Monasterios

Monasterio de Iranzu

El monasterio de Santa María la Real de Iranzu es uno de los mejores conjuntos de arquitectura cisterciense españoles. El conjunto monacal fue refundado en el año 1176 por el obispo de Pamplona Pedro de París, sobre un primitivo establecimiento benedictino del siglo XI dedicado a San Adrián. Tras una compleja trayectoria histórica, Iranzu se encontraba en ruinas en su mayor parte a principios del siglo XX. En 1942 la Institución Príncipe de Viana comenzó la restauración del monasterio.

Iranzu cuenta con una amplia estructura articulada en torno a la iglesia. Numerosas dependencias como patios, murallas y refectorios hablan por sí mismos del esplendor que tuvo el conjunto durante la Edad Media. Su planta y alzados recuerdan modelos cistercienses de filiación borgoñona.

La iglesia monasterial presenta planta de tres alargadas naves, siendo la central la de mayor amplitud y envergadura. Cada una de estas naves se dividen en cinco tramos que se prolongan hasta el crucero. Sobre éste discurre la cabecera recta, también articulada en tres partes. El alzado de esta compleja estructura se soluciona por medio de la austeridad formal y ornamental cisterciense. Se levantan los muros de las naves interiores mediante arcos apuntados que descansan sobre columnas salientes cuyo peso es soportado por grandes pilares de sección prismática. En la cabecera se abren tres arcos apuntados mientras que el crucero parte de columnas de media sección. Tanto en la cabecera como en la nave central se intercalan ventanas apuntadas y de medio punto. La cubierta de la nave central y de las capillas laterales siguen modelos estilísticos cistercienses, mediante la proyección de bóvedas de crucería que parten de robustos arcos fajones. El triple tramo de la cabecera se cubre por medio de bóvedas de crucería similares con nervios de triple baquetón.

En todo el conjunto predomina la austeridad decorativa cisterciense. Únicamente, sobre los motivos propiamente estructurales, se aprecian motivos ornamentales en los capiteles de las medias columnas que parten de los pilares. Obedeciendo a la tipología estilística del Císter, los capiteles se decoran con motivos vegetales.

El claustro constituye en cuanto a originalidad y alzado un alarde arquitectónico. Data de finales del siglo XII y comparte con la iglesia abacial el estilo constructivo, aunque las obras del mismo no finalizaron hasta el siglo XIV. De la primitiva fábrica del siglo XII se conservan los tramos occidental y oriental, así como la parte Norte. Se dispone en el claustro una original planta cuadrada, ya que ninguno de los lados mantiene una estructura simétrica. En el flanco oriental se abren ocho arquerías, siete en el occidental y seis en los laterales norte y sur. Todo este complejo sistema de arquerías aparece articulado por robustos contrafuertes prismáticos. El lado norte es el más antiguo y difiere en su configuración; la diferencia estriba en los dos arcos de medio punto que se incluyen dentro de un gran arco ojival. Para los demás lados, los arcos interiores ya no son de medio sino también ojivales. El esquema de estos arquillos interiores es similar en todas las crujías, con sendas formas trilobuladas sobre las que se alza un pequeño rosetón de cuatro o cinco lóbulos. En la parte superior de los arquillos bajo el gran arco ojival que los guarda, se inscribe un rosetón mayor.

El perímetro que forma la galería del claustro se cubre mediante bóvedas de crucería. Las correspondientes a los tramos más antiguos se resuelven mediante triple baquetón mientras que las de finales del siglo XIV consisten en baquetones de forma mixtilínea. Las claves de las bóvedas se decoran con diversos motivos historiados, geométricos y zoomorfos. En la mayoría de las mismas aparecen manos y cabezas humanas, la representación del cordero místico, estrellas y de puntas. De similar riqueza es la ornamentación que aparece en los capiteles situados en los pilares del claustro. En los mismos se aprecia la evolución estilística que sufre la factura del claustro desde su inicio en el siglo XII hasta su conclusión en el siglo XIV.

En el ala septentrional y en los primeros tramos de los flancos oriental y occidental, aparecen capiteles de tradición cisterciense de decoración vegetal entre los que se intercalan magníficas escenas de animales y de personajes. Los capiteles historiados responden a escenas fantásticas de animales enfrentados y figuras en imposible postura de influencia románica. En las arquerías construidas durante el siglo XIII, los capiteles se decoran mediante motivos zoomorfos y vegetales que evolucionan hacia aspectos formales de mayor naturalismo. En las arcadas del siglo XIV se aprecia una evolución gótica en los capiteles vegetales, intercalados entre sí con hermosas escenas de animales en relieve.

