Lexikoa

DECLINACION

Gramática.

DECLINACIÓN (ADICIONES FONÉTICAS)

DECLINACIÓN (ANOMALÍAS DE DECLINACIÓN)

DECLINACION (ASIMILACIONES Y DISIMILACIONES, DESINENCIAS DOBLES)

DECLINACIÓN (DE LAS VARIANTES)

DECLINACIÓN (FONÉTICA DE LA DECLINACIÓN)

DECLINACIÓN (INFIJOS SEMÁNTICOS)

DECLINACIÓN (PERMUTACIONES, SUPRESIONES Y TRANSPOSICIONES FONÉTICAS)

Hay quien niega la existencia de la declinación vasca. Campión, que en su notable gramática dedica 117 páginas a esta lección de nuestra Morfología, cita a tres autores que la niegan: Astarloa, Hovelacque y Van Eys, y concluye que en cuanto al (punto de vista) teórico, la declinación no se ajusta a la naturaleza del euskera, y por lo tanto puede suprimirse sin peligro en una exposición gramatical fundada en principios científicos. Schuchardt, en su estudio de la declinación ibérica, dice: siempre me ha causado cierta extrañeza la... afirmación de Van Eys, a saber, que el vasco no tiene declinación y que emplea sufijos en vez de casos -como si éstos no fueran sufijos- y que se sirve también de preposiciones. A fe que no sabría decir cuál es la diferencia esencial que existe entre el vasco izen, izenen -alaba, alabai y sus sinónimos latinos nomen, nominis-filia, filiai (dat), mientras que el romano du nom, a la fille se diferencia notablemente de ambos. Indudablemente la declinación vasca no es igual a la de las lenguas clásicas. En la nuestra, el tema queda siempre intacto, y los sufijos que la constituyen quedan por lo mismo más en relieve que los de aquellas lenguas, sin que por esto dejen de merecer la denominación de desinencias. Su categoría gramatical es la misma, idénticas son sus funciones. (V. párrafo II). Si el quedar intactos los temas de nuestra lengua fuese razón suficiente para negar la existencia de la declinación vasca, habría que negar asimismo su derivación; pues los temas en este ramo de la Morfología permanecen también intactos en nuestra lengua y en otras no. De suavis vienen suavior, suaviter, suavitas sin la s final del tema; y de nuestro bigun nacen, sin pérdida de elemento alguno, bigunago, bigunki, biguntasun. Casos de declinación hay en las lenguas clásicas que no lo son en la nuestra, tales como el vocativo, el acusativo y hasta el mismo nominativo. También nosotros expresamos el vocativo, pero sin sufijo, no como declinativo. En ¿bantzuk, mutil? de Micoleta "¿ya lo oyes, muchacho?" y lau mutil ito ziran, "cuatro muchachos se ahogaron", tenemos que adivinar que el primer mutil sea vocativo, pues carece de característica. Rigurosamente hablando, sólo cuatro o cinco vocablos registra la lengua que merecen la denominación de vocativos y tampoco llevan desinencia que los caracterice. Son lo vocativo de hombres y su diminutivo to o txo que lo es de muchachos, no vocablo con que se llama a una mujer y su diminutivo ño con que nos dirigimos a una muchacha. Y aun éstos son también usados en algún otro sentido. Los marinos de la costa cantábrica, vascos y no vascos, llaman "el cho" al marmitón de sus buques o al camarero. Axular, con mucha gracia, dijo (2.° edición, 343-21): amoratea zen nabusi, no zen tho la manceba mandaba, la mujer era hombre; y el autor desconocido del manuscrito de Londres (tal vez lo fuese Añibarro) imitando a Axular dijo Migelen etxea no da to, por traducir sin duda aquel dicho que en Bilbao por lo menos corría hace dos generaciones como intraducible al vascuence: "en casa de Miguel él es ella y ella es él". En Lekeitio (B), al vocativo no ha sustituido desde hace mucho tiempo potxua. El P. Zabala en sus fábulas trae potxo. En Bermeo (B) se valen para ello de los vocablos alabatxu o alabatxü, hijita, txikiña, pequeña, y por lo menos un tiempo también decían iiiist, para llamarse uno a otro. En el mismo Lekeitio se oye como vocativo, dirigido a hombre o mujer, el zaparrostro ole, que parece venir del castellano "hola" en su arcaico matiz semántico, oyéndose