Kontzeptua

Errementariak (1985ko bertsioa)

El herrero es un héroe de la literatura oral vasca, un personaje mítico ya cristianizado, llamado San Martín Txiki o San Martinico. Este personaje se las apaña para robar o descubrir los secretos técnicos a los pueblos vecinos conocedores del metal y del oficio de la herrería. Se le atribuyen inventos y descubrimientos como la soldadura, el fuelle, la sierra y las tenazas. También se le atribuyen poderes mágicos. He aquí los documentos orales conservados de viva voz generación tras generación, y que ha recogido Barandiarán. Los herreros suelen espolvorear con arcilla o arena silicea los trozos de hierro candente que tratan de soldar. El sílice da temple al hierro, como dicen. Y, según cuentan en Kortezubi (Bizkaia), el secreto de la soldadura del hierro fue arrancado al Diablo por San Martinico. He aquí la noticia legendaria: San Martin ermentarije zan, da mutille euken mallukarije, da berau bota eban kalerik-kale esaten: "San Martiñek atera deu galdie". Inpernuko deabruäk entzu ebanien San Martiñek galdie atera ebala, esa'eutzen: "Ez, bota ez baleutzo buztinie edo arie". Ori, entzun ebanien, juen zan ariñ mutille San Martin aiñe. San Martiñek orduän bota eutzen buztinie eta arie; orduän atera eban galdie. (Kortezubi-ko Aranaz-tar Matias jaunak, 1921 garren urtean kontatua. Ikus: Auñamendi 12/152). San Martín era herrero y tenía de martillador a un muchacho y envió a éste a anunciar de calle en calle: San Martín ha averiguado el temple [del hierro para soldarse]. El diablo del infierno, al oír que San Martín había averiguado el temple del hierro, le dijo: no, si no le hubiera echado arcilla o arena. Cuando oyó esto, volvió presto el criado donde [estaba] San Martín. Entonces San Martín le echó arcilla y arena y descubrió el temple [del hierro para soldarse]. (Contado en 1921 por Matías de Aranaz, de Kortezubi). [Auñ., n. 12, p. 152]. No falta tampoco quien comercie, como ahora, con los nuevos inventos, y, aunque no hubiera patentes de invención, por lo menos había exclusividades y secretos profesionales. Ya hemos visto en uno de los casos que un muchacho se hace rico vendiendo su hoz metálica a un pueblo que segaba con herramienta de piedra. Debió ser también importante la invención del fuelle, ya que figura como objeto codiciado, así como el de la sierra: Jentil-zulo.-Gure aurrekoak esaten zûen Jentillzuloetan jentillek bizi izen ziela. Uzparrungoakin aiskide izaten ziela. Bein jentillek Uzparrungo aspoa ekarri zuela, ta Uzparrun- goakjentillen urrezko txarrantxe eaman zuela. Jentillek txarrantxeren eske yoan zienên Uzparrunen zerbait ostu emen zuen. Da gero berriz jentillek aspo eske yoan sienên, etzioâ- la eman asporik: Ta ordun jentillek burroa bota zuela: etxe ortan etxekoandre izeten zenak ez altzuela izenen osasunik. (Leitza-ko. Sagastibeltza-tar Jose Joakin Jaunak, 1920 garren urtean kontatua. Ikus Auñamendi 12/38. Haita 1-316, eta Azkue-ren "Euskal-Erriko Yakintza" 11-312, 430 ere). Cueva de los gentiles.-Nuestros antepasados decían que en Jentilizulo vivieron los gentiles que eran amigos de los [caseros] de Ozparrun (2). Que una vez los gentiles trajeron (3) el fuelle de Ozparrun, y que los de Ozparrun llevaron la raspa (4) de oro de los gentiles. Cuando los gentiles fueron en busca de la raspa, robaron algo en Ozparrun. Y que después, cuando los gentiles volvieron a pedir el fuelle, no se lo dieron. Y que entonces los gentiles lanzaron la maldición: que la que fuese señora de esa casa, no gozase de salud. (Contado en 1920 por José Joaquín de Sagastibeltza, de Leiza). [Auñ., n. 12, p. 38]. Como de costumbre, es San Martín Txiki el personaje mítico encargado de robar el secreto de un nuevo invento al pueblo agricultor