El conjunto abacial cuenta con otras múltiples dependencias. La Sala Capitular se ubica en el lado oriental del claustro. Al igual que la iglesia y parte del claustro data de finales del siglo XII dentro de la tipología arquitectónica cisterciense. Se accede a la misma por medio de una portada de medio punto. La planta de la sala es rectangular y sobre ella se alza una bóveda de crucería de seis tramos, cuyos arcos descansan en columnas dobles verticales de sección circular. Los capiteles de las columnas apenas aparecen decorados con bolas, pencas y formas geométricas. El muro frontal de la estancia presenta una puerta de ingreso de medio punto de marcadas dovelas. A ambos lados de la puerta se abren sendas parejas de ventanas abocinadas de medio punto; presentan en su estructura cuatro arquivoltas que descansan sobre columnillas cilíndricas con capiteles vegetales.

La cocina abacial se localiza en la zona sur del recinto, data de comienzos del siglo XIII. Consta de planta cuadrada de gran magnitud en la que sobre cuatro robustos arcos apuntados se alza la chimenea que constituye una de las peculiaridades arquitectónicas del monasterio. De gran envergadura, se alza en la parte central de la cocina sobre cuatro robustos arcos apuntados ligeramente achaflanados, que parten desde pequeñas columnas. En torno a la chimenea se soluciona la cubierta de la cocina mediante bóvedas de crucería divididas en ocho tramos, cuyos robustos arcos fajones descansan sobre ménsulas de sección semicircular. Tanto las claves de las bóvedas como las ménsulas que descansan en la chimenea y los capiteles de las esquinas se decoran mediante un variado repertorio cisterciense de motivos vegetales y geométricos. Al exterior se presenta la cocina como una noble estructura de piedra de sillería cuyos muros se articulan por medio de la sucesión de robustos contrafuertes. Se articula la cocina con un doble cuerpo de ventanas adinteladas y de medio punto. Sobre el tejado de la cocina se adivina la proyección externa de la chimenea, consistente en un prolongado chapitel sobre el que se alza un cuerpo de arcos de medio punto concluido en forma de pirámide. Debido a su estrecha relación, la cocina conectaba con la huerta del monasterio por medio de un tramo cubierto por una bóveda de medio cañón.

El refectorio también se localiza en sur del complejo. Aunque su fábrica se inició en el siglo XIII, experimentó importantes reformas durante el siglo XVII llevadas a cabo por Miguel Marín de Iturmendi. Al exterior se presenta el refectorio como una sencilla construcción de planta rectangular. Sobre un zócalo de sillería estructurado mediante arcos de medio punto se alzan dos cuerpos de ladrillo y ventanas adintelados. Conserva el refectorio la portada que le otorga acceso desde el claustro; se trata de un portal gótico de finales del siglo XIII que presenta un arco apuntado que se abocina por medio de cuatro arquivoltas baquetonadas; los capiteles de esta portada aparecen ornamentadas mediante sencillos motivos de hojarasca.

Otra dependencia del monasterio es la casa abacial. Su origen se remonta también al siglo XIII aunque fue modificada en época barroca. Se ubica en la parte posterior de la fachada principal del monasterio. Su fachada se divide en dos cuerpos de piedra de sillería. El primero de ellos se articula en torno a vanos de medio punto, mientras que en el piso superior aparecen representadas de manera simétrica ventanas adinteladas. El pórtico de ingreso situado data del siglo XIII conservando el apuntamiento del arco con arquivoltas y los capiteles con motivos de hojarasca que descansan sobre columnillas.

La cillerería abacial se ubica en el lado occidental de conjunto. Presenta una planta rectangular dividida en cuatro tramos y al igual que otras dependencias se levantó en el siglo XIII. La cubierta se alza sobre potentes arcos fajones de sección apuntada. Al exterior se refuerza mediante robustos contrafuertes, entre los que se sitúan tres arcos apuntados sobre ménsulas decoradas con motivos de hojas. Sobre uno de estos arcos se sitúa la portada del siglo XIII que otorga el ingreso desde el claustro. De forma apuntada, se abocina mediante la sucesión de cuatro arquivoltas con baquetones, que descansan sobre capiteles ornamentados con motivos de animales y de hojarasca.

La última dependencia monástica corresponde a la ermita ubicada en la zona oriental del conjunto. Su factura es paralela a la del resto del monasterio, situándose su origen a comienzos del siglo XIII. Bajo modelado cisterciense presenta similitud con alguna dependencia del monasterio de la Oliva. Presenta una nave de planta rectangular que se prolonga hasta cabecera semicircular. La cubierta de la ermita se soluciona mediante una bóveda de crucería con robustos nervios de disposición pentagonal. El peso de la bóveda lo soportan ménsulas semicirculares decoradas mediante motivos vegetales de estilo cisterciense. Tras la restauración del monasterio se aprovecharon sus amplias dependencias para dar cabida a numerosas piezas de procedencia arquitectónica diversa. Se precian estelas funerarias, fragmentos de columnas como basas y capiteles decorados, así como claves de bóvedas y arcos que aparecen expuestas por las crujías del claustro. Algunos de estos restos se trasladaron al Museo de Navarra. En el cruce de caminos que da entrada al recinto, se ubica una cruz de término plateresca de hacia 1550.

FGN 2002