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COMPAÑÍA DE NAVEGACIÓN Y COMERCIO A BUENOS AIRES, TUCUMAN Y PARAGUAY

Proyecto de constitución de una compañía mercantil, que iba a tener asiento en la villa de Bilbao y se proponía la explotación de dichas colonias. Descontento el comercio de Bilbao del provecho que se le podía derivar del tráfico colonial mediante la utilización exclusiva de los puertos habilitados, intentó obtener mayor beneficio valiéndose de medios más resolutivos.

Una de sus primeras experiencias a este respecto fue el ensayo de constitución de la citada compañía mercantil por el año de 1736. La junta de negociantes de la villa formó al efecto una comisión formada por el Prior, Cónsules y Consiliarios del Consulado más los señores Antonio José Salazar de Muñatones, Francisco Antonio de Salazar Abendaño y Sarabia, Domingo del Sarco, Francisco Manuel de Vial, Francisco de Aldama (sustituido luego por José de Zabala y Miranda) y Juan Darrigues, al efecto de que discurriesen sobre el particular e ideasen lo más conveniente.

La comisión tuvo listo ya el proyecto para 1737, siendo inmediatamente pasado a la Corte para su aprobación. De momento el asunto no pasó de ahí, al encontrar la idea una enconada oposición en las esferas oficiales. No tuvo mejor suerte un nuevo intento del Consulado en 1739, habiendo de contrarrestar a otras influencias poderosísimas en la Corte. Al fin, probó fortuna en 1745 el Señorío mismo, patrocinando como suyo ante S. M. el proyecto de una "Compañía de comercio y navegación para las tres Provincias de Buenos Aires, Tucumán y Paraguayo. El extenso Memorial en el que se precisaban las particularidades del proyecto [v. transcrito el texto del plan y reglamento de Compañía, titulado "Compañía de Real Fábrica y Comercio para la ciudad y las tres provincias de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay", en T. Guiard: Historia del Consulado y Casa de Contratación de la villa de Bilbao, vol. II, Bilbao, 1914, PP· 344-365] se revela como un documento de gran sagacidad económica, que no desentona ni mucho menos de la hora que sonaba en Europa. Insistía, más en concreto, sobre el beneficio del restablecimiento de las fábricas, perdidas a la sazón y abandonadas, que se seguiría a reino del establecimiento de la proyectada Compañía, la cual se adelantaría "a inventar y perfeccionar tejidos hasta ponernos en el feliz estado de emprender un comercio activo con los demás de Europa", y, por lo demás, trataba de salirle al paso a la probable contradicción de las ciudades émulas, satisfaciendo en lo que cabía a sus previsibles reparos.

Como se esperaban ya el Señorío y el Consulado, su pretensión fue contradicha por la ciudad de Buenos Aires y los comercios de Cádiz y Lima. Una nueva moción del Señorío ante el rey ponía certeramente el dedo en la llaga, al denunciar la radical insuficiencia del sistema de flotas y galeones: "En los siglos pasados se miró la decadencia de galeones como el mayor mal que pudiera suceder a este comercio, y de lo que entonces pudo tener algún apoyo especulativo ha verificado la experiencia las infelices resultas... Mientras más nos empeñamos en que no decaigan los galeones, por las reglas que quieren los comercios decaerán más a priesa. Esta proposición es de las más ciertas y sólidas que produce la experiencia", etc. Mediaron, además, diversas otras réplicas y contrarréplicas. Pero, a la postre, no pudieron ser orilladas las contrariedades que se opusieron al proyecto de Compañía, siendo éste nuevamente archivado en 1749. Se revolvió por última vez el proyecto de comercio con la América meridional por los años de y77 y 1778, cuando se dieron a conocer los decretos que extendían el comercio libre a los puertos habilitados de España, islas de Mallorca y Canarias, Buenos Aires, el Perú y Chile. Pero tampoco esta vez consiguió ver atendidas sus aspiraciones el comercio de la villa del Nervión. Ref. Obra citada de Teófilo Guiard, pp. 342-366.

Luis F. LARRAÑAGA