Ubicado en Errenteria (Gipuzkoa), se funda a comienzos de los ochenta a iniciativa de un grupo de jóvenes, sin adscripción ideológica concreta (aunque todos se consideraban de izquierdas), que querían ofrecer una programación cinematográfica de calidad y un espacio libre para discutir y hablar sobre distintos temas que entonces les preocupaban. Una apuesta para que todo el mundo pudiera acceder a la cultura, fueran cuales fueran sus medios económicos. Y, también, una forma de agitación política a través de los textos con que se publicitaban las películas, o de distintas acciones y performances que organizaban. Una manera de mirar la sociedad y el mundo por parte de unos jóvenes ansiosos por vivir y por transformar una sociedad que no les gustaban.
Duró cinco años y se terminó porque, por una parte, se cerraron las dos salas de cine de la localidad y, por otra, porque cada cosa tiene su momento y esta experiencia terminó siendo todavía un éxito. Se mezclaba el cine comercial de calidad (Tiburón ) con películas de una línea más dura de realizadores como Bergman o Dreyer, lográndose medias altísimas de espectadores. Se organizó una noche de cine terror y luego una semana, preludio de la que posteriormente comenzó a celebrarse en Donostia-San Sebastián. Marcó una época en Rentería.