Concepto

Literatura vasca clásica: siglo XVII

Durante el siglo XVII se produjeron importantes cambios en la literatura vasca y, como en décadas anteriores, Ipar Euskal Herria (Lapurdi y Zuberoa, concretamente) fue el lugar donde se produjeron dichos cambios. Ha de recordarse que los autores de los primeros libros impresos en euskara (los de Etxepare y Leizarraga) fueron vasco-franceses, pero que no se puede hablar de unidad entre el tipo de obra y su finalidad. El objetivo de Etxepare era literario (quiso tratar en euskara temas que resultaban ser usuales en otras lenguas), pero Leizarraga realizó su tarea por encargo, para extender el protestantismo. Además, para cuando Leizarraga publicó sus trabajos (1571), el modelo seguido por Etxepare resultaba demasiado anticuado y había sido ideológicamente apartado. Extendiendo la mirada hasta Hego Euskal Herria, hallamos una situación (de falta de homogeneidad y aislamiento, tanto en obras como en autores) similar: parece que Lazarraga escribió (allá por 1564) por pura afición, Betolaza publicó su doctrina cristiana (1596) dentro de la contrarreforma, aquel mismo año apareció la colección Refranes y sentencias en Pamplona, en 1653 Mikoleta escribió algunos poemas a modo de ejemplo de las explicaciones precedentes y en 1656 vio la luz la doctrina de Kapanaga.

En el siglo XVII, como se ha dicho, se produjeron algunos cambios: aparecieron nuevos autores vascos que, en muchas ocasiones, se conocían y seguían unos propósitos similares, llegando a crear las variedades literarias de los dialectos labortano y suletino: hablamos de escritores como Axular, Etxeberri Ziburukoa, Materre, Haranburu, Argaignaratz o Gazteluzar. Ha de destacarse, además, la homogeneidad perceptible entre los autores labortanos y sus obras: todos los escritores relevantes resultaron ser hombres de la iglesia y todos ellos escribieron sobre temas religiosos.

Fuera de Lapurdi cabe destacar a dos autores suletinos del siglo XVII: Tartas y Oihenart. El primero escribió dos obras al estilo de Ars moriendi. Oihenart, sin embargo, abrió una nueva época en las letras vascas: además de ser el primer autor laico que llegó a publicar en vida, reflexionó acerca de la poesía y escribió algunos poemas amorosos. Son de mencionar, asimismo, su colección de refranes y su obra magna sobre historia.

Es bien cierto que en el siglo XVII algunos hechos propiciaron que Lapurdi (y, sobre todo, la costa labortana) se estabilizara a nivel económico. Sin embargo, no ha de pensarse que dicha estabilidad es suficiente para explicar la cantidad de obras que se publicaron en pocas décadas. Entre los hechos estabilizadores hallamos el fin de la guerra entre Francia y España y las mejoras y los años de bonanza de los pescadores labortanos, que ayudaron a afincar la economía local. Sin embargo, la literatura labortana de la época no puede entenderse sin tener en cuenta las estrategias de los hombres fuertes de la iglesia en aquella época.

Es sabido que la reforma protestante se expandió en el siglo XVI por algunos países de Europa, y que en Euskal Herria la reina Joana de Albret III quiso implantar el protestantismo. Por ello encargó, precisamente, la traducción del Nuevo Testamento a Leizarraga (1571). La reina, sin embargo, falleció un año después de la publicación de las obras de Joannes Leizarraga (antes de que se llegaran a distribuir), y sus sucesores apostaron por el catolicismo. Por otra parte, han de tenerse en cuenta las duras y firmes decisiones que la iglesia católica adoptó en el Concilio de Trento (1545-1563), y otro tanto de lo mismo ha de hacerse con la represión ejercida por las autoridades del momento (no deben olvidarse, por ejemplo, las quemas de "brujas" navarras y labortanas de 1609 y 1610.

Una vez comenzada la debacle protestantista, los católicos diseñaron una nueva estrategia con el ánimo de recuperar los territorios perdidos e implantar a sangre y fuego el catolicismo ortodoxo: la contrarreforma. Las publicaciones religiosas de finales del siglo XVI (Betolaza en Hego Euskal Herria) y comienzos del siglo XVII han de situarse, por lo tanto, bajo el impulso y la influencia de la contrarreforma. El objetivo de los católicos fue establecer la religión cristiana y ortodoxa, y para ello diseñaron toda una estrategia: instauraron el deber de introducir contenidos religiosos en la educación, las autoridades ejercieron un poder férreo sobre los diferentes sectores de la sociedad y los sacerdotes de la época produjeron numerosos materiales (catecismos, doctrinas, sermones, cancioneros religiosos, colecciones de oraciones, etcétera) para llegar a la mayor cantidad de público posible.