asimismo su diminutivo oletxu. Tampoco lleva sufijo característico entre nosotros el acusativo; por ejemplo, en gizon bat ikusi dut nik, yo he visto a un hombre. El. nominativo no siempre es caso de declinación en nuestra lengua; sólo lo es en oraciones transitivas. Tan nominativo es gizon bat erori da un hombre ha caído, como gizon batek edan du, un hombre lo ha bebido. En el primer ejemplo no es caso de declinación, sí en el segundo. Nadie se extrañará de que por vía de claridad y aun de exactitud no se llame en este Estudio nominativo a ninguno de los dos, sino que gizon bat será denominado caso pasivo, caso activo gizon batek. Si el pasivo, a pesar de no tener sufijo, es incluido como caso de declinación, es no sólo para que sirva de punto de partida, de base a los demás casos, sino también por imitación de las lenguas clásicas cuyos nominativos Rosa y Nympha, por ejemplo, carecen también de desinencia casual y, sin embargo, figuran en la declinación latina y griega, respectivamente, con desinencia cero. Algo raro parece que este caso activo se deje distinguir más con verbos de forma pasiva. En nik egin dut ori, "yo he hecho eso", el afijo k de acción no tiene traducción al castellano. En cambio, en nik egina da ori, con el verbo en forma pasiva, el mismo afijo k equivale a "por": eso es hecho por mi. Aquella cuestión, iniciada y zanjada por Fr. Müller, y citada y vuelta a zanjar después por muchos vascólogos extranjeros, de que los verbos activos tales como dakart, dakigu, más bien que activos "lo traigo yo, lo sabemos nosotros", son pasivos, "ello es traído por mí, ello es sabido por nosotros", ¿esta cuestión tendrá la importancia que quiere dársela? ¿Pasará de ser un simple juego de palabras? Esa idea pasiva la indicamos todos los vascos adjetivizando el verbo mediante el artículo, en esta forma arriba indicada: nik egina dut ori, o añadiendo al infinitivo los sufijos sinónimos iko o tako: nik eginikoa da, nik egindakoa da ori. Por iko dicen algunos ikako. Berak eginikako komentu batean en un convento hecho por él (Joann. Saindu (508-5). Birzaiz eginiko baltz ta jantxa (pan) negro y duro de comer hecho de remoyuelo (Per. Ab. 125-21). Esta variante es de puro sonsonete, como zerutikako (Joann. Saind. 514-6) por zerutiko procedente del cielo. El caso pasivo del futuro (lo que al estudiar latín llamábamos futuro en dus) lo representamos con el sufijo teko pospuesto al infinitivo. Jatekoa el comestible y edatekoa, el licor, literalmente significa "lo que ha de ser comido, lo que ha de ser bebido". Por más de una razón se ha procurado en este estudio alterar lo menos posible y sólo por necesidad el tecnicismo corriente entre lingüistas. Se han respetado las denominaciones que dio Bonaparte a gizonak, el hombre, gizonari, gizonez, gizonagan y gizonagandik, de "activo, dativo, instrumental, inesivo y ablativo". Se hubiera aceptado igualmente la de genitivo para gizonaren, si el sufijo de mendiko no lo reclamase con el mismo derecho. Por tanto, al primero se le llamará posesivo, y al segundo proverbal, sintiendo no poder aceptar la denominación de relativo que dio a éste el príncipe Bonaparte, ni el de derivativo, con que le designó un discípulo suyo. Relativos son todos los afijos declinativos. Todos ellos, menos en y ko, ponen en relación al tema declinado con un verbo. El posesivo y el proverbal lo relacionan con un nombre o pronombre. Sin embargo, a este segundo le llamaría con Bonaparte relativo, si fuera denominación corriente, como se aceptan las de dativo, ablativo..., etc., a pesar de su impropiedad. El sufijo ko, como se dijo largamente en el Diccionario, se une a todos los demás declinativos menos al activo k, el dativo i y en casi todos los dialectos exceptúase también el inesivo n, como se puede ver en los ejemplos allí citados neuregango, niganaiñoko, niganako, zerukoak..., etc. Es un verdadero proverbio. Niganaiñoko bat equivale a