Pintores

Vidaurre Pérez-Orayen, Carlos

Pintor. Nacido en San Sebastián en 1929, fallecido en 1998.

Vocación muy temprana, fue galardonado en un concurso infantil organizado por El Diario Vasco. Realizó un breve paso por la escuela de Bellas Artes de Madrid. Su primera exposición en solitario se remonta a 1957 en la sala Abril de Madrid, pero es en 1974 cuando se produce su abandono de los trabajos como escenógrafo (en el Civic Center de Johannesburgo, Teatro de Venecia, Salzburgo, París, Roma) e inicia su dedicación exclusiva a la pintura, exponiendo su obra para la galería El David de Madrid. De entre sus obras destacan: Primavera en el parque, Nocturno en la Rotonda, Donostia, Remero, La despedida, Faenando en el puerto, Arrantzale, etc. También realizó dos grandes cuadros para el restaurado palacio del Marqués de Salamanca, por encargo del Banco Hipotecario, y un retrato por encargo del Ministerio de Trabajo para su galería de Consejo. Sus obras se encuentran dispersas en diferentes colecciones en Europa y América, como en el Palacio de la Moneda, el Ministerio de Trabajo, Museo de Bellas Artes de Granada, o el Museo San Telmo de Donostia.

El Correo Español-Pueblo Vasco"(1974), lo vio así:

"Vidaurre ofrece en sus lienzos escenas humanas, trozos de la vida de nuestros pueblos y nuestras gentes. Rincones que puedan ser de nuestra propia casa, de nuestra propia familia. Enamorado de la figura, mezcla en la tela alma y técnica, una técnica que tiene en sus tonos y su factura un grato y sereno sabor clásico. Esto no excluye el hecho de que esos dos o tres paisajes (excepción de su temática) nos hagan lamentar que no haya insistido un poco más como paisajista, porque en esa línea tiene una calidad cuya fuerza quizá resida en su delicadeza excepcional, difícil de encontrar hoy en día".

Marqúes de Lozoya, (1975):

"No se puede decir que el pintor donostiarra Carlos Vidaurre sea autodidacta. Nadie es autodidacta. Todos tenemos, a lo menos, un gran maestro: la Vida y, precisamente porque la vida le impedía entregarse totalmente a su ideal, que era la consagración exclusiva a la pintura; el no ser otra cosa que pintor-pintor le ha sido concedido, sin apenas darse cuenta, el privilegio de un estilo, de una personalidad única e inconfundible en el profuso mundo de la pintura actual".

José Berruezo:

"El conjunto de la obra de Vidaurre podríamos dividirlo en dos grupos: figura y paisaje. En éste destacan los planos cromáticos en los que la luz enriquece el dibujo perfecto, obras en las que un austero empleo de las gamas de los sienas queda realzado por la luminosidad de las superficies. En las grandes composiciones encontramos una cierta tendencia al expresionismo baconiano, aunque sin llegar a la total deformación de las figuras, manera quizás de vigorizar el tema tratado. Pero hay en la producción de Vidaurre unos pequeños lienzos en los que nuestra atención se remansó complacida porque de ellos fluye un acento de perfección formal que, sirviendo a la gracia del motivo, nos trae el recuerdo fijado pero efectivo de un Goya o un Lucas".