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ERREA

La vista del lugar de Errea presenta la imagen de grandes casonas muy cuidadas con una pequeña iglesia correctamente restaurada en la parte baja del pueblo. Domina la población una casa restaurada a la que se le añadió un piso.

Estas casonas presentan fachadas enlucidas que dejan a vista los sillares de las esquinas y de los vanos. En altura son de dos o tres cuerpos cubiertos generalmente por un amplio tejado a dos aguas con aleros volados. Las puertas de acceso son arcos de medio punto o rebajados. Los vanos rectos se reservan para ventanas y balcones que a veces se presentan corridos. Muchas de estas casas son del siglo XVIII o posteriores. Entre las fechas destaca una de las casas que presenta la fecha de 1739 en la clave rodeada por temas ornamentales, propios del repertorio popular.

Errea contó con una ermita dedicada a San Pedro Mártir, a las afueras del pueblo, en el lugar donde hoy en día se encuentra el cementerio, de la que no quedan restos.

El posible origen medieval de la Parroquia de la Inmaculada se ve desvirtuada por sucesivas reformas. Su moderno aspecto ofrece una planta rectangular de una nave de tres tramos que incluye cabecera recta y cubierta de aristas. Un coro moderno se sitúa en alto a los pies, con una viga de soporte y techumbre plana. La sacristía cuadrada se sitúa adosada a la cabecera en el lado de la Epístola. La sencillez del interior está también presente en su exterior, con muros de sillarejo y un pórtico que protege una sencilla entrada de medio punto. Una torre prismática de poca altura se alza a los pies, según modelos medievales, con arcos de medio punto para las campanas.

En el interior de la iglesia se conservan varias piezas interesantes como la pila bautismal conservada en el sotocoro que presenta una tipología medieval con una estructura de fuste cilíndrico y taza semiesférica.

También es interesante el retablo mayor que ocupa la cabecera. De traza todavía manierista puede datarse de la primera mitad del siglo XVII, con alguna reforma posterior como el ático. El banco se forma con tableros lisos y pedestales con óvalos que apoyan los dos cuerpos con tres calles y dos entrecalles laterales, rematadas por un ático recto. La iconografía del retablo se reparte a través de varios relieves como el de la Pasión, la Infancia de Cristo, San Antón, la Flagelación, el Prendimiento y San Sebastián, Santa Ana, la Adoración de los Magos, la Presentación y Santa Bárbara. En la calle central, además del sagrario se sitúan una talla gótica de la Virgen erguida con el Niño sobre peana de gallones con asas y en ático un Crucificado. Toda la escultura es de muy pobre factura que desmerece aún más por un repinte poco acertado.

En la sacristía se conservan cuatro esculturas: una repintada imagen de la Inmaculada del siglo XVII, un San Ramón Nonato barroco de estilo popular, un Niño Jesús de finales del siglo XVIII y un ángel de estilo romanista.

Además la iglesia conserva también una pieza de orfebrería de gran interés como es la Cruz procesional de plata (91 x 50) que puede fecharse a finales del siglo XVI o principios del XVII. Su estructura se asemeja a la difundida por el taller de Pamplona en estas fechas con nudo de templete cilíndrico y la cruz de los brazos con ensanches ovales, remates rectangulares y crucero cuadrado.

En su repertorio decorativo abundan las cartelas de cueros retorcidos enlazadas con ces, óvalos, querubines entre otros, todo ello cincelado en los brazos. Aparecen las figuras de San Pablo, San Pedro, Santiago, el Crucificado que preside el anverso entre un Padre de la Iglesia, San Juan, San Juan Evangelista, San Lorenzo, otro Padre de la Iglesia, una figura con un cáliz y San Marcos. El reverso lo ocupa una Virgen con severidad de matrona romana sendente con el Niño con las figuras de varios santos y un Padre de la Iglesia alrededor. En su conjunto se trata de una pieza cuidada de valor artístico aunque bastante ruda en cuanto a sus temas figurativos.

Carmina RIUS SALETA