Sin Asignar

INDEPENDENTISMO

Por la raza ¿es español el bizkaino? La respuesta es obvia "etnológicamente, o sea respecto de la raza, ningún español es bizkaino, ni el bizkaino es español". Mientras la raza vasca es pura, la raza española no es más que el producto de diversos cruces. "La raza española es un producto de todas las invasiones que han ocupado la península desde hace más de cuarenta siglos: celta, fenicia, griega, romana, germana, árabe, dominando el elemento latino". Mientras la raza española tiene un carácter sincrético, la raza vasca "originalísima, no es celta, ni fenicia, ni griega, ni latina, ni germana, ni árabe, ni se parece más que en ser humana, a ninguna de las que habitan el continente europeo, el africano, el asiático, el americano y las islas de Oceanía. Está aislada en el universo, de tal manera que no se encuentran datos para clasificarla entre las demás razas de la tierra". La conclusión es que por la raza los vascos son diferentes a los españoles. Este argumento se transforma en mecanismo clave de exclusión con relación a España. La restauración de la tradición, como realización de la Ley Vieja, suponía la recuperación del euskera como idioma oficial del país. El proyecto lingüístico de Sabino Arana se propugna en un momento en que el idioma vasco veía acelerar el proceso de marginación en una sociedad que se industrializa rápidamente y donde los modos urbanos, y con ellos el castellano, se imponen en los comportamientos sociales. Arana reconocerá al euskera como signo evidente de la diferencia y originalidad del pueblo vasco: "Su lengua era maravilloso monumento de los tiempos primitivos. Era más que esto: elocuente testimonio de su innata independencia, timbre y sello firmísimo de su nacionalidad, noble ejecutoria". La lengua adquiere un matiz defensivo y protector. Protector de las influencias extrañas al País Vasco y defensivo en cuanto lo utiliza como arma eficaz contra las ideas y comportamientos de los extranjeros. La lengua, como todos los elementos que forman la nación, debe estar ligada al patriotismo, es decir, lo importante es la patria: "Nada es saber euskera, no siendo patriota (...). A la patria no la salvará el euskera; solamente la salvará el patriotismo. Propaga el patriotismo y con él se propagará también el euskera. Si propagas el euskera como lengua sin patria, con él se extenderán también los enemigos de la patria". La lengua servirá para establecer la diferencia y trazar una frontera entre Nosotros y los Otros, guiados por la dinámica de exclusión-inclusión. Sabino lo expresará con especial rotundidad: "Tanto están obligados los bizkainos a hablar su lengua nacional, como a no enseñarla a los maketos o españoles. No es el hablar éste o el otro idioma, sino la diferencia del lenguaje es el gran medio de preservarnos del contagio de los españoles". De tal manera que: "La restauración del euskera produciría una diferenciación nacional y sería para España un constante peligro". De la misma manera que ni por la lengua, ni por la raza, el vasco era español, tampoco lo será por el gobierno y las leyes. Arana resume así la historia del gobierno y las leyes vizcaínas: "Antes del siglo IX hay pocas referencias de las leyes de Bizcaya, sólo se sabe que Bizcaya era una nación libre; en el siglo IX, aparición de las confederaciones de repúblicas (pueblos). El poder residía entonces en el pueblo, reunido en Juntas Generales, siendo las leyes simples costumbres, es decir, que representaban el conjunto de resoluciones y decisiones del pueblo tomadas en la práctica de la vida social". La institucionalización de la forma señorial (cifrada en el siglo IX, después de la batalla de Arrigorriaga), no cambió las cosas, ya que el señor carecía de poder legislativo. Las normas de convivencia vasca se recogían en los Fueros. Los Fueros, para Sabino Arana, eran códigos nacionales. Afirmará que: "no son privilegios: son leyes propias de estos pueblos libres con libertad originaria, creados libremente y con soberana potestad por ellos mismos, para si mismos, sin ingerencias de ningún poder extraño". Por el tipo, el carácter y las costumbres, el bizkaino se diferencia totalmente del español. La comparación que establece entre uno y otro no favorece en nada al español. Dirá que "la fisonomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta (...), el español es flojo y torpe (...), corto de inteligencia (...), avaro (...), es bajo hasta el colmo, y aunque se encuentre sano prefiere vivir a cuenta del prójimo". Las características socialmente negativas que emplea para esterotipar al español se transforman en alabanzas cuando tiene que tipologizar al bizkaino. Lo describe: "inteligente y noble (...), apuesto y varonil (...), nervudo y ágil (...), laborioso (...), emprendedor (...), no vale para servir, ha nacido para señor (...), es caritativo aun con sus enemigos (...), amante de su familia y hogar". En general, para el pueblo vasco el contacto con el español es nefasto y ha ido creciendo desde que en 1876 se abolieron los Fueros y tuvieron los jóvenes que salir fuera de Bizkaia a realizar el servicio militar. Por su personalidad histórica, los vascos son también diferentes. Es en los Pliegos Histórico-Políticos y sobre todo en Bizkaia por su Independencia y en el Partido Carlista y los Fueros Basko-Nabarros donde fundamenta la particularidad histórica del pueblo vasco. Para Arana, las provincias vascas han gozado, hasta 1839, de libertad, no han padecido invasiones y cuando lo han intentado siempre se han rechazado (Arrigorriaga, Gordexola, Otxandiano, Munguía, etc.). A partir de la batalla de Arrigorriaga, los bizkainos eligen a un señor. Este titulo no confería ningún poder legislativo, ni era hereditario según la ley (aunque sí por costumbre). Este señor era "un simple funcionario suyo, no un soberano: ni legislaba, ni gobernaba (...). Podía destituirle la República siempre que quisiera". En definitiva, Bizkaia gozará de independencia hasta la derrota militar que supuso el triunfo liberal en la primera guerra carlista. El primer independentismo vasco se afirma en el carácter excluyente y diferenciador de los atributos nacionales objetivos que definen a Euzkadi como nación. Si Euzkadi tiene todos los elementos exigibles a un pueblo para ser nación, tiene derecho a la independencia. El independentismo es conflictivo, porque España impide la realización de Euzkadi como nación, es más, para Sabino Arana es la culpable de su situación; por ello su concepto de la independencia se afirma como antiespañol. Arana es consciente que tiene que producir una idea de comunidad vasca y crear conciencia de diferencialidad de los vascos respecto a los españoles. Esta idea de comunidad no puede proceder, obviamente, de España, ya que es España y el Estado español quien sojuzga al País Vasco y le impide realizar su destino como pueblo. El movimiento independentista vasco tratará de generar su propio espacio político-social. Para ello se verá en la necesidad de redefinir los límites, desde los cuales lo vasco es comprendido y trazará una frontera con objeto de quebrar la referencia central. No es extraño que si el fin último de la doctrina nacionalista de Arana es la independencia de Euzkadi y la construcción del Estado vasco, fundamente su objetivo final en una lógica de la diferencialidad, radicalmente comprendida, donde la relación entre Nosotros y los Otros sea excluyente. La consecuencia del independentismo de Sabino Arana es la dialéctica conflictiva con el código estatal. Conflicto negativo, porque para afirmar lo vasco debe negar lo español, ya que, en la doctrina sabiniana es comprendido como el culpable de su situación.