Industrias

UNIÓN QUÍMICA DEL NORTE DE ESPAÑA

La Unión Química del Norte de España, S.A. (UNQUINESA) se constituyó en Bilbao el 2 de diciembre de 1939 con un capital social de tres millones de pesetas aportado por el grupo familiar Lipperheide-Guzmán y por el Banco Vizcaya. A mediados de los años veinte la familia Lipperheide originaria de Neheim (Alemania) se estableció en Bilbao. Los hermanos Federico, José y Francisco Lipperheide Wicke comenzaron a trabajar en la pujante economía vizcaína. En 1925 los hermanos Federico y José participaron en la creación de QUIMINOR, S.A.., y cuatro años más tarde, en colaboración con el empresario vizcaíno Enrique Guzmán Martínez en la formación de la sociedad Refinerías Metalúrgicas Lipperheide-Guzmán S.A, empresa constituida con un capital social de dos millones de pesetas. En 1932, Federico y José, conjuntamente con el empresario Enrique Guzmán crearon a partes iguales la Sociedad Bilbaína de Minerales y Metales, Sdad. Colectiva. La fábrica se construyó en Luchana (Baracaldo) y se dedicó al tratamiento de minerales, metales y compuestos procedentes de la destilación del carbón. Además de los productos procedentes de la destilación del carbón su oferta se extendió a diversos compuestos químicos como la sal doble de cloruro amónico y de zinc, argenta (pasta para el galvanizado), óxido de zinc, cloruro de zinc en pasta y en polvo, clorhidrato de amoniaco sublimado (para galvanizados, estañado y soldaduras), sulfato de sodio alnehido exento de hierro, carbón activo (para decolorar y desodorar) y litopón. Este último producto tuvo una gran aceptación entre los fabricantes de pinturas debido a la mejora en el poder cubriente. Con el estallido de la Guerra Civil española los Lipperheide se trasladaron a Sevilla y continuaron desde allí con sus negocios.

Finalizada la contienda militar la capacidad de la fábrica de Luchana se convirtió en insuficiente para la demanda existente. Los Lipperheide se plantearon la creación de unas nuevas instalaciones capaces de obtener nuevos productos. A pesar de ésto las instalaciones de Baracaldo no fueron cerradas y se mantuvo en ellas la producción. El proyecto de una nueva fábrica se materializó en 1939 con la creación de UNQUINESA y su plan para fabricar formol, fenol y resinas sintéticas. Las nuevas instalaciones se construyeron en Axpe (Erandio). En la margen derecha de la ría del Nervión y junto a la desembocadura del río Udondo y la línea del Ferrocarril Bilbao-Las Arenas. A pesar de la restrictiva política económica del nuevo régimen a UNQUINESA fue considerada de interés estratégico y se le autorizó la importación maquinaria y tecnología alemana, concretamente del trust químico alemán I.G. Farbenindustrie. En 1940 el capital social de UNQUINESA se elevó a 40 millones de pesetas y dos años más tarde a 80 millones. .Las acciones de estas ampliaciones fueron suscriptas en su mayoría por el Banco Vizcaya. En 1944 concluyeron las obras de los primeros pabellones y se obtuvieron las primeras producciones de alcohol metílico, formol y fenol.. A partir de estos dos últimos compuestos se obtenían las resinas sintéticas de fenol-formol (resinas fenólicas). Según fue avanzando la contienda bélica europea y a la par de la construcción de las nuevas instalaciones, la tecnología alemana comenzó a ser sustituida por la inglesa.

En los años cuarenta UNQUINESA participó activamente en la creación de las sociedades IBERPLASTICA y SINTÉTICA, S.A. En 1947 construyó una fábrica propia en Mataporquera (Santander) para dedicarla a la producción de cianamida cálcica y carburo de calcico En 1952 firmó un contrato de colaboración con la empresa inglesa Leicester Lovell and Co. Ltd. de Southampton para la fabricación de colas y de urea-formal. En 1950 el capital social alcanzó los 300 millones de pesetas y en ese ejercicio se obtuvieron unos beneficios de 17,41 millones de pesetas. En 1953 participó conjuntamente con Firestone-Hispania en la creación de la Compañía Española de Plásticos, S.A. (CEPLASTICA) por mediación de sus filiales IBERPLASTICA y SINTÉTICA. En 1960 con un capital social de 378 millones de pesetas permitió la entrada en su accionariado a la multinacional química norteamericana Dow Chemical. A partir de ese momento cambió su denominación social por la de Dow-Unquinesa S.A.