Poesía

Euskaldunak (1934). Nikolas Ormaetxea

Compendio, II. En opinión del etnólogo Caro Baroja ["Los Vascos. Etnología". Biblioteca A. del P. San Sebastián, 1949] "ni desde el punto de vista métrico ni desde el estilístico las baladas y elegías vascas o los cantos épicos pueden relacionarse con los castellanos. Acaso algunos tiene más entronque con la vieja literatura francesa y desde luego, traducidos ostentan un aire vagamente nórdico." En cambio Garibay, primer recopilador de nuestros cantares de gesta, transcribió los fragmentos del de "Beotíbar" a la manera de los romances castellanos. Milla urte igarota ura bere bidean Gipuztarrak sartu dira Gazteluko etxean. A "Euskaldunak" puede considerársele en cierto sentido como "mester de clerecía" pero lo más análogo a los cantos de los juglares en los cuales se inspira. Está escrito principalmente en verso largo de arte mayor, que es privativo de los más antiguos monumentos de la poesía narrativa. Verso luengo como quería Grimm, pero sin llegar a la línea de 18 sílabas, que Menéndez y Pelayo la reputa "de monstruosidad métrica". Para penetrar en la ley de sus cortes (censura), pausa, rodar de sílabas, acentuación y encabalgamiento, vamos a transcribir unos datos precisos extraídos del libro de Manuel de Lecuona: "Literatura oral euskérica" y de su artículo anterior sobre el mismo tema en el tomo, XVII de la R. I. E. V., acabados estudios del ritmo y la métrica de los poetas populares vascos. Sus ritmos más corrientes son: "el zortziko mayor, de versos impares, decasílabos y pares octosílabos, y el zortziko menor, de versos impares heptasílabos y pares hexasilabos consonantes". Prescindiendo de otras clasificaciones técnicas más complicadas. "Orixe" anota esta combinación 6 x 7 en un solo verso, con censura o intersticio; reduciendo la estrofa a una cuarteta o tetrapodio. "Naparroa zarrean Larraun'en Uizi Belar goxo tartean eper-kabi iduri belardien inguruz kabi orren esi baso maitea dago ikazkin-lantegi." En unos trabajos sobre métrica y acento vasco publicados por Nicolás Ormaechea en la R. I. E. C. (tomos IX-X-XI), o sea veinte años antes de ponerse a escribir su poema, nos muestra ya "Orixe" su preferencia por este zortziko txiki, que se compone de: versos heptasílabos y hexasílabos combinando los primeros con acentuación barítona y con oxitona los otros. Y que cree ser una adaptación del cantar de gesta o alejandrino francés. [Puede también consultarse su conferencia: Orain arteko Euskal-Neurtitzak, publicada en la revista "Euskal-Esnalea". Donostia]. No faltará quien critique sus libertades prosódicas y contracciones de sílabas y medición de los diptongos, pero no dejarán de reconocer que su versificación es la más adecuada para la lengua vasca. Esta trayectoria de su formación intelectual y religiosa, arraigada en un fuerte fondo étnico y un recio temperamento determinan la compleja personalidad de "Orixe", que es un tipo humano digno de estudio. No es fácil incluirle en las habituales clasificaciones. Su talento aventaja a los mejores en densidad y hondura de concepción. Algunos le ganarán en gracia, brillantez de imaginación y preciosismo; otros en cortesanía y transparencia. Pero él posee una facilidad de invención y un sentido musical extraordinarios y es fluido bajo capa de sequedad. Lírico sin sensiblería, esconde en su aparente aspereza tesoros de emotividad. Si la esencia de la poesía es como define D. Marcelino: "Un modo personal de interpretar la naturaleza y la vida; y aquella forma íntima y solitaria ajena cuanto cabe al razonamiento prosaico", no nos recatamos en afirmar que Nicolás Ormaechea es un gran poeta, aunque tal vez, al igual de lo que opinaba Milá y Fontanals sobre Ausias March, "no sea un poeta completo". La poesía abarca amplitudes ilimitadas y no se crea que su expresión más perfecta esté en las formas alquitaradas o etéreas; de esas que producen el éxtasis a sensibilidades afeminadas. Esas son más bien formas degeneradas, o de excesiva exquisitez. Tampoco la falta de acusado dramatismo en los caracteres y en la acción merman la grandeza de una epopeya que debe ser un conjunto de serenidad y armonio, pero con autonomía de cada una de sus partes, como hace observar Schiller. Una de las superioridades de "Orixe" es su dominio gramatical y práctico de la lengua vasca en todas sus variedades dialectales. Domina como pocos sus recursos retóricos, su estética privativa, y se puede decir que el idioma euskaro tiene pocos secretos para él, lo mismo en las formas populares que en las cultas, especialmente en el empleo de giros y modismos familiares, del rico caudal de idiotismos vascos. En esto es indiscutible que ha formado escuela. La mayor parte de los actuales escritores le han seguido en la supresión del artículo, en evitar la repetición de flexiones y el uso de solecismos no acordes con el giro peculiar de nuestro idioma. Además de su labor como académico y como periodista ha publicado gran cantidad de poesías y trabajos literarios y de polémica gramatical. Entre sus libros publicados vamos a señalar sus poesías intimas y místicas, recogidas bajo el título Barne-Muinetan, un pequeño tomo pero de dimensiones ultraterrenas y de insospechadas reconditeces espirituales; el ensayo biográfico Santa Kruz Apaiza; los cuentos infantiles Leoikume y Mamuak. Sus traducciones del Lazarillo de Tormes ("Tormes'ko Itsu mutilla"), de "Mireia", y sobre todo su magna versión en euskera del Misal-Vesperal, obra capaz de agotar no los arrestos de un mortal laborioso, sino los de una comunidad benedictina entera. Pero no es todo, ya que numerosos trabajos inéditos como la Estética, la Metafísica y otros ensayos gramaticales y religiosos, aguardan la ocasión de ver la luz y son el alto exponente de lo que las letras euskaras deben al esforzado escritor guipuzcoano, atleta de la intelectualidad vasca. Para terminar esta introducción, volvamos a "Euskaldunak", sobre la que es preciso hacer unas consideraciones finales. Nos referimos especialmente a la comparación a establecer entre el poema vasco y otras composiciones semejantes. Al tratar de determinar la genealogía de "Euskaldunak" prescindiremos de rastrear antecedentes entre las obras en prosa. Y sólo como excepción citaremos la novela de Pereda, Sabor de la Tierruca, deliciosa producción llena de "realismo idealizado" que ofrece parentesco con nuestro poema. Es más propio establecer un breve cotejo con obras épicas modernas que tengan alguna similitud de asunto, estilo o cauce poético. Sin olvidar aquello convertido en proverbio por los antiguos: "Que era necedad escribir Iliadas después de Homero". En el capitulo de epopeyas del pasado siglo me vienen a las mientes los nombres gloriosos de Hermann y Dorotea, de Goethe; Martín Fierro, de Hernández; Evangeline, de Longfellow y Mireya, de Mistral. El gran poeta alemán depone en Hermann y Dorotea su habitual panteísmo y canta y describe en hexámetros de profundo sentido cristiano las desventuras de su adorado país renano en los dios aciagos de la revolución francesa, mientras teje un idilio magistralmente realizado y que encuentra reciprocidad y simpatía en el que "Orixe" nos presenta. El de Goethe envuelto en reminiscencias de las musas helénicas; el nuestro inspirado en las esencias populares y folklóricas. Martín Fierro tiene menos puntos de contacto en ambiente y estilo poco clásico. Se diría un eco de los romances de la frontera de moros transplantado a la Pampa argentina. Pero también palpita en el poema, del gaucho la enjundia popular que le presta vivacidad, colorido y sentimiento. Evangelina se acerca más en algunos de sus cantos a la mentalidad vasca. Sobre todo en los primeros cuadros que son trasunto de las costumbres rurales de la Normandía o Borgoña que han retoñado en la Acadia canadiense. Hay escenas que se pueden equiparar a alguna de "Euskaldunak", aunque luego las obras difieran en desarrollo y desenlace. Concretamente es Mireya, de Mistral, la que mayor analogía presenta con "Euskaldunak" por el sujeto, la época, el lugar, el espacio y demás circunstancias en que se desarrolla su acción. Hay escenas que se asemejan en ambos poemas, tales como: la recogida de hojas de la morera que recuerda a nuestra recogida de castañas; la apuesta de la siega; la tempestad; la brujería y otros episodios que se pueden equiparar. Sin hablar de la identidad de atmósfera rústica en que las dos se desenvuelven como obras de filiación e inspiración virgilianas. Difieren, eso sí, y muy ostensiblemente, en la manera de tratar el sujeto, en la psicología de los personajes, en el estilo poético y en el desenlace, a causa del genio divergente de sus autores y del diferente medio geográfico-humano que reflejan los dos poemas. Esto no es desestimación de la creación mistraliana. Al contrario, el gran aprecio y admiración que profesa "Orixe" a Mistral los demostró prácticamente en su traducción euskérica de Mireya, aparecida en 1930 con motivo del primer centenario del nacimiento del gran felibre provenzal, premio Nobel de literatura en 1904. En estos tiempos parece haber desmerecido un tanto el culto que "Orixe" rendía a Mistral. Lo atribuyo a la reacción producida por la estancia de nuestro poeta en el país de la lengua de Oc. No doy demasiada importancia a ese cambio de juicio originado por una supercrítica algo circunstancial. Creo más sincera y espontánea la primera impresión que le produjo Mireya. La comprobación de una mayor riqueza poética en el pueblo euskalduna que en el provenzal le han llevado a rectificar valoraciones siempre sujetas a variación. La justa aureola y la gloria poética de Mistral no se empaña en lo más mínimo con decir, sin querer imponer nuestro criterio, que la riqueza de elementos folklóricos y el nervio popular y colectivo de "Euskaldunak" es superior al de Mireya. A nuestro juicio modesto encontramos, si no más poesía, mayor sobriedad clásica en nuestro poema: un clima más olímpico. El argumento del drama lírico de Mireya es más a gusto de las gentes, en general. Pero preferimos la serenidad de extrema belleza con que termina sus días la vieja etxekoandre y con ella el poema "Euskaldunak". Adivinamos la impaciencia del lector por juzgar por sí mismo de la obra que estamos comentando con tan prolija abundancia. Por ello y a fin de abreviar, llegamos al término de nuestro trabajo sin darle ni el índice de los XV Cantos que componen el poema. Así tendrá el placer de descubrir cosas desconocidas, saciar su curiosidad y sorprenderse gratamente con la novedad y fragancia que la lectura de "Euskaldunak" le irá ofreciendo. De la misma suerte que un paseo por nuestras montañas al disiparse las nieblas matinales y a la vuelta del camino, cambiando de horizonte, contemplamos las maravillas del paisaje. Nos daríamos por satisfechos si con este compendio lográsemos atraer la atención y facilitar la labor de los que miran con interés y simpatía los problemas culturales vascos. Lamartine descubrió en Mistral al Homero del siglo XIX. Tenemos la pretensión de que la crítica universal vea en "Orixe" a un émulo auténtico de ambos gloriosos vates. Con más razón que Garibay dijera en su tiempo a uno que le porfiaba que en Guipúzcoa "no había letras sino armas", podemos replicar hoy a nuestros contradictores: "Haylas, señores" y "Euskaldunak" es una espléndida muestra de ellas. Convienen a "Euskaldunak" las normas que en cierta ocasión diera a nuestros poetas D. Miguel de Unamuno "de que no se salga de la ruda sencillez, de las donosas formas del pueblo, y no vayan a un romanticismo que riñe con nuestro espíritu". Que busquen la poesía como Trueba, en el pueblo que les rodea. Y aunque siempre sea aventurado profetizar, nuestro paradójico y contradictorio D. Miguel no se paró en barras, añadiendo: "Nuestras glorias están más en el futuro que en el pasado. Aún no hemos despertado del todo a la vida del arte, a la vida del espíritu. Acaso venga la explosión, como en los Países Bajos, de la plenitud del florecimiento material" (De mi país). Es hora de que el mundo sepa que la "honrada poesía vasca", como una pluma ilustre a la que hemos aludido antes calificó un poco despectivamente a nuestra producción poética, ha salido, en estos últimos cien años de la oscuridad en que yacía y brilla con luz propia. Afirmemos pues, a modo de conclusión, que no son "escasos los vates de las comarcas euskaras" sino muy numerosos y trascendentes. Porque lo local, lo primario y nativo son condiciones precisas para lo universal. La ciencia no tiene patria, el arte sí. Es que el arte, como dice J. Tiersot, es inherente al hombre, no es patrimonio exclusivo de algunos pueblos, es dominio de la humanidad entera y tarde o temprano encuentra medio de exteriorizarse. Es el caso de "Euskaldunak" y de la crestomatía que el poema de "Orixe" encierra. Abrigamos la esperanza de que lo considerarán como un valor positivo; una contribución a la cultura humana; la voz que el pueblo vasco eleva a la Obra de la Creación Divina, fuente de eterna Bondad y Belleza".

Bernardo ANAUT