Con la I Guerra Mundial las ventas de armas a los países contendientes crecieron notablemente. En 1916 la casa Orbea exportó 725.183 unidades, entre revólveres, pistolas y escopetas. Merced a la demanda nuevos talleres armeros se abrieron en la comarca. Finalizada la Gran Guerra la crisis de sobreproducción llegó a este sector. La excesiva competencia había reducido los márgenes de beneficio, además, las fuertes restricciones a la importación por parte de las nuevas repúblicas americanas habían provocado un descenso notablemente en las exportaciones.
A comienzos de los años veinte una parte de la familia Orbea se escindió del negocio tradicional y se trasladó a Vitoria para crear en 1924 la firma de cartuchería Hijos de Orbea, S.C. Posteriormente, ampliaron su negocio al campo de los iniciadores y detonadores en unas nuevas instalaciones en Betoño (Alava). Esta última pasó a denominarse Fulminantería Santa Bárbara. Por otra parte, la fabricación de cartuchería se trasladó en 1946 a Iruña de la Oca (Alava) y adquirió el nombre de Explosivos Alaveses (EXPAL). Posteriormente será absorbida por UEE. (Unión Española de Explosivos)
Los Orbea de Eibar continuaron con la fabricación de armas. A comienzos de los años veinte se introdujeron en el negocio de la máquina-herramienta. Bajo el nombre de Orbea Hermanos se ampliaron las instalaciones y se incorporaron hornos eléctricos para la fundición de hierro, cobre y cinc. También se adquirieron pequeños trenes de laminación. En 1924 con una plantilla de 300 trabajadores se alcanzó una producción anual de 40.000 revólveres y 40 toneladas de máquina-herramienta. En 1923 vendieron parte de sus instalaciones a la empresa de máquina-herramienta de Renteria Ramón Illarramendi. A finales de los años treinta, bajo la gerencia de Esteban Orbea Orbea la empresa pasó a denominarse Orbea y Cía S.A.. En vísperas de estallar la Guerra Civil española además de fabricar prensas, tornos paralelos, fresadoras, taladros, roscadoras.., se introdujeron en el negocio de las bicicletas.