niganaiño eltzen den bat, uno que llega hasta mí. En nikazko ardura alegiñezkoak, de Añíbarro, las dos ko hacen veces de los verbos daukezan y eginda; nigaz (daukezan) ardura alegiñez (eginda)koak, los cuidados, practicados con empeño, que tienen para conmigo. Es también del mismo género al afijo ko en su acepción de declinativo proverbal. A mi madre, hija de Mundaka, le oí muchas veces esta linda frase: zaietan urun ta urunetan zaikoak gara gu, nosotros somos aquellos (de quienes se dice) en los salvados harina y en las harinas salvado. Entre la denominación de local o locativo que invocan los georgianistas, y la de inesivo, que le da Bonaparte con los gramáticos fineses a etxean, "en casa", opto por la segunda, no sólo por ser más expresiva, sino porque la denominación de locativo tan propiamente como el caso "en tal comarca" cuadra a estos otros: "a tal comarca, hasta tal comarca, es de tal comarca y viene de tal comarca". Tan locativos como el inesivo mendian son el directivo definido mendira, el directivo indefinido mendirantz, el directivo terminal mendiragino, el directivo final mendirako, el ablativo menditik y el proverbal mendiko. A la denominación bonapartiana alativo de etxea, prefiero la de directivo que le da Duvoisin. Son del siempre simpático y muchas veces regocijante vascólogo Charencey las denominaciones de destinativo = nizerat, directivo indefinido = aitaganontz, supositivo = lapurtzat y unitivo = aitagaz o Aitarekin. Después de mucho estudiar el caso no he incluido entre afijos de declinación el supositivo lapurtzat, "por ladrón", sino entre adverbios heterogéneos. Tampoco merece ser incluido, entre otros afijos, el artículo abstracto ik que varios autores lo hacen, llamándole interrogativo-declinativo; ni el derivativo adverbial ga, de indarga, inerme, eskerga, enorme, ni los privativos baga, bage y su metátesis gabe, "sin", que figuran en el grupo de afijos adverbiales. En los paradigmas que se han de exponer figuran, sí, lo sufijos ik, a y ak, mas no como declinativos, sino como meros constitutivos del caso pasivo, cuya desinencia es siempre cero. Muy pertinentes al caso y aceptables me parecen estas palabras de Campión: "junto a las indudables ventajas prácticas de explicar las modificaciones del sentido de las palabras por medio de la declinación, existe el grave inconveniente de dejar fuera del paradigma adoptado una porción de modificaciones que no caben dentro de la enumeración clásica, o el de aumentar considerablemente el número de los casos, inventando nuevos nombres e incluyendo relaciones que en ninguna lengua figuran dentro de la declinación". En cuanto al orden de colocación se han puesto a la cabeza el pasivo, activo y dativo, no sólo porque lo ha hecho ya algún otro, sino porque los tres gozan exclusivamente del privilegio de estar representados en la conjugación. Semea Aitak eta Amak dakarkiote alabari (a), el hijo le traen el padre y la madre a la hija. El pasivo semea está representado en la d inicial del verbo; el activo Aitak eta Amak lo está en la sílaba final te y al dativo de alabari corresponde el elemento verbal kio. Los demás casos nada tienen que ver en la conjugación. Se dice ni nator, "yo vengo" como decimos zurekin (con vos), nator, uria (a la villa), nator, menditik (de la montaña), nator, sendatzeko (para curarme), nator..., etc., sin que estos ni otros casos de la declinación -no siendo los tres arriba citados- añadan elemento alguno al verbo conjugado. Se expondrá nuestra declinación en un noble paradigma: 1.° por no asustar al lector con muchos modelos separados; 2.° para que de dos golpes de vista pueda abarcar nuestro complicado sistema. Antes se han de estudiar las leyes que regulan la unión de los temas con las desinencias y otros elementos que intervienen en la declinación, después cada uno de estos elementos por separado, sus variantes y algunas anomalías que se advierten en su uso.