Topónimos

MONTE ARAGÓN

Antiguo lugar de Aramaio (Álava). fronterizo con el Señorío de Vizcaya, citado por Lope García de Salazar, que refiere el siguiente episodio de las luchas banderizas del s. XV. En el año 1448 pelearon en esta localidad cercana a Aramayona bandos de Gelapa, gamboínos y los de Avendaño. En tal ocasión los del bando de Guaraya pidieron ayuda a los de Butrón, acudiendo Gonzalo Gomes con todos los hombres que pudo reunir, y ayudados por los linajes de Oñes entraron en la dicha villa con el objeto de apoderarse de Aramayona. Ya en el interior de la misma hubieron de enfrentarse con los hombres de Guevara, Avendaño y Arteaga. Las calles fueron escenario de una sangrienta refriega en la que murieron varios hombres de cada parte. A los dos días acudieron al mismo lugar hombres de Ganboa, los de Zarauz, de los de Balda e Iraeta, y viendo que les era imposible tomar la villa le prendieron fuego y esperaron a que saliesen los que se encontraban en el interior. Ante esto, Gonzalo Gomes envió delante a los hombres de Unzueta y Zaldívar, diciéndoles que le esperasen afuera en unas casas de herreros, pues esperaba la llegada de las fuerzas de Lopes de Lazcano y de Vergara, los cuales estaban ya a dos leguas. De modo que pensando en la inminente llegada de éstos dio fuego al interior de la villa y quedó él en la retaguardia al objeto de recoger a su gente. Habiendo bajado de su caballo, se lo dio a su hijo bastardo, Juan Gonzales, para que saliese y envió con un mozo una carta a su yerno Martín Roys de Olaso que saliese delante de él. Pero encontrándose el mozo con Lope de Anzueta que iba delante, éste le hizo entregar la misiva diciéndole que era él el tal yerno, y le hizo pasar adelante. Gonzalo Gomes al no encontrarle en aquel paso, creyendo que tenía abierta ya la salida, salió confiado y al no encontrarse con su gente y viéndose perdido siguió su camino hasta que se encontró con el enemigo que le dio muerte allí mismo, así como también a su hijo Juan que iba montado junto a otros veinticinco de sus hombres.

Xabier LASALLE