El franciscano Estebe Materre nació fuera de Euskal Herria, pero en el prólogo de su única obra en euskara conocida afirma haber aprendido la lengua vasca en Sara (Lapurdi). La obra se titula Dotrina Christiana (1617) y fue publicada, con el visto bueno de Axular, en Burdeos. Se trata de un trabajo relevante desde el punto de vista cronológico, ya que es la primera obra escrita en dialecto labortano en el siglo XVII y se reimprimió en dos ocasiones: en 1623 en Burdeos y en 1693 en Baiona. Además de eso, ha de tenerse en cuenta que la Dotrina Christiana de Materre fue la única obra escrita bajo el impulso de la contrarreforma existente en lengua vasca durante casi una década. Dicho de otra forma, Materre fue, además de precursor de Etxeberri, Axular y otros, el único autor en lengua vasca cuya obra resultaba asequible y legible. Parece ser que el franciscano se percató de la falta de trabajos en euskara y por ello escribió su doctrina. Anteriormente había publicado en francés L'horloge spirituelle (París, 1606).

Sin duda alguna, junto a Pedro Agerre "Axular", Joanes Etxeberri "Etxeberri Ziburukoa" ha sido uno de los escritores labortanos clásicos más laureados: cuando aún vivía recibió buenas palabras de autores como Axular, Guillentena, Argaignaratz, Klaberia o Hirigoiti.

Joannes Etxeberri nació en Ziburu, en la costa labortana, allá por 1580 y en el seno de una familia rica que se dedicaba a la fabricación de barcos. Su hermano era médico. Según se desprende de sus textos, Etxeberri Ziburukoa fue un hombre de gran cultura, cura y doctor en Teología. El haber nacido en un pueblo costero, por otra parte, parece que marcó tanto su personalidad (e inquietudes) como su obra, y es que la mayoría de textos que escribió están dirigidos a marineros y pobladores de pueblos costeros.

Etxeberri publicó tres obras en vida, y en las tres empleó el verso; por lo tanto, también es el primer versificador vasco del siglo XVII. La obra más importante de ésas tres es Manual devotionezcoa (Burdeos, 1627) [=Manual de devoción]. Tiene cerca de doscientas páginas y 8.000 versos, y está dividida en dos partes: en la primera se da noticia de las partes fundamentales que componen la doctrina cristiana y, en la segunda se recoge el material que todo buen cristiano debiera saber. El trabajo se reimprimió por primera vez en Burdeos en 1669.

Cuatro años después del Manual devotionezcoa se publicó Noelac eta berce canta espiritual berriac (Burdeos, 1631) [=Villancicos y otras canciones espirituales]. Se trata de la obra de Etxeberri que en más ocasiones se ha reimpreso (solo en el siglo XVII volvió a publicarse en seis ocasiones). La obra cuenta cuatro capítulos principales y recoge numerosas canciones religiosas: villancicos, canciones sobre la vida y misterios de Cristo, composiciones sobre los santos, etcétera.

Finalmente, la tercera obra de Etxeberri, Eliçara erabiltceco liburua (Burdeos 1636) [=Libro para utilizar en misa] recoge, además de textos en verso (principalmente), algunos capítulos en prosa. El ziburutarra dedicó la obra al antiguo obispo de Baiona Bertrand Etxauz, y el propio título resume su contenido: rezos, listas de buenas acciones cristianas, algunos pasajes relacionados con el ars moriendi y similares.

Como ya se ha señalado, Etxeberri escribió para el pueblo llano, principalmente para marineros, y sus trabajos tuvieron una cálida acogida. Sin duda alguna, la versificación escogida para su empresa influyó notablemente en dicha acogida y gran expansión, y es que el de Ziburu empleó versos de estructura popular, como los que ya había utilizado Etxepare un siglo antes: se trata de versos de 15 sílabas divididos en estructuras del tipo 4 / 4 // 4 / 3 donde la rima se produce en los versos seguidos (en el trabajo Noelac, de todas formas, el verso largo aparece dividido en estructura 8 / 7a, y el dístico es traído a cuatro medianos). Etxeberri, de todas formas, actuó con ligereza y gran libertad en algunos casos: su objetivo no era estético, por lo que empleó un sinfín de recursos para completar los versos: cambios sintácticos, pausas en la mitad de las palabras, dobles sílabas, dobles morfemas gramaticales, etcétera. Oihenart, precisamente, criticó duramente la ligereza de Etxeberri, y afirmo que la del de Ziburu era una poesía escrita sin norma alguna.

En la misma senda que Materre y Etxeberri Ziburukoa, en la década de 1630 se publicaron los trabajos de algunos otros autores labortanos. En 1635 apareció, por ejemplo, la obra Debocino escuarra, mirailla eta oraciondeguia [=Devocionario manual, espejo y oracional] del franciscano Joanes Haranburu, oriundo de Sara. Se trata de una obra escrita en verso que compila materiales habituales en obras religiosas. Se reeditó varias veces durante el siglo XVII.

El ziburutarra Argaignaratz, por otra parte, publicó dos obras a mediados de siglo: Avisu eta exortacionea probetchosac bekhatorearentçat (Burdeos, 1641) [=Aviso y exhortación provechosas para los pecadores] y Devoten breviarioa (Baiona, 1665) [=Breviario de los devotos]. En ése último trabajo encontramos, junto a otros trabajos, algunas traducciones y adaptaciones. Además, pueden apreciarse algunas innovaciones formales, y es que, en la medida en que se utilizaban textos latinos como fuente (sobre todo cuando se adaptaban o traducían himnos religiosos y canciones), los modelos evolucionaron y se reinventaron. Muestra de ello es el trabajo de adaptación y traducción Ama Virginaren hirur officioac (1660) [=Los tres oficios de la madre Virgen] de Harizmendi (también natural de Sara), donde es fácilmente perceptible la ruptura con los moldes tradicionales empleados décadas y siglos atrás por Etxeberri Ziburukoa y Etxepare.

Bernard Gasteluzar merece una mención aparte dentro de los autores labortanos de finales del siglo XVII. La crítica ha destacado la riqueza y habilidad mostradas en su obra principal: Eguia catholicac (1686) [=Verdades católicas]. En los textos de Gasteluzar, a diferencia de en los textos de otros, son perceptibles la percepción y reflexión estética del autor: muestra de ello es, entre otros elementos, la habilidad del autor para transformar y explicar en verso numerosos temas.

  • Axular

Pedro Agerre Azpilikueta "Axular" nació en la segunda mitad del siglo XVI en Urdazubi (Navarra). Estudió Teología en Salamanca y, tras vivir en distintos lugares de Euskal Herria y España por motivos de trabajo, en el año 1600 fue nombrado párroco de Sara (Lapurdi), lugar en el que pasó gran parte de su vida hasta su muerte en 1644. Escribió una única obra que ha sido enormemente laureada durante varios siglos: Gero (Burdeos, 1643) [=Después].

El Gero de Axular es un trabajo perteneciente a la corriente ascética, donde Axular habla sobre los peligros y las consecuencias fatales que tiene retrasar y posponer los quehaceres. Es un trabajo en prosa que ocupa más de seiscientas páginas, y está dividido en tres partes: la primera ("Gomendiozco carta"), escrita en un euskara muy trabajado, está dirigida a Bertrand Etxauz. La segunda ("Iracurtçailleari") está dirigida a los lectores, y en ella el autor da algunas explicaciones acerca del proceso de producción del libro, del contenido y de los problemas que ha hallado en el camino. La tercera parte, finalmente, está compuesta por el grueso de la obra, dividido en sesenta capítulos.

La mayor fuente de preocupación de Axular son las tendencias y los quehaceres de los hombres (en este caso, de los vascos). Para hablar sobre ello, los temas que eligió el navarro son más universales que los que aparecen en las obras labortanas (Materre, Etxeberri Ziburukoa, Haranburu, etcétera) publicadas pocos años antes, si bien Axular no se alejó nunca de la ascética. Dicho de otro modo, el objetivo principal de Axular fue llevar al buen camino y a la buena vida (es decir, a la vida que se adecua al pensamiento cristiano) a los hombres y mujeres de su época, apartándolos así de algunos peligros y actitudes peligrosas: concretamente, el párroco de Sara se mostró enormemente preocupado por los pecados carnales ya que, según su opinión, retrasar la solución de los mismos no trae sino problemas mayores. El objetivo de Axular fue, por lo tanto, mostrar a los hombres y mujeres de la época las nefastas consecuencias que conllevaba mantener el pecado, todo ello para evitar llegar a consumarlo. Al fin y al cabo, el urdazubiarra hizo suyas las premisas y los dogmas del Concilio de Trento sin apenas cambiarlas un ápice: en los textos de Axular no existe margen para la duda o la especulación. Sus fuentes son las Santas Escrituras, las sentencias de los doctores de la iglesia y la doctrina cristiana ortodoxa de tiempos de la contrarreforma. Asumió el contenido de todo ello (contenido cuyos rastros han llegado hasta bien entrado el siglo XX en algunos ámbitos de la sociedad vasca) y supo volcarlo magistralmente en su obra.

Al fin y al cabo, Axular buscaba convencer al lector, atraerlo hacia sus ideas, que también eran contra reformistas; es decir, totalmente opuestas al protestantismo. Buscaba corregir las "malas costumbres" de los hombres que se habían alejado de los postulados mencionados, y para ello construyó toda una estrategia que puede apreciarse formalmente en numerosas ocasiones: la estructura de los capítulos, temas tratados e incluso oraciones no son casualidad, al igual que no lo son el uso de la lengua o la utilización de centenares de fuentes y citas en todo el libro.

Los capítulos que forman Gero son semejantes a sermones: en primer lugar el autor da un breve resumen sobre el tema que va a tratar. Después proporciona la correspondiente explicación-argumentación y, finalmente, recapitula y sintetiza lo dicho anteriormente. En las dos primeras fases la argumentación es mayor, para reforzarla Axular se valió de numerosísimas citas de otros autores y la lengua empleada es relajada. En la tercera fase, sin embargo, el ritmo se agiliza notablemente y es fácilmente perceptible la intención de influir en el lector.

En numerosas ocasiones se ha discutido acerca del basto y rico conocimiento de Axular a consecuencia de las innumerables citas que introdujo en su obra: como refuerzo de su argumentación, utilizó oraciones y pensamientos de grandes personas y pensadores de la Europa occidental: San Agustín, Santo Tomás, San Isidoro, San Crisóstomo, Plutarco, Ovidio, Horacio, Séneca, etcétera. El navarro utilizó dichas citas, unidas a otras, para construir un puente y unir la doctrina cristiana posterior al Concilio de Trento con la historia y literatura clásicas: concretamente, se valió de la historia y literatura clásicas para ilustrar y reafirmar su doctrina.

Algunos críticos literarios han destacado que, junto a las citas, Axular también empleó numerosísimas imágenes del imaginario clásico, y la obra del navarro ha sido adscrita en con frecuencia a la de Fray Luis de Granada. Está ampliamente reconocido que Axular leyó y usó como modelo a seguir las obras de Granada. Es más, en Gero aparecen muchos dichos, ideas, ejemplos e imágenes que se encuentran, asimismo, en la Guía de pescadores. Debido a ello, a pesar de que la de Axular es una obra producida por el autor (entiéndase no traducida o adaptada), no puede decirse que sea totalmente original, ya que no fue creada de la nada, sino a semejanza de algunos modelos.

Por lo que respecta a los posibles lectores de Axular, el propio autor explicó en la introducción de la obra que Gero no es un trabajo escrito para grandes sabios, pero tampoco para gente que careciera de conocimiento alguno. Tomando en consideración las características de la obra y la época en la que fue escrita, puede pensarse que la mayoría de lectores, más que hombres y mujeres del pueblo llano, debieron ser los predicadores; es decir, puede decirse que el navarro quiso ayudar a expandir la doctrina cristiana contra reformista a un mayor número de lugares.

Al hablar de Axular se han mencionado la elegancia de su escritura y la riqueza de recursos estilísticos. Alejándose del modelo de Leizarraga y siguiendo el camino de los escritores religiosos de comienzos del siglo XVII, Axular optó por una lengua trabajada pero sencilla, y es que tuvo muy en cuenta que dicha elegante sencillez le ayudaría a llegar a más lugares. Se han citado los paralelismos, las repeticiones, las preguntas retóricas, las preguntas dirigidas al lector y, sobre todo, la sinonimia. El navarro era dueño de una retórica y lengua extremadamente hábiles y ricas: expuso sus argumentos claramente y por ello ha sido laureado siglo tras siglo.

Parece ser que ya en vida gozaba de gran prestigio como sabio (y, según el propio autor narra en el inicio de la obra, por ello le fue encomendada la tarea de escribir Gero), y esa fama se ha acrecentado siglo tras siglo (basta leer los elogios de Joannes Etxeberri "Etxeberri Sarakoa" ya en el siglo XVIII) hasta convertirse en el clásico vasco más laureado.

