Literatos

Beribilez (1931), Jean Etxepare Bidegorri

El médico Jean Etxepare (1877-1935) publicó en 1931 el libro de viajes Beribilez (En coche) Es el relato de un viaje en automóvil por Euskal Herria, en cuadrilla de amigos y amigas, en el que se nos ofrece un amplio y singular imaginario del territorio en una de las prosas más bellas de la época, partiendo de Cambo-les- Bains en la provincia del País Vasco del norte Lapurdi.

Jean Etxepare fue un humanista con personalidad y maestro de la lengua. Beribilez es la suma de ideas que el escritor tenía al final de su vida. Etxepare siendo adulto, tenía 58 años entonces, se muestra más moderado que en su juventud al explicar sus elecciones intelectuales, pues el médico sospechaba que podía morir pronto y sólo duró cuatro años más.

Son conocidos los problemas que tuvo en su juventud con el primer libro Buruxkak (1910), tanto que tuvo que retirar todos los ejemplares del mercado bajo la amenaza de su padre. Etxepare era un intelectual de categoría y un tanto peculiar en aquel Iparralde clerical que le tocó; por si fuera poco, en aquellos años el enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia estaba vivo en Francia.

Había conocido de cerca el pensamiento de aquella época (Schopenhauer, Nietzsche, Haeckel, Reichenbach, Newman…), inusual en aquel medio y en aquella época. En Beribilez se ve el esfuerzo que hace el escritor y a la vez la autocensura a la que se somete para crear textos aceptables para la sociedad contemporánea sin renunciar a sus ideas.

Destacan varios pasajes en este libro. Cabe destacar su visión diplomática de acercar a los vascos de ambos lados de la frontera en el marco de un relato legendario común (la batalla de Roncesvalles, contra los francos), y, por otra parte, sin hurgar en las heridas sin cerrar aludiendo también a la Historia reciente de entones. en concreto, la versión de la invasión napoleónica, que podría ser motivo de división entre los vascos. Destaca el relato de la visita al Santuario de Loyola, donde mediante sutiles efectos del lenguaje expresa su punto de vista crítico en lo que se refiere al lujo barroco del Monasterio de entonces, y de la casa de Ignacio de Loyola, sin provocar escándalo. Destaca también la empática descripción de las casas de Zarautz, unas hermosísimas casas construidas con el propósito de perdurar generación tras generación, nos dice Jean Etxepare. Cabe destacar, por último, cómo critica el ambiente de Donostia, especialmente la frivolidad de aquella sociedad, vía de escape para sortear los terribles problemas surgidos entre las dos Guerras Mundiales europeas: la Belle Époque y el presagio que predecía la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial que debía venir en breve plazo. La creencia optimista en el crecimiento económico y social sin interrupción había caído en descrédito con la Primera Guerra Mundial. El optimismo sustentado por el progreso continuo de la ciencia y la tecnología durante el siglo XIX se tambaleaba, tras el desastre que supuso la Gran Guerra del 14.Jean Etxepare también recoge en este libro muestras de la vida popular, como estampas: la gastronomía vasca del Pirineo, las fiestas de Irun, la sociolingüística del euskera, etc.

Destacan también las aportaciones de Jean Etxepare desde el punto de vista del conocimiento, tanto científico como humanístico. Por un lado, del punto de vista científico, recoge la génesis del mundo a partir de un «ziliporta» (salpicadura), cuando aún existía en el ánimo de muchos estudiosos la fe indiscutible en la Creación; también describe cómo el mar erosiona los acantilados bajo un punto de vista positivista; ofrece una estampa humorística del curanderismo y la pseudociencia médica, durante su visita a San Sebastián; recuerda el desarrollo rural (silvicultura, producción de la sidra, aguas termales); por otro, recoge, desde el punto de vista humanístico, las preocupaciones y retos de los vascos  motivados por la modernización y el desarrollo industrial, con la preocupación de que los industriales foráneos asumieran la hegemonía sobre los autóctonos; reivindica el espíritu moderado (sofrosine) característico de la Antigua Grecia en 1931, apuesta diferente de un estado de ánimo más vehemente en su primera biografía. En su juventud perdió la fe en los años de formación en la Universidad de Burdeos y conoció, entre otras lecturas, la obra de Friedrich Nietzsche: respecto a este último punto, no sabemos, sin embargo, hasta qué punto se había propuesto disimular sus verdaderas opiniones en Beribilez (1931), por lo que podría ocurrir con su vocación de escritor, escribiendo libros invendibles uno tras otro, como ya le había ocurrido con Buruxkak (Espigas), su primer libro de 1910.

En resumen: Beribilez es el testamento del mejor prosista en lengua vasca del primer tercio del siglo XX, en el que se recoge para generaciones futuras el legado ideológico-sentimental de un impulsor de la cultura vasca., pues fue también Jean Etxepare presidente durante años de la asociación Euskaltzaleen Biltzarra promotora y difusora del patrimonio vasco.

Bibliografía básica: