Barrios

ELIO

Urbanismo y construcciones civiles

El lugar se dispone a la orilla de un antiguo camino, cerca de Etxauri pero dominando, al mismo tiempo, una extensa llanura que se extiende en el entorno, flanqueado siempre desde el norte por el farallón de la Peña de Etxauri, que convertía el lugar en paso obligado por esta zona. El caserío se reduce prácticamente a la iglesia, la casa parroquial y el antiguo palacio de cabo de armería. A pesar de que el palacio ha sido definido como tardogótico del XVI, nosotros estamos inclinados a pensar que en él se distinguen dos zonas cronológicamente bien diferenciadas. De una parte estaría, efectivamente, el palacio compuesto de alas bajas residenciales, pero a nuestro juicio el origen del edificio estaría en la gran torre de planta rectangular que observamos en el ángulo nororiental del conjunto. Tanto la morfología como el tratamiento de muros y vanos nos llevarían fácilmente a pensar que en realidad se trate de edificios concebidos de forma aislada, cosa que también se corrobora con la falta de trabazón entre los muros de la torre y de los cuerpos bajos. Pero además hay otro detalle que a nuestro juicio basta por sí solo para ratificar esta tesis. En el muro occidental de la torre mayor hay una buharda o balcón amatacanado, pensado para la defensa vertical de un antiguo acceso a la torre, que fue absorbido por los edificios de la ampliación del XVI. En la actual disposición, dicha buharda carecería de efectividad defensiva alguna.

Si comenzamos nuestro análisis por esta torre noreste, debemos decir que se trata de un edificio de planta rectangular, caracterizado por el carácter ciego y macizo de los muros, que van en sillarejo, y en el que las ventanas son poco más que saeteras, que en algún caso se alinean formando series de dos vanos, al modo de ventanas geminadas. Esta tipología de torre está bien arraigada en Navarra, contando con ejemplares célebres como los de Donamaria, Etxaide o Latsaga en Baja Navarra, aunque el grupo más numeroso y significativo se encuentra en una zona de la zona occidental de la Navarra media, cuyo epicentro puede estar en Etxauri, donde encontramos dos ejemplares bien claros, además de otras del entorno inmediato como las de Otazu, Artázcoz, Ibero, Munárriz, Arteta, Vidaurre, Arguiñano o Aizpún. Compositivamente, el paso de la planta cuadrada a rectangular supone la creación de un eje longitudinal, lo cual facilita la distribución de los espacios, ampliando la superficie habitable al tiempo que se mantiene una anchura asumible para la longitud del solivaje de la estructura interna, sin necesidad de intercalar soportes intermedios. Por otro lado, todas ellas tienen en común la sobriedad compositiva y el carácter ciego de sus muros, así como un evidente arcaísmo en sus vanos, que apenas son más que meras aspilleras. Por todo ello, y a pesar de que ha habido quien ha creído que se trataba de ejemplares tardíos, nosotros hemos datado las torres de este grupo como propias del siglo XIV, cronología que, en algún caso similar como Latsaga o Donamaria, ya ha sido propuesta por algún otro autor.

La torre se corona en la actualidad por un tejado a dos aguas, aunque no podemos evitar pensar que, en origen, pudiera haber tenido algún tipo de adarve o remate defensivo. La presencia de palomares no justifica en absoluto la existencia de dos órdenes de ménsulas de piedra, que en los lados cortos son tres, para sujetar otras tantas cornisas de piedra que, en cambio, podrían muy bien anunciar la existencia original de un cadalso de madera, al modo en el que aún vemos en Donamaria y Arraioz, pero que también existió en Latsaga y Etxaide. En cuanto a la buharda ya antes mencionada, tan sólo podemos añadir que se trata de una defensa muy frecuente en palacios de este tipo, como atestiguan los casos de Echarren de Guirguillano, Arazuri o Erdozain, en todos los casos dispuestas sobre un acceso relevante del palacio.

A este conjunto de origen medieval se añadió, probablemente en el siglo XVI, un conjunto compuesto por tres cuerpos bajos residenciales, así como una segunda torre, ubicada en el ángulo noroccidental del palacio, y que seguramente se incorporó como elemento representativo. El lado occidental se cierra hoy con un muro simple y una verja de hierro. Los vanos abiertos en esta ampliación son ya rectos y amplios, anunciando un cambio en la concepción misma de la habitabilidad, del confort y de la seguridad. En algún caso se conservan cancelas de hierro forjado de tradición gótica, que pueden casar con una cronología dentro del siglo XVI. En cuanto a la puerta del palacio, se abrió en el lado occidental del ala norte, hacia el patio, y es un portalón de medio punto con la rosca moldurada, datable también como del siglo XVI. Va presidido en alto por un escudo rococó, propio del siglo XVIII, en el que figuran las armas que el Libro de Armería del Reino de Navarra da para el palacio de Elío, cuarteladas con otras que posiblemente pertenezcan a los linajes emparentados de Esparza y Artieda.

Parroquia de San Andrés

En la actualidad, la iglesia de este antiguo señorío consta de una fábrica del siglo XVI, reformada a fines del mismo siglo, motivo por el que el abad pleitearía con el señor del palacio, puesto que al parecer la intervención se había llevado a cabo a iniciativa del palaciano y sin permiso del párroco. La planta presenta una única nave, dividida en dos tramos amplios de planta casi cuadrada, más una cabecera también cuadrada y rematada en testero recto. A la cabecera se adosa una capilla por el lado del Evangelio, de planta cuadrada, y por el lado opuesto la sacristía, espacio también amplio y de planta cuadrangular. El acceso se practica en el segundo tramo de la nave, por el lado meridional, dando frente al camino y al propio palacio. Por el muro septentrional se aprecian los volúmenes que alojan la escalera de acceso al coro, así como la escalera de caracol de la torre. Por último, hay que señalar la cripta sepulcral de los señores de Elío, emplazada bajo el sotocoro.

Los muros son de sillería menuda, que al interior van enlucidos. Apreciamos al interior la puerta de acceso a la capilla septentrional, de medio punto, así como dos rosetones abiertos en el muro de la Epístola, a la altura de la cabecera y del tramo de los pies. Hay así mismo alguna otra abertura moderna. A los pies de la nave hay un coro moderno, que sustituyó a otro contemporáneo de la fábrica.

La nave se cubre con bóveda de crucería con terceletes, propia del XVI, que afecta también a la cabecera. Los nervios apean sus cargas en ménsulas encastradas en los muros perimetrales, y se unen en lo alto en claves decoradas con florones. La capilla norte recibe una bóveda de arista, mientras que la sacristía se cubre con una bóveda de lunetos barroca.

Al exterior, el templo aparece hoy parcialmente oculto por construcciones adosadas a ambos lados. Destaca la torre, que se alza sobre el tramo de los pies, con planta rectangular, fuste liso únicamente decorado con mascarones situados en las esquinas, en su parte superior. Remata con los huecos para las campanas y un tejado en pabellón. En cuanto a la portada, se encaja entre dos contrafuertes, y presenta un arco de medio punto abocinado y ricamente moldurado, cobijado por un arco de descarga rebajado, que cabalga entre los estribos.

El presbiterio va presidido por un retablo mayor romanista, obra de Juan de Elordi, maestro de la escuela de Pamplona, que lo ejecutó a fines del XVI. Consecuentemente con lo dicho, la obra presenta una traza rectilínea y bien ordenada, con banco, dos cuerpos de tres calles y ático. Se organiza mediante columnas con superposición de órdenes, que son jónico en el primer cuerpo y corintio en el segundo y en el ático. El ático remata con frontón triangular, con un Calvario que se apoya encima, y va flanqueado por aletones en los que se han labrado figuras recostadas al estilo miguelangelesco, así como pirámides herrerianas. En cuanto a la escultura, predominan las escenas en alto relieve, aunque la imagen central es de bulto. La iconografía incluye figuras aisladas de gran tamaño, como las de San Francisco de Asís, Santa Inés, Santa Bárbara y Santa Catalina, además de un San Andrés sedente, que sujeta la cruz, y que constituye un magnífico ejemplar, con imponente anatomía que mantiene aún ecos miguelangelescos. El sagrario es contemporáneo de la arquitectura del retablo.

En el sotocoro hay una pila bautismal medieval, evidente indicio de la existencia de un templo anterior, que lleva fuste corto prismático y taza semiesférica sin decoración. Un púlpito barroco en estuco muestra el escudo de armas de los Elío, así como otro cuartelado que muestra los escudos de los linajes Esparza y Artieda. Se aprecia así mismo el sepulcro de los señores de Elío, en piedra, y un retablito barroco bajo la advocación de San Sebastián, con banco, un único cuerpo y ático. Se articula mediante columnas de orden compuesto, y va presidido por un lienzo barroco que muestra el martirio del santo, en mal estado de conservación.

Joseba ASIRON SAEZ (2008)