  • Joan Tartas

Tras la Baja Edad Media, los ars moriendi o artes de morir tomaron cada vez más fuerza dentro de la literatura religiosa, fuerza que se acrecentó tras el Concilio de Trento en el siglo XVI. Precisamente, dentro de la tradición de los ars moriendi aparece la obra más conocida del suletino Joan Tartas: Onsa hiltceco bidia (Orthez, 1666) [=Camino para la buena muerte]. Tartas nació en torno a 1610 en Sohüta (Zuberoa) y, a pesar de que apenas tenemos datos sobre su vida, han llegado hasta nosotros dos de sus obras: la mencionada y el trabajo Arima penitentaren occupatione devotaq (Orthez, 1672) [=Ocupaciones devotas del alma penitente].

Sin duda alguna, la obra más conocida de Tartas es el Onsa hiltceco bidia que es, además, la primera obra publicada en dialecto suletino. Se trata de un trabajo que encaja a la perfección en la tradición de los ars moriendi. Es un libro de prosa ascética donde la tesis principal manejada por Tartas es la siguiente: para morir debidamente, es imprescindible recordad la muerte en vida. El trabajo está compuesto por una introducción, una dedicatoria, el cuerpo principal de la obra y algunos anexos (catecismos, los diez mandamientos, etcétera). En cuanto a la historia de la obra, es curioso el largo período de tiempo transcurrido desde que logró el permiso de publicación hasta que el libro se imprimió: 8 años. Ante tal anómala situación, algunos investigadores han intentado hallar el porqué de dicho espacio de tiempo. Algunos han mencionado que, quizás, el modo de explicar los argumentos y la jerarquización de las autoridades fueron demasiado heterodoxos para la época. Y es que parece ser que en los argumentos del suletino aparecen numerosas "curiosidades" y cierto tono humorístico que algunos no debieron de ver con buenos ojos.

En cuanto a los modelos seguidos, tras examinar la estructura y el texto de la obra, algunos críticos han creído ver la influencia del Gero de Axular, aunque el trabajo de Tartas no llegara al nivel del navarro.

Anima penitentaren occupatione devotaq se publicó en el siglo XVII, pero pasó inadvertida hasta el siglo XX, en cuya segunda mitad fue nuevamente publicada. Esta segunda obra de Tartas recoge, fundamentalmente, contenido y textos correspondientes al género ascético.

  • Silvain Pouvreau

Silvain Pouvreau nació en Bourges y fue ayudante del conocido jansenista vasco Saint Cyran. Escribió una gramática vasca (de la que solo se conoce un capítulo) y preparó un diccionario (que sirve como fuente para descubrir qué autores conoció), pero ninguna de esos trabajos ha sido publicado. También tradujo la obra Iesusen Imitacionea [=Imitación de Jesús] de Thomas Kempis, también inédita.

El francés publicó tres obras en vida: Guiristinoaren dotrinia (1656, París) [=Doctrina de los cristianos], San Frances de Sales Genevaco Ipizpicuaren Philotea (1664, París) [=La Philotea de San Francisco de Sales, obispo de Génova] y Gudu espirituala (1665, París) [=Batalla espiritual]. La primera es la traducción del Instruction du Chretien (1621) del cardenal Richelieu. La segunda, por su parte, es la adaptación al euskara de la obra Introduction à la vie dévote (1608) de San Francisco de Sales y la última, finalmente, la adaptación del Combattimento spirituale que Lorenzo Scúpoli publicó en Venecia en 1589.

El suletino Arnaut Oihenart es un autor aislado dentro de la literatura vasca del siglo XVII (y podría decirse que siguió siéndolo hasta el siglo XIX): fue un autor laico y no consiguió que su propuesta literaria tuviera continuación de la mano de otros autores tras la publicación de sus obras.

Oihenart nació en Maule en 1592 y se trata, como se ha indicado, del primer autor laico (a pesar de ser católico militante) que publicó una obra en euskara. Fue un hombre culto, historiador y abogado, que ocupó diversos cargos públicos. La mayoría de sus trabajos se publicaron en latín y francés, y entre ellos destaca Notitia utriusque vasconiae (París, 1638), un enorme trabajo sobre historia en el que ofreció algunos apuntes sobre la lengua y los dialectos vascos. En el ámbito literario, compiló un refranero importante, un arte poético (L'art poetique basque, escrito en 1665 pero no publicado hasta 1967) y una colección de poemas interesante (se publicaron junto a los refranes en el libro Atsotizac edo refrauak eta O.ten gastaroa neurthizetan -1657- [=Dichos antiguos o refranes y La juventud de Oihenart en verso].

