cenaban en la posada del pueblo: sopa, "banaarra" y tortilla, con vino, café, copas y cigarro puro. Seguidamente liquidaban las cuentas de los "iotik", que las presentaban los "mutil nagusiek", "maiordomoak" o mayordomos de la cuadrilla de jóvenes o "mutil kuadrille". Mayordomos que eran designados en esta misma reunión, previo reparto de los naipes. Estos "iotik" de este pueblo de Basaburua Mayor dejaron de celebrarse con la guerra de 1936. Los carnavales de estos últimos años no se sujetan a días determinados y se han perdido las costumbres de disfrazarse o "txatxutzea" y salir en cuestación. En Igoa: Tomás Ezcurra Lasarte -82 años-. Casa "Salbadorenea". El 3 de enero de 1981: Ref. J. Gar. L.: "C. en N.". Hist. En 1423 tenía 17 casas, todas las cuales con la iglesia, excepto tres, se redujeron a cenizas con los bienes de los habitantes que non lis ha quedado res de los bienes que habían, sino los cuerpos solament. En consideración a esto les perdonó el rey la pecha y los cuarteles que debían, y los que se impondrían en once años y parte de la pecha. Los labradores de éste pueblo fueron condenados en 1543 a pagar una pecha de once robos y medio de cebada y un real inglés en dinero, a Felipe Huart e Isabel de Aguinaga, su mujer, dueña del palacio de cabo de armería de dicho lugar.