que vive en el valle. Su criado se acerca por orden suya a las cercanías de la fragua del herrero, un diablo, y le deja a entender, cantando, que su amo ya les descubrió el secreto de la sierra: San Martín-txikik asmatu du zerra; asmatu du zerra San Martinik. "San Martin-txiki ha descubierto la sierra; ha descubierto la sierra San Martinico." Así dice literalmente el documento oral. A lo cual comenta Lekuona que el diablo se descuidó en contestar que no lo hubiese descubierto si antes no se hubiera fijado en la hoja del castaño: Etzian asmatuko, gaztain ostroa ikusi ez balu." Las tenazas del ferrón.- Existen algunas variantes de un cuento, en el que son protagonistas una persona que por lo visto no conocía las tenazas y otra que las utilizaba normalmente en su trabajo. La primera es un jentil, en otras narraciones un basajaun. La segunda es un herrero, un ferrón. El cuento que nos habla de este suceso es el siguiente:Muski'ko artzulon baxajaun gazte bat be amakin bizi eme-oan. Amari askotan aitu ementzoan, beeretan gizonak eoten-tziela, eta indartsuk zielazko otsa zoela. Baxajaun gazte orrek gizonak ikusteko gogoa ementzeakarrean. Baita beiñ gizonakiñ be indarrak neurtzea buruatu. Amari esa'ementzoan gizonan indarrak zertarañokok zien jakiñ nai zola eta jextea zijola. Amak ezetz, etzezala olakoik ein. Semek baietzeta Maizkoa iritxi zanen aituna zar bat ikusi ementzian. Beai galde: -Gizona al aiz? -Ez, gizon izana, baño oaiñ ez nok gizon. Txikurritan bera zijola, motil-koxkor bat arkitu eta arire galde: -Gizona al aiz? -Ez, oaindio ez. Olasastia jetxi zanen olagizon bat arkitu eta arire galde bera: -Gizona al aiz? -Bai, gizona nauk. -Nai al dituk indarrak nekin neurtu? -Belexe; ao pixkat. Olagizon oi Olan sartu eta teneza gurik eskun zitula irten emeoan, eta baxajauneri esan: -Nai deanen. Langaiek eman ziola aurrerapena gizonari. Bik burrukan asi emeitun. Olagozinak teneza gurikin sudurreti eldu ementzoan baxajauneri eta sudurre ata. Ordun baxajaune ikatu emeoan, eta gizonen atzaparrak izugarrik ziela eta be Muski'artzulora jun emeoan. En la cueva de Muskiri dicen que vivía un joven basajaun. Dicen que había oído muchas veces a su madre que por las tierras bajas solía haber hombres y que se rumoreaba que eran fuertes. El joven basajaun dicen que traía ganas de ver a los hombres. Y hasta se le ocurrió una vez que mediría sus fuerzas con ellos. Dicen que dijo a la madre que quería saber hasta dónde llegaba la fuerza de los hombres y que iba a descender (de su montaña). La madre que no, que no hiciera tal cosa. El hijo que sí, y cuando llegó a Maizkoa dicen que vio a un anciano. Le preguntó: -¿Eres hombre? -No, fui hombre, pero ahora no soy hombre. Bajando por Chicurrieta, dicen que topó con un muchacho y también le preguntó: -¿Eres hombre? -No, todavía no. Cuando bajó a Olasagasti dio con un ferrón, y a él la misma pregunta: -¿Eres hombre?-Si, soy hombre. -¿Quieres medir tus fuerzas conmigo? -En seguida; aguarda un momento. El ferrón entró en la forja y salió con unas tenazas al rojo y dijo al basajaun:-Cuando quieras. Dicen que empezaron los dos a luchar. El ferrón dicen que le asió, con las tenazas al rojo, de la nariz y se la arrancó. Entonces dicen que el basajaun se espantó y que se marchó a su caverna de Muskiri (diciendo) que los dedazos del hombre eran terribles. Las tenazas tan usadas en cualquier cosa no fueron fácil invento. Al fin y al cabo no se trata simplemente de utilizar una palanca, sino una combinación de dos palancas en ciertas condiciones. El infeliz basajaun es el hombre que no conoce tal herramienta. Ref. Estornés Lasa, Bernardo. El mundo en la mente popular vasca. La prehistoria recordada de viva voz. Col. Auñamendi, n. 102, San Sebastián, 1975.