A pesar de que en aquella época prácticamente todos los escritores vasco-franceses escribían con el propósito de extender las ideas del Concilio de Trento, Arnaut Oihenart se alineó con la literatura amorosa que se escribía en otros países de Europa siguiendo, en general, el modelo italiano de Petrarca. Es sabido que el Cancionero de Petrarca superó los modelos populares medievales y estableció un modelo clásico más trabajado que se extendió por Europa en el siglo XVI, y es en esa senda donde hallamos la poesía amorosa de Oihenart; es decir, se trata de un autor cuya poesía contiene numerosas características clásicas. En los textos del suletino (la mayoría son de corte amoroso, pero también un himno y algunos religiosos) es fácilmente apreciable la influencia de Petrarca y sus seguidores clasicistas.

Los amantes y los amados son protagonistas en la poesía amatoria de Oihenart: las mujeres inalcanzables (de piel blanca, rubias, coquetas, agradables, etcétera) y el amante frustrado que no logra hacerse con dichas mujeres. Generalmente la voz es llevada por el amante: se ha enamorado con la belleza de alguna mujer y le presenta sus sentimientos. A partir de ése punto, se suceden las secuencias clásicas de dicho molde poético; es decir, es la mujer la que opta por aceptar o no aceptar al hombre y en el tiempo que transcurre hasta que se da la respuesta, el amante no tiene más remedio que esperar, sufrir, suplicar y tratar de convencer a la mujer. El amor es pura convención en este tipo de poemas y el esquema mencionado se repite constantemente.

Algunos críticos han mencionado que, debido al apego que Oihenart tuvo para con los modelos mencionados, su poesía no puede ser calificada como original, y es que las fuentes, las imágenes, los ejemplos y las situaciones empleadas por el suletino pueden hallarse en otros muchos autores. En el mismo siglo XVII Bernard Gazteluzar criticó la poesía de Oihenart, ya que el labortano rechazaba todas las expresiones literarias que no se usaran con fines religiosos.

En cuanto a la forma, se aprecia gran preocupación por parte del autor en la mayoría de los textos, hecho por el que los poemas de Oihenart han sido calificados como "fríos". Mitxelena escribió que más que un poeta, Oihenart había sido un hábil versificador. De todas formas, esa "frialdad" no es casual, sino consecuencia del modelo poético elegido. Por otro lado, se han subrayado como elementos característicos de la poesía del suletino el desarrollo lógico, el conceptismo, la rima rica, la alegoría, la aliteración, la personificación, los juegos de palabras y las contraposiciones.

Oihenart demostró en su L'art poetique basque [=El arte poético vasco] que conocía de primera mano las literaturas vasca y europea, sobre todo en lo concerniente a los modelos poéticos. En aquella época comenzaron a publicarse los artes poéticos o manuales para escribir poesía, y el suletino se sumó a la moda. Tristemente, su trabajo no se publicó hasta la segunda mitad del siglo XX, de la mano de Piarres Lafitte. En su trabajo, Oihenart se muestra partidario de la poesía culta y del clasicismo, y expone y reivindica las leyes (precisión en la métrica, rima rica y perfecta, uso de la sinalefa, etcétera) que luego plasma en sus propios textos. Por otro lado, critica a todos los autores (Bernard Etxepare, por ejemplo) que, aun siendo de otras épocas, escriben apartados de dichas leyes.

Por desgracia, las obras de Oihenart constituyen una pequeña excepción que no tuvo continuadores ni en su época (porque sus contemporáneos preferían la literatura religiosa) ni posteriormente (porque no creó escuela).

Junto a todos los autores y obras anteriores, en el siglo XVII aparecieron otros nombres no tan importantes y algo más aislados. Cabe mencionar los trabajos Pronus singulis diebus Dominicus (1676) de A.F. Maytie, la traducción Liburu hau da ixasoco nabigacionecoa (1677) [=Este libro es sobre la navegación naval] de Piarres Detcheberry, el catecismo Catechima laburra (1696) del suletino Athanase Belapeyre, el pequeño tratado sobre veterinaria de Mongongo Dassanza Laborarien abissua (1692) [=El aviso de los campesinos] o el refranero de Jakes Bela.

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