Directores

Olea Retolaza, Pedro

Director vizcaíno nacido en Bilbao el 30 de junio de 1938.

Nacido en el seno de una familia muy vinculada a la parte vieja de la capital vizcaína (la familia de su madre regentaba el restaurante Retolaza, local que luego pasó a manos de Pedro y sus hermanos), Pedro Olea inició estudios de Economía aunque se pasión por el cine le llevó a trasladarse a Madrid para estudiar en la Escuela Oficial de Cine (E.O.C.).

En Madrid compaginó sus estudios con la crítica en "Nuestro Cine" (la revista de izquierdas opuesta a la más derechista "Film Ideal"). Tras graduarse con el cortometraje Anabel empezó a dar sus primeros pasos alternando trabajos en la televisión con sus primeras realizaciones cinematográficas. Así, después de grabar unos capítulos de la serie de Televisión Española Conozca usted España durante 1966 estrenó, en 1967, su primer largometraje, Días de viejo color, con el que logró el premio al mejor director de una ópera prima del Círculo de Escritores Cinematográficos.

En los años siguientes sus trabajos audiovisuales, tanto en cine como en televisión, se centran en el mundo de la música pop. Diseñó y dirigió el programa piloto de Último grito (1967), programa musical que luego dirigiría Ivan Zulueta. Rodó la versión que hizo Joan Manuel Serrat del tema destinado a Eurovisión La, la, la (1968) y dirigió su segundo largometraje con los cantantes Juan y Junior como protagonistas (Juan y Junior en un mundo diferente, 1968).

Tras realizar episodios para series de televisión como People to People o La víspera de nuestro tiempo, Olea obtiene el primer éxito de su carrera con su tercer largometraje El bosque del lobo (1970). En él se narra la historia criminal de un buhonero interpretado por un gran José Luís López Vázquez que en el bosque de Ancines, en la Galicia profunda, aquejado de serias crisis de epilepsia, se ve arrastrado sin poder evitarlo a una sangrienta carrera asesina. El ambiente supersticioso y subdesarrollado de la época hacen creer a todo el mundo, incluido el propio buhonero, que los crímenes son obra de un hombre lobo que ataca impelido por su naturaleza salvaje. La película tuvo muchos problemas de censura. Las autoridades franquistas no podían soportar esa imagen sórdida del país, cercana a esa leyenda negra española contra la que el régimen luchaba con denuedo. El bosque del lobo fue galardonada con premios como el Premio de la Crítica del Festival Internacional de Chicago, el Premio Fotogramas de Plata 1971 o el Premio San Jorge 1972. Después de dirigir La casa sin fronteras (1972), una obra sombría que pasó desapercibida, Olea realizó No es bueno que el hombre esté solo (1973), un título que volvió a congraciarle con el público.

A partir de 1974 inició una fructífera relación profesional con el productor José Frade y rodó con su productora cuatro interesantes propuestas. Se trata de Tormento (1974), galardonada en el Festival de San Sebastián con el premio Perla del Cantábrico, Pim, pam, pum... ¡Fuego! (1975), cruda visión de la España de la posguerra en la que Olea volvía a desafiar a la idílica imagen del país forjada por el régimen, La corea (1976), la propuesta más fallida nacida de esta colaboración entre Olea y Frade y Un hombre llamado flor de otoño (1978). Esta obra ambientada en la etapa de la dictadura de Primo de Rivera mostraba la doble vida de un abogado de la burguesía catalana interpretado de manera magistral por José Sacristán ya que al llegar la noche dejaba su vida profesional en los despachos y se travestía para actuar en un cabaret bajo el apodo de "Flor de otoño". La película, gracias a su temática, causó verdadero revuelo y proporcionó fama y popularidad al cineasta bilbaíno. Dejó entonces su colaboración con Frade y dirigió su mirada al incipiente cine vasco que emergía en Euskadi.

En 1979 se volvió a instalar en Bilbao y rodó el corto Gernika de la serie Ikuska. En 1983 dirigió Akelarre, una de las películas más conocidas del cine vasco de los ochenta. Ambientada en la Navarra medieval Olea proponía una inteligente mirada política al mito de la brujería vasca filmada desgraciadamente con un tono demasiado académico y distante. En 1985 realizó un corto documental sobre las inundaciones sufridas por Bilbao en 1983 titulado Bihotzez y en 1986 dio por terminada esta etapa en el cine vasco con la película Bandera negra, una mirada desencantada, irónica y trágica al genero de la aventura y de los piratas modernos. En 1988 tuvo un grave enfrentamiento con los dirigentes de Cultura del Gobierno Vasco porque se negaron a subvencionar su proyecto basado en el crimen de Beizama. Olea decidió abandonar Euskadi y regresar a Madrid.

Allí inició otra etapa de su carrera con un nuevo acercamiento al tema de la brujería vasca, en clave, esta vez, de humor. Se trata de la película La leyenda del cura de Bargota (1989) para la serie Sabbath de TVE. En los años noventa se afianzó en la industria del cine español rodando interesantes películas como El día que nací yo (1991), El maestro de esgrima (1992) -Premio al Mejor Guión en la II edición de los Premios al Cine Vasco de "El Mundo" y ganadora de tres premios Goya,- Morirás en Chafarinas (1995) y Más allá del jardín (1996). La semana de Cine Vasco de Vitoria, en 1992, homenajeó su figura y la Filmoteca Vasca le dedicó el libro Un cineasta llamado Pedro Olea. A partir del 2000 Olea alternó sus labor habitual de director con la de productor. Así, produjo por ejemplo el cortometraje de Borja Cobeaga La primera vez o el ansiado retorno al cine de Eloy de la Iglesia con Los novios búlgaros (2002). En el 2003 dirigió Tiempo de tormenta, un inspirado drama amoroso que logró el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Málaga. Después se incorporó al proyecto colectivo ¡Hay motivo! (2004). Se trata de una película compuesta de 32 cortometrajes que criticaban diferentes aspectos de la realidad española de esos días y que apuntaban sobre todo al gobierno de José María Aznar, presidente del estado español en esos momentos. Olea, para esta iniciativa, dirigió un corto titulado Se vende colegio. En el 2006 la 51ª Semana Internacional de Cine de Valladolid dedicó un homenaje al cineasta. Entre otras cosas organizó una retrospectiva de su obra y editó el libro Making of/Así se hizo: el cine de Pedro Olea.