Ordenes Religiosas

ORDEN DE FRAILES MENORES CAPUCHINOS

Islas Carolinas y Palaos. Se establecieron los capuchinos vascos en 1886, efímeramente, puesto que tuvieron que abandonar el archipiélago, juntamente con Filipinas.

Llamada así en honor de Carlos II de Austria, por Francisco de Lezcano, que visitó la Isla de Yap y la llamó con ese nombre en 1686· Antes habían sido visitadas por Magallanes, Elcano, Legazpi, Mendaña, Villalobos, etc. El Archipiélago había sido descubierto, pero no colonizado. En 1885, cuando España quiso poner derechos de Aduana, protestó Alemania, levantando bandera alemana la cañonera Iltis, de la misma nacionalidad, junto a los barcos de guerra españoles San Quintín y Manila, que habían llegado cuatro días antes. Debido al arbitraje de León XIII, se arreglaron las dificultades. Se hizo el nombramiento del P. Saturnino. de Artajona, como Superior de toda la Misión y al mismo tiempo Superior de Carolinas Orientales, con la sede central en Ponapé, y el P. Daniel, de Arbácegui, Superior de Carolinas Occidentales, con sede en Yap; ambas divisiones correspondían a dos Gobernaciones: civil y militar. El P. Joaquín, de Llevaneras, había ofrecido misioneros en gran escala al Gobierno de Sagasta, y habían sido aceptados por decreto de la Reina María Cristina (marzo 1886). Seis sacerdotes y seis hermanos embarcaron en Barcelona. El 13 de mayo de 1886 entraban en Manila, siendo muy bien acogidos por los PP. de Santo Domingo y después por los Franciscanos. El 29 de junio del mismo año llegaban a las Islas Carolinas, donde todo estaba por hacer; no existían gramáticas, ni diccionarios, ni escuelas, ni iglesias para poder empezar a trabajar. Las Islas Carolinas dependían en lo civil y político del Gobernador General de Manila y en lo eclesiástico del Sr. Obispo de Cebú (Filipinas). Como Casa Central de Procura se estableció una en Manila, autorizada por Real Cédula el 8 de octubre de 1886, a cargo del P. Bernardo, de Cieza. Estalló una rebelión en el sector de Ponapé, siendo Superior el P. Arbácegui, cayendo asesinado el Gobernador español, Posadillo, y cayendo muchos soldados entre muertos y heridos. La prensa izquierdista de Madrid y Manila achacó la insurrección a los misioneros, por su intolerancia y dictadura espiritual. En Manila se publicó la información oficial redactada por los PP. Saturnino, de Artajona, Luis, de Valencia y Agustín, de Ariñez (había cambios de botellas de Jerez por polinesias). Después de los sucesos de Ponapé, los nativos siguieron en su odio y hostilidad, aprovechando la ocasión para caer sobre puestos militares, matando y robando. El P. Saturnino, de Artajona, afirma que si se llegaran a unir las tribus, no hubiera habido modo de resistir. De abril a diciembre de 1899 se insurreccionaron los isleños, siendo defendidos los misioneros por los soldados españoles y por los isleños católicos En ese mismo año, en febrero, había fallecido el P. Agustín Ariñez, intérprete oficial y capellán del cañonero Quirós, anclado en Ponapé, probablemente envenenado. Después del desastre de Cavite, en 1898, las Carolinas resultaban prácticamente inútiles, y en consecuencia, el Gobierno español, presidido por Silvela, las vendía al Imperio alemán, en 1899, por la suma irrisoria de 25 millones de pesetas. El cañonero Álava estaba anclado en Manila esperando órdenes de recoger a la colonia española de Carolinas. Los Misioneros consultaron sobre su proceder y se les recomendó de Roma que permanecieran en sus puestos hasta nuevas órdenes y encontrar suplentes misioneros. Siguiendo las órdenes de Roma se embarcaron en el cañonero Álava los Hermanos Julián de Vidaurreta y Ricardo de Benigain; llegaron a Carolinas, se embarca la colonia española y quedaron los misioneros. Fueron años de hambre desde 1899 a 1904; el Gobierno español no tenía medios con que socorrerlos y ya no se interesaba por su ex-colonia. La Procura de dominicos de Honkong les ayudó. En 1904 llegaban los Capuchinos alemanes y se hacían cargo de la misión.